Hichem Aboud iba descamisado, maniatado y con los ojos vendados. Lo acompañaban dos de los secuestradores que el día anterior lo habían metido a la fuerza en un coche en Barcelona y que luego habían cruzado la península por carretera hasta llegar allí. Estaba a pie del río Guadalquivir, entre una vasta tierra de marismas deshabitadas.
De repente, un murmullo de motores comenzó a escucharse. Por el cauce del Guadalquivir se aproximó una narcolancha hasta donde se encontraban la víctima y sus captores. Los secuestradores pretendían subir a Aboud en ella. Pero la suerte, los astros, el destino, o tal vez todo junto, se aliaron con ese periodista y opositor argelino crítico con el régimen de su país.
De casualidad, una patrulla de la Guardia Civil que rondaba la zona divisó a aquellas tres personas. Al principio pensaron que eran traficantes de cocaína o hachís, algo habitual por esas aguas. Los uniformados decidieron actuar. Al percatarse de la llegada de los guardias, la tripulación que iba a bordo de la embarcación hizo un cambio de rumbo. Aboud no llegó a pisarla.
La goma se esfumó, huyendo en dirección a la desembocadura del Guadalquivir. Ocurrió la tarde-noche del jueves 17 de octubre de 2024. Tras su rescate, Hichem Aboud, exiliado en París desde hace décadas, entendió que el Gobierno de su país había confiado en un clan de narcos que operan en el río para hacerle desaparecer o para llevarlo hasta territorio argelino a través de las aguas que separan Europa de África. «Tengo claro que son sicarios a sueldo del régimen», denunció Aboud en Crónica.
Muy cerca de donde aquellos avispados agentes encontraron a Hichem Aboud hace cinco meses, a última hora de la tarde del pasado martes se produjo la colisión entre dos narcolanchas que trataban de huir de la presión de la embarcación Río Iro de la Guardia Civil. Una de las gomas de los traficantes iba cargada con petacas de gasolina y chocó contra otra que se encontraba parada. Los agentes rescataron a un marroquí del agua. Ingresó en un hospital en estado grave, con un neumotórax y la cadera rota.
A otro narco también involucrado en el accidente, vecino de Algeciras (Cádiz), lo condujo y abandonó una lancha cerca de la desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda, a 25 kilómetros río abajo. Resultó herido leve, según fuentes de la investigación, que aseguran que a la hora de la persecución hasta siete embarcaciones de traficantes se cobijaban en el río de un temporal.
«Son demasiados avisos en los últimos meses como para pensar que aquí se está haciendo lo suficiente», dice el alcalde de Trebujena (Cádiz), Ramón Galán, de Izquierda Unida. Galán gobierna uno de los casi 20 pueblos bañados por el Guadalquivir en su zona navegable, que llega incluso más allá de Sevilla capital. «Ahora mismo el narco campa a sus anchas por aquí. O se hace algo pronto de manera contundente o este territorio corre el riesgo de caer en manos de los traficantes y de su narcocultura», añade Galán mientras camina próximo a la orilla del río Guadalquivir. «Estamos cerca de encontrarnos con un serio problema social si la gente de estos municipios ve el narcotráfico como una forma de vida. Esta es una tierra de oportunidades, pero hay que creer en ellas».
El regidor que más ha alzado la voz contra los narcos en los últimos meses es Modesto González Márquez. Es quien encabeza una rebelión de alcaldes de distintos partidos que busca que el Ministerio del Interior incremente la lucha policial en la zona. Dice estar «harto», como sus vecinos, de que las lanchas pasen por su pueblo de noche, de día, haga sol o diluvie. Tanto, que incluso llevó el debate a pleno municipal. En gran medida, empujado por unas últimas noticias que le provocan «miedo»: a principios de este año se encontró en un finca de su pueblo un alijo nunca antes visto por estos lugares, 7.000 kilos de cocaína ocultos en dos contenedores enterrados bajo tierra, a los que sólo se podía acceder por una trampilla. Según los últimos cálculos del Ministerio del Interior, un kilo de cocaína vale en el mercado actual unos 30.000 euros. El valor de aquel alijo incautado ascendía a los 210 millones.
Lola Prósper, alcaldesa de La Puebla del Río (Sevilla), y Modesto González, regidor del municipio también sevillano de Coria del Río. Los dos gobernantes sostienen algunas de las imágenes protagonizadas por los narcos en los últimos meses a su paso por el río Guadalquivir.
González Márquez es regidor de Coria del Río (Sevilla) bajo las siglas de Andalucía por Sí (AxSí), un partido fundado en 2016 con la aspiración de tomar el relevo del Partido Andalucista. El Guadalquivir discurre de manera paralela por Coria en varios kilómetros. El lunes 3 de marzo, a las dos de la tarde y a ojos de numerosos vecinos, se produjo una persecución de la Guardia Civil a una lancha de traficantes. A la barcaza de la Benemérita se sumó un helicóptero. Se escuchó incluso un disparo, según los vídeos grabados. Ante la presión policial, los narcos decidieron lanzar por la borda las petacas de combustible que llevaban a bordo. Era la enésima vez que se producía un hecho similar en los últimos «dos o tres años» en las inmediaciones de Coria. Ante esta situación, Modesto González aboga por la creación de un grupo policial específico que opere de manera exclusiva, tanto de manera disuasoria como en investigaciones, entre Sevilla y Sanlúcar de Barrameda, donde el río se vierte al Atlántico.
