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En los últimos tiempos, la influencia de la cultura japonesa en el mundo hispanohablante ha crecido de forma notable. Este fenómeno no solo se refleja en aspectos tangibles como la comida o el entretenimiento, sino también en la evolución de nuestro idioma. La Real Academia Española (RAE), consciente de esta dinámica cultural, ha incorporado recientemente al Diccionario de la Lengua Española varios términos de origen japonés que son de uso cotidiano.
Esta decisión no obedece a un capricho, sino a un reconocimiento del uso masivo de estas voces en la vida diaria de millones de hablantes. Al hacerlo, la RAE reconoce la flexibilidad y evolución natural del idioma español, siempre abierto a enriquecerse con aportes culturales ajenos.
Palabras japonesas en la RAE
Estas son las palabras japonesas que ha aceptado la RAE:
1. Karaoke
La palabra «karaoke» proviene del japonés y significa literalmente «orquesta vacía». Su incorporación en el diccionario de la RAE responde a su popularidad en bares, reuniones familiares y eventos, donde «tirarse al karaoke» se ha convertido en una expresión común.
2. Manga
Por su parte, «manga» designa los cómics japoneses, un fenómeno cultural global con una legión de seguidores en todo el mundo. Allí donde se habla de «leer manga» se reconoce un género narrativo y estilístico bien definido. La RAE consideró su inclusión oportuna dado que no existía una palabra equivalente en español que contemplara ese tipo de cómic específico.
3. Sushi
El «sushi», por su parte, hace referencia a una variedad de platos tradicionales japoneses hechos con arroz y pescados o verduras. Su aceptación por la RAE responde a su arraigo en la gastronomía cotidiana, siendo hoy un término universalmente reconocido.
4. Tsunami
Finalmente, «tsunami» define aquellas enormes olas generadas por terremotos submarinos. Adoptada en español, la palabra conserva la precisión científica del fenómeno natural, al tiempo que refleja una experiencia global.
La incorporación de estos cuatro japonesismos «karaoke», «manga», «sushi» y «tsunami» no es solo una curiosidad lexicográfica. Supone un claro ejemplo de cómo el español se adapta, incorpora y se enriquece con voces de otras lenguas cuando estas satisfacen necesidades comunicativas reales.