En el periódico se anunciaban los parches Sor Virginia con el eslogan –incorrectísimo para nuestros días– de ‘Ud. sufre porque quiere». Se trataba de un apósito medicamentoso contra el dolor, pero también contra «esguinces, resfriados, agotamiento, nervios…» como «el remedio que actúa por la calle». … Claro que, en muchas otras ocasiones y para muchas otras dolencias, no había otro remedio más que el internamiento del paciente.
Así nacieron, a mediados de los años 50, las residencias sanitarias, cuyo nombre buscaba evitar la confusión con los hospitales, la denominación clásica para las instituciones benéficas. Eran instituciones cerradas, en oposición a la red de consultorios y ambulatorios.
La Residencia, como la conocía el pueblo por antonomasia, se inauguró el 22 de enero de 1955 por la tarde, en un acto al que acudieron el director general de Previsión del Seguro de Enfermedad, Fernando Coca de la Piñera (gobernador civil de Sevilla en la década anterior) y el arzobispo-coadjutor, Bueno Monreal, además de otras «autoridades y jerarquías». En homenaje al jefe de la Patrulla Azul y as de la aviación franquista, la residencia se bautizó con el nombre de García Morato, que perduró hasta 1984 en que se cambió por el aséptico Hospital General.
Pero el vulgo empezó a llamarla, por lo bajini, Corea. Durante la construcción, iniciada a mediados de 1950, se ganó ese sobrenombre por el elevado número de accidentes laborales con muerte, asimilando las tareas de edificación a la elevada proporción de bajas entre las tropas en el conflicto bélico en la península asiática. Era una imponente construcción de once plantas y 690 camas.
Críticas al hospital
La residencia García Morato sufrió el rechazo de quienes en 1955 la consideraban lujosa y desproporcionada
Tuvo que vencer muchas otras críticas, a las que aludía en su discurso Coca: «Estas obras han sido atacadas machaconamente, argumentándose que son lujosas y desproporcionadas. Pero […] están construidas con el decoro que el actual adelanto de la Medicina española exige y con aquellos materiales nobles que nos garanticen el no estar gastando continuamente en su entretenimiento respetables sumas. No puede tachárselas tampoco de desproporcionadas, porque aún resta por incorporar al campo de este Seguro amplios sectores, como por ejemplo, el de los obreros agropecuarios».
Acertó. La demanda desbordada obligó a construir el Hospital de Rehabilitación y Traumatología con 325 camas en 1968; y el Hospital Maternal (hoy, de la Mujer), con 356 camas, y el Infantil, con 352 plazas, en 1971.
Su crecimiento en estos setenta años transcurridos ha sido espectacular. En la actualidad, la ciudad sanitaria Virgen del Rocío aporta aproximadamente el 1,2 % del empleo provincial y el 1,5% del PIB sevillano.