Comienza hoy la temporada ciclónica del Atlántico, que se extenderá hasta el 30 de noviembre y, según las predicciones, se espera que será muy activa.
El pronóstico es que se podrían producir 23 tormentas con nombre, que incluirían 11 huracanes y otros cinco fenómenos que la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) con sede en Miami, califica como “importantes” porque tendrían categoría tres o la superarían.
Cabe la salvedad de que estas perspectivas pueden variar, pero el presagio inicial no resulta nada halagador.
Como sucede todos los años, esta temporada preocupa pero resulta esperanzador que con mucha antelación los organismos de socorro se han movilizado y activaron los protocolos; inclusive se anuncian medidas de precaución.
El Gobierno informó además que se avanza en la instalación de al menos dos radares meteorológicos, un anuncio importante sobre lo que ha sido un reclamo hecho desde hace años, con lo que mejoraría la posibilidad de predecir fenómenos atmosféricos en un país que se enclava en el mismo trayecto de los huracanes.
La posibilidad de contar con tres radares Doppler (hay uno un Punta Cana, se instalaría otro en Puerto Plata y hay un tercero proyectado para la provincia Santo Domingo) llega en buen momento, pero se requerirían otros dos en las regiones noroeste y suroeste para contar con mayor cobertura.
También hay que insistir en la necesidad de más estaciones meteorológicas para, entonces, convencer de que hay una clara señal de que el sistema de alerta temprana se está tomando en serio.
Satisface también en el comienzo de la temporada ciclónica, que la Cámara de Diputados aprobó y cursó al Senado el proyecto de ley que eleva a Meteorología de oficina a instituto, decisión que resulta trascendente porque está vinculada al orden jerárquico y a la dotación presupuestaria.
Se trata de perfeccionar en el tiempo los mecanismos con los que se enfrentan estos fenómenos, para que al final de cada temporada ciclónica el balance de muertos y de pérdidas en todos los órdenes sea el mínimo posible.
De todas maneras, sigamos encomendándonos a Dios para que llegue noviembre sin que se hayan producido daños, y si los hubiera que sean leves, sin muertes que lamentar.