Una revisión médica rutinaria practicada a una niña de tres años en un centro sanitario de Elche (Alicante, 243.128 habitantes) reveló una intervención ya cicatrizada e irreversible que correspondía a una ablación, la mutilación genital femenina que todavía se sigue realizando en algunos países, sobre todo, africanos. El informe realizado por los facultativos llegó a un juzgado de instrucción y a la Fiscalía de Menores, que solicitaron la intervención de la Policía Nacional. A principios del mes de abril, los agentes localizaron a los padres de la niña, un hombre de 38 años y una mujer de 26 con pasaporte de Malí, según fuentes cercanas al caso, que fueron detenidos como presuntos autores de un delito de lesiones graves. El padre llegó a reconocer los hechos y los atribuyó a una creencia cultural.
En este caso, no se produjo ninguna denuncia previa ni existían sospechas por parte del entorno educativo o sanitario de la menor. La niña, que llegó con sus progenitores a España en mayo de 2024, todos con los permisos de residencia en regla, fue trasladada al centro ilicitano para someterse a una inspección de rutina. Una vez allí, los médicos detectaron “una intervención quirúrgica genital que le había causado lesiones irreversibles”, cuentan fuentes de la Policía Nacional. Las secuelas de esta práctica ya estaban cicatrizadas, circunstancia que apuntaba a que la niña había sido mutilada antes de salir de su país. Tras detectar la ablación, los servicios médicos se entrevistaron con la familia de la niña y el padre llegó a admitir que se trataba de una práctica habitual enmarcada dentro de una creencia cultural. No dio más detalles, señala el informe en el que se basa la investigación, ni el momento ni el lugar en el que se practicó la operación.
Una vez reunida toda la información, los agentes procedieron a la localización del domicilio familiar, ubicado en Elche. Los progenitores de la niña mutilada fueron detenidos y puestos a disposición del juzgado de instrucción que estaba de guardia, que los ha calificado como investigados por un delito de lesiones graves.
Según los datos que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 230 millones de mujeres y niñas viven actualmente después de haber sufrido una mutilación genital, que en la mayoría de las ocasiones se practica en la infancia, “entre la lactancia y los 15 años”, señala el organismo internacional. La costumbre, que atenta contra los derechos humanos, se desarrolla en 30 países de África, Oriente Medio y Asia. Las víctimas de ablación, definida por la OMS como forma extrema de discriminación que refleja una arraigada desigualdad entre sexos, pueden presentar a lo largo de su vida muchas patologías relacionadas con la mutilación, incluidas complicaciones durante el embarazo o el parto.