Table of Contents
En una época donde el cansancio es casi una constante y el rendimiento parece exigido las 24 horas, las pastillas de cafeína se han convertido en una solución rápida y legal para muchos. Sin embargo, el cardiólogo Aurelio Rojas advierte que este atajo energético puede convertirse en una trampa peligrosa para la salud, especialmente cardiovascular. «La gente cree que está ganando energía, pero en realidad está firmando un préstamo con intereses muy altos para el cuerpo», señala el especialista. Y no exagera. La evidencia científica respalda sus palabras
Más riesgos de los que imaginas
Tomar cafeína en cápsulas produce un efecto casi inmediato. Se activa el sistema nervioso central, se agudiza la concentración, aumenta el estado de alerta y mejora el rendimiento físico. Además, se reduce temporalmente la sensación de fatiga. Pero este “subidón” viene acompañado de una elevación de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Aunque en personas sanas puede parecer inofensivo, Rojas recuerda que «ese efecto cardiovascular, si se repite con frecuencia, no es algo que el organismo pueda ignorar por mucho tiempo».
El consumo frecuente o en dosis altas empieza a mostrar su otra cara. El cardiólogo advierte que el uso prolongado de cafeína en pastillas puede alterar los ritmos de sueño, generar dependencia psicológica, potenciar la ansiedad y favorecer trastornos digestivos. «Lo más preocupante es la sobreestimulación crónica del sistema nervioso simpático, que se encarga de las respuestas de ‘lucha o huida’. Si ese sistema está siempre encendido, el cuerpo vive en un estado de alerta permanente que desgasta el corazón, los vasos sanguíneos y la salud mental», enfatiza Rojas.
¿Cuál es la dosis segura? Depende, y mucho
La recomendación estándar que dicta Clínica Mayo para adultos sanos es no superar los 400 mg de cafeína al día, incluyendo todas las fuentes: pastillas, café, té, chocolate y bebidas energéticas. Sin embargo, el especialista aclara que no es una cifra universal. «En personas con hipertensión, antecedentes cardíacos o ansiedad, la dosis segura puede ser bastante menor. Incluso 200 mg pueden ser demasiado», advierte. Superar esa cifra de forma aguda puede provocar desde taquicardias e insomnio hasta crisis de ansiedad o arritmias.
¿Pastilla o café? No es lo mismo
Aunque en términos químicos la cafeína sintética y la natural son equivalentes, el cuerpo no las procesa igual. El café y el té contienen compuestos como antioxidantes, polifenoles y L-teanina (en el caso del té), que amortiguan el efecto de la cafeína y lo hacen más gradual. En cambio, las pastillas carecen de estos moduladores. «El resultado es un pico más fuerte y rápido, que puede saturar el organismo si no se toma con precaución» explica Rojas. Esto hace que el riesgo de efectos secundarios aumente si no se tiene una buena tolerancia o si se toma sin control.
¿Qué pasa si te equivocas con la dosis?
Tomarla por la tarde o en cantidades excesivas puede provocar insomnio, palpitaciones, irritabilidad, acidez gástrica y un efecto rebote de fatiga cuando pasa el efecto. En situaciones más extremas o si se combina con otros estimulantes, puede derivar en crisis hipertensivas o alteraciones graves del ritmo cardíaco. «No se puede usar la cafeína como reemplazo del descanso, ni como solución crónica para la fatiga. Eso es maquillar un problema que, tarde o temprano, saldrá a la luz con intereses acumulados», sentencia el cardiólogo.
Una herramienta, no una solución permanente
La advertencia de Aurelio Rojas es clara: la cafeína puede ser útil si se usa de forma puntual, bien dosificada y con conocimiento. Pero convertirla en una muleta diaria es una práctica que, lejos de mejorar el rendimiento, puede cobrar un precio alto en salud. La energía real no se fabrica en cápsulas. Dormir bien, alimentarse de forma equilibrada y respetar los ciclos naturales del cuerpo siguen siendo, según los expertos, la única fórmula sostenible para rendir sin poner en riesgo el corazón.
