Cuántas veces habremos escuchado que las alcachofas son diuréticas, bajas en calorías y buenas para la digestión. Un clásico de las dietas, de los remedios de la abuela y de los titulares de revistas de salud. Pero cuando la farmacéutica y divulgadora Boticaría García lo afirma, no se queda en los tópicos. Va más allá y lo explica de forma sencilla y original: según ella, dentro de las alcachofas viven dos sustancias con nombre de princesa, la cinarina, a la que llama la princesa fontanera del hígado, y la inulina, que define como la mejor amiga de tu microbiota, y lo que hacen por tu salud es digno de cuento.
La cinarina no es solo una sustancia con un nombre bonito. Su papel es fundamental para el correcto funcionamiento del sistema digestivo, en especial del hígado. Esta princesa metafórica actúa como si llevara un cinturón de herramientas: estimula la producción y liberación de bilis, una sustancia esencial para la digestión de las grasas. En palabras de García, «abre los grifos de la bilis y permite que todo fluya correctamente, facilitando la eliminación de toxinas, metabolitos de fármacos como el paracetamol y hasta los excesos de alcohol». Pero la cosa no queda ahí. Esta misma sustancia tiene propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, algo que la convierte en una auténtica superheroína para el hígado. En un mundo donde cada vez más se habla del hígado graso no alcohólico y del impacto de los medicamentos en la salud hepática, la cinarina aparece como un escudo natural para el organismo.
Por otro lado, está la inulina que actúa como nutricionista. Se trata de un tipo de fibra prebiótica que no se digiere en el intestino delgado, sino que llega intacta al colon, donde sirve de alimento a las bacterias buenas de la microbiota intestinal. García lo describe de forma elocuente: la inulina es «la comida favorita de tu microbiota», lo que la convierte en una aliada directa del eje intestino-cerebro, un término cada vez más presente en la conversación científica. Este eje hace referencia a la comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, en la que las bacterias intestinales tienen un papel protagonista. Una microbiota equilibrada puede influir positivamente en el estado de ánimo, la ansiedad y hasta la calidad del sueño.
Más propiedades de las alcachofas
Además de ser un superalimento que esconde en su interior a dos auténticas aliadas para el cuerpo, con funciones clave para el hígado y la microbiota, las alcachofas ofrecen más beneficios. Este vegetal tan habitual en nuestra cocina es, en realidad, un concentrado natural de salud que actúa sobre distintos sistemas del organismo de forma sorprendente. Desde mejorar la digestión hasta cuidar el corazón o ayudar a controlar el azúcar en sangre.
- Bajas en calorías: solo aportan unas 40 kcal por cada 100 gramos. Son ideales para incluir en dietas de adelgazamiento sin renunciar a los nutrientes.
- Controlan el azúcar en sangre: gracias a su contenido en fibra, especialmente la inulina, ayudan a mantener estables los niveles de glucosa en sangre, lo que es beneficioso para personas con resistencia a la insulina o diabetes tipo 2.
- Efecto diurético: favorecen la eliminación de líquidos, lo que puede aliviar la hinchazón y ayudar en casos de retención.
- Facilitan la digestión de las grasas: mejoran el flujo biliar, esencial para digerir las grasas de forma eficaz y reducir la pesadez tras las comidas.
- Regulan el colesterol: contribuyen a reducir los niveles de colesterol LDL (el malo) y puede aumentar el HDL (el bueno), ayudando a mantener la salud cardiovascular
¿Cuándo es mejor comer alcachofas?
Aunque pueden consumirse en cualquier momento del día, los expertos coinciden en que el momento ideal para comer alcachofas es durante la comida del mediodía. Esto se debe a que sus propiedades digestivas, pero también son una buena opción para la cena, siempre que se preparen de forma ligera, ya que su bajo contenido calórico y su efecto saciante las convierten en un aliado ideal para una digestión más suave por la noche.
