Como en cualquier otra ceremonia militar que incluya un homenaje a los caídos, en el castillo de Montilla, el lugar en que nació el Gran Capitán, ha sonado el toque de oración, pero quizá con más sentido que nunca, porque esta música la implantó el mismo Gonzalo Fernández de Córdoba por las muchas bajas de la batalla de Ceriñola, en 1503, una de sus victorias más importantes.
La historia sirve para explicar la trascendencia del Gran Capitán (Montilla, 1453-Granada, 1515), el hombre que cambió el arte de hacer la guerra desde el siglo XV, y al que desde este viernes se dedica una exposición permanente en el castillo de Montilla, en el lugar en que nació. El jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), Teodoro Esteban López Calderón, lo inauguró en un solemne acto junto al alcalde de Montilla, Rafael Llamas.
La exposición permanente, como explicó su comisario, José Rey, es el paso previo a la consideración de museo, para lo que todavía faltan algunos trámites y requisitos, y supone un recorrido por la vida, la época y el legado de Gonzalo Fernández de Córdoba, puntal militar de los Reyes Católicos para la creación del estado moderno en España.
Por eso se inicia con un recorrido en que se recrea cómo eran Montilla, Córdoba y el resto de España en el momento en que nació el Gran Capitán, con una gran maqueta del castillo, que tenía un aspecto muy distinto al actual.
El visitante conoce la genealogía del personaje y tiene datos de la España de los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, para acto seguido sumergirse en la gran empresa militar de aquel tiempo: la conquista del Reino de Granada, último reducto musulmán en la península ibérica. De este momento hay cuadros historicistas del siglo XIX, como el que firma Madrazo, siempre originales.
Gonzalo Fernández de Córdoba tuvo un gran protagonismo en aquella larga campaña que terminó con la incorporación del territorio y de la ciudad que había sido nazarí a la corona de Castilla. La exposición es un relato a través de paneles, documentos y reproducciones de obras de arte, aunque no faltan las originales.
Espadas, barcos y armaduras
También, y en esta primera parte llaman mucho la atención, armas de las que se usaron en las guerras de aquella época. El espectador podrá conocer espadas, ballestas y capacetes, un antecedente del casco actual, que se emplearon en aquellos años finales del siglo XV, además de armaduras y adargas.
La exposición se detiene en una de las campañas más singulares de Gonzalo Fernández de Córdoba: cuando estuvo al frente de una gran campaña naval para luchar contra los jenízaros turcos, en el año 1500, en una campaña en que España se alió con Venecia y Francia. Fue algo que destacó el Jemad como una singularidad en la trayectoria de un militar que siempre brilló en el ejército de tierra.
Hay maquetas que reproducen galeras de Lepanto e incluso la carabela Pinta, que participó en el descubrimiento de América, y que muestran los detalles de la navegación. Por ahí se llega hasta la sala central, la más rica en documentos y obras.
Antes ya se ha hablado de las grandes campañas italianas, para conquistar o estabilizar el sur de la península, que pertenecía a la corona de Aragón. Figuran dos cartas cifradas, es decir, escritas en clave: una de Fernando el Católico al Gran Capitán y otra de los Reyes Católicos a Gonzalo Fernández de Córdoba.
Retratos
Era un sistema esencial para evitar que el enemigo conociese los planes si la misiva terminaba en su poder. La exposición recoge algunos de los retratos más conocidos del Gran Capitán, de los que el más conocido es el que está en Florencia, en la galería de los Uffizi, se detiene en su aspecto físico y después en algo que ha pasado al vocabulario popular: las cuentas.
Las famosas cuentas del Gran Capitán fueron un texto de tono desafiante y orgulloso en el que Gonzalo Fernández de Córdoba mostraba el alto coste humano de la conquista de Nápoles: «Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar los muertos del enemigo».
Pudo costarle al Gran Capitán el famoso destierro de Loja, porque terminaba hablando de la paciencia al escuchar a quien «le había regalado un reino». En cualquier caso, se ofrecen cuentas originales en un documento del año 1503. Hay también un documento con su firma, en 1515.
La muestra se detiene en las míticas cuentas del Gran Capitán: el relato desafiante del coste de la conquista de Nápoles
Hay en esta zona obras de autores contemporáneos de las batallas, de autores como Francisco Serrano, que emplea un lenguaje innovador, o la montillana María José Ruiz, que realiza un retrato. La muestra, con la recreación de un salón del trono, continúa después por la muerte de la Reina Isabel, la gran valedora del militar, y con su repercusión.
Se muestran sellos y medallas, una maqueta del monumento que ahora está en la plaza de Las Tendillas de Córdoba y libros en los que ya, como dice la muestra, se empieza a construir el mito de uno de los militares trascendentales para la España de todos los tiempos.
La última sala es la que habla de su legado, de la destrucción del castillo de Montilla y de su reconstrucción, ya con el aspecto actual, en el siglo XVIII, y que también muestra un panel de armas y la etapa en que estuvo desterrado como alcalde de Loja, un puesto muy inferior al rango que había conquistado en el campo de batalla. Hay además una sala con un audiovisual que recoge toda la trayectoria del Gran Capitán.
El homenaje a los caídos que abrió el acto sirvió para recordar que fue el Gran Capitán quien instauró el toque de oración
En la inauguración, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Teodoro Esteban López Calderón, ensalzó la figura del soldado montillano por su «visión estratégica y novedades tácticas« y por cómo toda su capacidad para hacer evolucionar el arte de la guerra fue la base de los tercios españoles que dominaron Europa y gran parte del mundo en los 150 años siguientes.
El alcalde de Montilla, Rafael Llamas, destacó cómo la inauguración de la exposición permanente supone el final de un largo proyecto que ha ocupado varios mandatos municipales sobre un personaje que desde la ciudad ha irradiado a toda España.
