El verano de 2024 quedará grabado en la memoria de la familia Goyanes-Lapique como una de las épocas más oscuras y desafiantes de sus vidas. Lo que comenzó como unas vacaciones familiares en Marbella se transformó en un auténtico calvario tras la repentina muerte de Carlos Goyanes, patriarca de la familia, a principios de agosto. Un infarto acabó con su vida a los 79 años, dejando un profundo vacío en su esposa, Cari Lapique, y en sus hijas, Carla y Caritina. Apenas tres semanas después, cuando la familia aún no se había recuperado de este duro golpe, otra tragedia los sacudió: la inesperada muerte de Caritina, quien también sucumbió a un problema cardíaco, aumentando el dolor y la angustia de todos.
Cari y Carla, quienes habían sido dos de los pilares fundamentales en los últimos momentos de la vida de Caritina, se encontraron devastadas por la pérdida. Madre e hija, que siempre habían mostrado una fuerte unión, tuvieron que enfrentarse a uno de los momentos más difíciles que la vida les ha puesto por delante. Sin embargo, en medio de su inmenso dolor, la familia ha demostrado una fortaleza que pocos pueden imaginar. Ambas han mantenido una actitud de admirable entereza, apoyándose en sus seres queridos para seguir adelante.
Este septiembre ha marcado el inicio de una nueva etapa para Cari y Carla, quienes, pese a las dificultades, han comenzado a retomar lentamente sus actividades cotidianas. En las últimas semanas, se las ha visto en varios homenajes y actos en honor a personajes públicos, mostrando su respeto y su luto. Sin embargo, el pasado fin de semana fue diferente. Decidieron asistir a un evento deportivo en el estadio Santiago Bernabéu, un espacio donde, por unas horas, pudieron dejar a un lado la tristeza que las acompaña. El encuentro entre el Real Madrid y el Villarreal, que terminó con una victoria de 2-0 para los madrileños, sirvió como una especie de terapia emocional para madre e hija, quienes, aunque vestidas de luto, no pudieron evitar esbozar alguna que otra sonrisa durante el partido.
Este respiro fue breve, pero significativo. En medio de los momentos de duelo, encontrar esos pequeños instantes de alivio es vital para el proceso de sanación. Durante el partido, estuvieron acompañadas por amigos cercanos, como Nuria González, quien ha sido uno de los principales apoyos de la familia en estos meses tan complicados. También se encontraban los hijos de Carla, que no quisieron perderse la oportunidad de compartir este tiempo con su madre y su abuela.

No obstante, detrás de las apariciones públicas y de esos pequeños destellos de normalidad, el dolor sigue presente. Las cicatrices que han dejado las muertes de Carlos y Caritina no desaparecerán fácilmente. Carla, quien ha utilizado sus redes sociales para expresar su tristeza y rendir homenaje tanto a su padre como a su hermana, ha mostrado una vez más la vulnerabilidad y fortaleza que conviven en estos momentos. Cada mensaje compartido revela lo duro que está siendo este proceso de duelo, pero también la determinación de seguir adelante por el bien de los hijos de Caritina, quienes ahora viven bajo el cuidado de su padre, Antonio Matos, con la ayuda constante de su cuñada y su suegra.
El negocio de catering que Caritina había fundado en Madrid, y que tanto éxito había tenido en los últimos años, también ha sido un punto de preocupación para la familia. Caritina, una apasionada de la gastronomía que incluso escribió varios libros sobre el tema, dejó tras de sí una empresa que era una de sus mayores pasiones. Ahora, Carla y Cari están evaluando los próximos pasos, aunque su prioridad sigue siendo la familia y el bienestar de los hijos de Caritina.

A pesar de la adversidad, la familia Goyanes-Lapique está mostrando una gran entereza. Si bien han decidido mantener su luto en la privacidad de su hogar, los pequeños momentos compartidos en público, como el partido de fútbol, demuestran que están comenzando a encontrar formas de seguir adelante. Cari, que siempre ha sido una mujer fuerte y carismática, ha contado con el incondicional apoyo de su hermana Miriam, así como de amigas cercanas como Isabel Preysler (73 años), quien ha estado a su lado en cada paso del camino.
Los próximos meses serán cruciales para esta familia, que aún tiene mucho camino por recorrer en su proceso de duelo. Aunque el dolor y la tristeza siguen presentes, la fortaleza que han demostrado hasta ahora es un indicio de que, poco a poco, están comenzando a reconstruir sus vidas. La prioridad de Cari y Carla sigue siendo vivir este duelo en familia, alejadas de los focos mediáticos, pero conscientes de que necesitan seguir adelante por el bien de los suyos. Cada día, cada pequeño paso hacia la normalidad es una victoria en este largo y doloroso camino hacia la recuperación.