No ha habido otra sonrisa ganadera como la de Victorino. Inconfundible con su diente de oro, que resplandecía entre la humareda de su puro cada vez que la casta de un cárdeno se imponía en el ruedo venteño. Pues ahora esa pícara sonrisa, ya … sin la pieza dental dorada, es la imagen en las entradas de esta temporada en la Monumental por el sesenta aniversario de su debut -en 1965, con el hierro de hermanos Martín- en Madrid. «Las entradas se convierten así en toda una pieza de colección», destacan desde el departamento de comunicación de Plaza 1, con Carlos Ruiz Villasuso al frente.

Aquel aterrizaje fue en el mes de junio, con motivo de la Feria del Campo. Dieron cuenta de la novillada El Inclusero, José María Susoni y Paco Pallarés. Precisamente en la Nochebuena de ese año adquirirían lo de Antonio Escudero, el tercio que les faltaba. Un año después, los astados con el hierro de Albaserrada se lidiarían por primera vez a nombre de Victorino Martín Andrés, tal y como se recuerda en su página web.
Fue en 1968 cuando Victorino lidiaría su primera corrida de toros en Madrid. Sucedió en un año en el que el llamado paleto de Galapagar sufrió una cornada que estuvo a punto de acabar con su vida. Dos sementales peleaban en el cercado, Hospiciano, de nueve años, y Carminero, de seis primaveras. Este último pegó una gran paliza al mayor, hasta dejarlo malherido. Hospiciano se refugió en el río Árrago y hasta allí se dirigió Victorino con su hermano Adolfo para ver cómo se encontraba. «Mi hermano Adolfo y yo quisimos echarle un vistazo antes de partir para Galapagar y fuimos en el 600 hasta donde lo habíamos visto por última vez, junto con el mayoral y el encargado, pero no lo encontramos, aunque vimos un pescador que nos gritaba algo desde la orilla opuesta del río. El mayoral y yo nos acercamos a pie hasta la orilla y solo nos dio tiempo a escuchar que tuviéramos cuidado porque… En ese momento vimos moverse la maleza y a Hospiciano venirse contra nosotros», se cuenta en el libro ‘Victorino por Victorino’ (Espasa).
El ganadero de Galapagar no pudo zafarse de él y el toro le abrió las carnes en decenas de pedazos ese dramático 2 de junio. «Aquello era una máquina de pegar cornadas y estaba dando salida a toda la furia contenida después de la paliza que había recibido (por el otro semental). Noté cómo el pitón entraba una y otra vez, hasta siete veces, en la parte izquierda del tronco -contaba Victorino-. Pero afortunadamente no perdí el conocimiento e intenté llegar a gatas hasta la orilla del río . Allí me pegó dos cornadas más, una en el glúteo y otra en la pierna. El último empujón me lanzó al río y vi que mi única posibilidad era dejarme arrastrar por la corriente». Nueve cornadas sufrió, nueve cornadas que le costaron muchos meses de recuperación.
Toros y premios
Tres lunas después, Hospiciano murió en el río por la gravedad de las heridas sufridas en su combate con Carminero. La siguiente temporada, 1969, se le daría la primera vuelta al ruedo en la capital a un victorino, Baratero -qué reata- de nombre. Luego le seguirían nombres como Jaquetón o Velador, el único toro indultado en Las Ventas. Sin olvidar la Corrida del Siglo, entre tantos hitos.
Medalla de Bellas Artes, premio Nacional de Tauromaquia y ‘Cavia’ taurino de ABC, ganó todos los trofeos. Sin pelos en la lengua, con una brava listeza y fiel al concepto clásico del toro encastado, fue un símbolo de Madrid. «Viva Madrid, que es mi pueblo», solía decir mientras repartía sonrisas y se ganaba a los aficionados antes ya de entrar a la plaza.
Pues ahora su plaza le rinde homenaje no solo con su imagen en los boletos, sino con la Corrida In Memoriam, que se celebrará el domingo 15 de junio. Los toros, cómo no, de Victorino. Y la terna: Paco Ureña, Emilio de Justo y Borja Jiménez.