Todo lo malo últimamente pasa en lunes: la muerte de Mario Vargas Llosa, la del papa Francisco, el apagón monstruo… El martes apareció en El País el artículo de Ignacio Sánchez-Cuenca, pero seguro que lo escribió el lunes. Él afirmaba que debemos felicitarnos por lo bien que van ahora las cosas en Cataluña gracias a la acertada gestión del Gobierno. Siempre los elogios al Gobierno de Sánchez-Cuenca, aunque necesarios –para él y su provecho–, pertenecen al difícil género del esperpento, pero en este caso se le ha ido un poco la mano. Alabar la tarea de Sánchez con los siniestros separatistas catalanes es como vitorear el estilo de Almeida bailando el chotis. Menos mal que este mismo martes publicó José Luis Pardo en El Mundo un artículo sobre el mismo tema (Vértigo) que ayudaba a entender por qué se debe desconfiar de los esperpentos cuando no los escribe Valle-Inclán. Lo de Sánchez-Cuenca son engañabobos, pero dudo que fuera de El País encuentren la clientela requerida.
Por cierto, siguiendo con El País. Conocida es la noble preocupación de este diario por los problemas de la universidad española… sobre todo cuando se puede culpar de ellos a Isabel Díaz Ayuso. El otro lunes, siempre el lunes, hubo una manifestación estudiantil por los recortes atroces que ha impuesto la presidenta a la pobre Complutense y compañía. A la manifa apuesto lo que sea a que asistieron todos los habituales boicoteadores de conferenciantes de derechas de la Facultad de Políticas, incluidas algunas autoridades académicas de ese centro. Por supuesto, El País informó ampliamente de este acto, lo mismo que hace pocas semanas convirtió en noticia de primera plana que la ultraderecha se había instalado cómodamente en las aulas universitarias.
Uno de esos grupos ultras que señalaba (para ese periódico todos los «ultras» son obligatoriamente de derechas, o sea que en las manifestaciones anti-Ayuso nadie es ultra, ni siquiera ultraísta) era el catalán S’ha Acabat!, cuyo feroz radicalismo es tal que nunca consigue ni poner una modesta mesa en la que repartir sus publicaciones y folletos sin que los demócratas antifascistas se la derriben y pisoteen. Yo he participado en actividades de S’ha Acabat! y los considero una de las asociaciones más valientes y necesarias que hay en la universidad española (a la que pertenecen sin duda los centros catalanes, les guste más o menos), y desde luego, incomparablemente más digna de respeto democrático que los paniaguados que escriben al dictado de los separatistas siempre que hablen por boca de los socialistas.
Pues bien, me he llevado una desilusión al buscar en el diario global, el más preocupado por los asuntos universitarios, información sobre lo ocurrido en la Autónoma de Barcelona. ¿Ah, que ustedes no saben los que ha pasado en la UAB? Ni lo sabrán, claro, si sólo leen El País: a ver cuándo se curan de ese atraso. Pues resulta que los chicos de S’ha Acabat! organizaron en la Facultad de Derecho un acto para el 25 de abril sobre España y Europa ante el nuevo escenario internacional, al que invitaron a dos profesores: Susana Beltrán, profesora de Derecho Internacional, y Rafael Arenas, catedrático de Derecho Internacional Privado y vicepresidente de Impulso Ciudadano, una organización –Dios les perdone– antiseparatista.
«Los que se preocupen por las amenazas invalidantes que pesan sobre las universidades deberían estudiar casos como el de la UAB»
Ya sé, ya sé que el acto podría no ser tan neutralmente académico como pretendía: lo de «España» en el título del encuentro podía ir con segundas… Pero en fin, el decano de la facultad había autorizado el acto, así que adelante. Pues no, adelante no, porque la víspera del encuentro pasaron un papelito ominoso por debajo de la puerta del despacho del profesor Arenas, llamándole «feixiste» y xenófobo, amén de prometiéndole represalias si llevaba a cabo el acto convenido. Al día siguiente, el salón estaba cerrado y los bedeles, con su autoridad delegada, informaron que la actividad no podía celebrarse. El profesor Arenas fue al decanato y allí le confirmaron que en efecto el acto antes autorizado había dejado de estarlo. ¿Razones? Pues ninguna inteligible, pero así son las cosas.
Caben dos suposiciones: una, que por debajo de la puerta del decanato habían deslizado algún papelito del mismo jaez que el recibido por el profesor Arenas; otra, que el papelito amenazante que recibió Arenas llegó del propio decanato. En cualquier caso, procedimientos mafiosos y totalitarios, sin excusa posible. Los muchachos y muchachas de S’ha Acabat!, junto a sus dos profesores, salieron al jardín adyacente a la Facultad y allí efectuaron el encuentro programado. Por suerte, Barcelona tiene un grato clima mediterráneo. Es una de las características que comparte con Sicilia. Hay otras… pero dejémoslo.
Los que se preocupen por las amenazas invalidantes que pesan sobre bastantes universidades españolas deberían estudiar casos como este de la UAB. Por cierto, al día siguiente a estos hechos había una enorme pancarta sobre la puerta de la Facultad: «Fora S’ha Acabat! de l’Autonoma». Amén País, digo Jesús.