«Evidentemente, no se está haciendo lo suficiente si las narcolanchas circulan casi a su antojo por el estuario. Reclamamos que se actúe con dedicación y exclusividad en esta zona del río porque una vez que los narcos entran en el Guadalquivir disponen de tantas posibilidades de desembarcar que saben que tienen garantizado el alijo. El riesgo de que se cree una narcocultura existe, pero todavía estamos lejos de esa situación. Aunque no es menos cierto que si no se actúa, el narco llegará a asentarse de manera irremediable. Yo, como alcalde de mi pueblo, quiero que mi ministro del Interior cree un GRECO en el río. O un OCON-Guadalquivir. Nos da igual, se llame como se llame. Pero que se haga algo antes de que sea tarde y la violencia se adueñe de nuestros municipios».
El alcalde coriano se refiere a los Grupos de Respuesta Especial para el Crimen Organizado (GRECO) de la Policía Nacional, ya establecidos en lugares como la Costa del Sol, en Málaga, y al Organismo de Coordinación de Operaciones contra el Narcotráfico (OCON-Sur). Interior disolvió este último en 2022 tras dejar unos resultados exitosos en la lucha contra el tráfico de drogas en Andalucía desde 2018, cuando nació: un millón de kilos de hachís intervenidos, 35.000 de cocaína, 1.137 embarcaciones aprehendidas, 12.813 detenciones…
COLOMBIANOS EN SEVILLA
En noviembre de 2024, la Guardia Civil y la Policía Nacional iniciaron una investigación contra una banda de narcos que colaba cocaína por el Guadalquivir. La droga era introducida por uno de los caños del municipio sevillano de Isla Mayor. Por allí la trasladaban a una nave industrial de otra localidad vecina, La Puebla del Río. Cuando los agentes irrumpieron en aquella nave se incautaron de 2.883 kilos de cocaína. A los custodios de la mercancía se les arrebataron cuatro rifles de asalto Kalashnikov, considerados armas de guerra. Entre los arrestados hubo colombianos.
La alcaldesa de La Puebla del Río es Lola Prósper. Ella es la líder del Partido de La Puebla, unas siglas independientes. Cuenta que el «boom» del narco por el río se ha dado «en el último año, esencialmente». «Vemos sus lanchas mientras paseamos, de día y de noche. Es alucinante», asegura. Prósper reclama también a Interior el incremento de agentes en su pueblo y en otros vecinos, y la creación de un grupo policial específico que actúe en la zona, una reivindicación idéntica a la de sus homólogos de Trebujena y de Coria. «Esta es una zona con muchos arrozales alrededor. Estamos rodeados de canales y caños que los narcos usan a su antojo. O entendemos por dónde se mueven o no podremos combatirlos».
El cuarto alcalde consultado es el de Lebrija, José Barroso, del PSOE. Es el más tibio en sus exigencias a Interior. Aunque afirma que «cualquier incremento en dotaciones policiales es bienvenido», añade que no ha de ser él quien diga si es necesario o no dicho grupo policial ex profeso para el río. «Creo que las detenciones y las operaciones que estamos viendo son fruto del buen trabajo. Si llegan refuerzos, estupendo. Pero Interior sabe lo que hace», añade.
Mientras los alcaldes ribereños reclaman mayor presencia policial, el Ministerio del Interior defiende la actuación de las fuerzas de seguridad en la zona, aunque desde el departamento que encabeza Fernando Grande-Marlaska rechazan responder a si el Gobierno se plantea imponer barreras físicas en determinadas zonas del río o la creación de un grupo especial contra el narco del Guadalquivir. A preguntas de EL MUNDO, fuentes oficiales de Interior señalan que desde 2018 se cuenta con un plan específico de seguridad para combatir la criminalidad organizada y el narcotráfico en el Campo de Gibraltar.
«Ha permitido estrangular la actividad de las organizaciones que explotaban las rutas del narcotráfico del Estrecho», subrayan. «El plan se ha renovado sucesivamente y el actual, aprobado en 2024 y en vigor hasta el 31 de diciembre de este año, comprende seis de las ocho provincias andaluzas y mantiene un seguimiento permanente sobre el área del río Guadalquivir (…) Por otra parte, el pasado 14 de febrero, el ministro del Interior presentó en Cádiz, ante la Coalición de Países Europeos contra el Crimen Organizado, las actuaciones y resultados de la aplicación del plan, que es tomado como referencia de la lucha contra el narcotráfico en Europa».
Pese a los esfuerzos, el narco sigue envalentonado. Este pasado jueves, EL MUNDO publicó una información en la que se daba detalles acerca del ataque a tiros de los traficantes de drogas al principal servicio de vigilancia de la costa, las torres que integran el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE).
Esta semana, Jucil, la asociación mayoritaria de guardias civiles, ha reclamado al Ministerio del Interior la creación del primer Servicio Marítimo de interior en España, con base en Sevilla. Serviría, asegura esta organización, «para frenar la creciente actividad del narcotráfico en el río Guadalquivir, convertido en la autopista de la cocaína en nuestro país».
Desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) se apuesta por la recuperación de OCON-Sur o de un cuerpo similar «no solo en el río Guadalquivir, con la implementación de un nuevo destacamento del Servicio Marítimo, sino en todo el litoral andaluz, tal y como existía anteriormente».
El secretario federal de AUGC en Andalucía, José Manuel Manso, considera que si este grupo policial «hubiera seguido funcionando es muy probable que la situación actual de anomalía delincuencial no hubiese alcanzado la magnitud que vemos hoy».
Con respecto a la defensa que Interior realiza de la presión policial que se realiza en la zona y el resto del litoral andaluz, Manso añade: «La realidad es tozuda y desmiente el discurso oficial».
LAS NUEVE TONELADAS DE LA ARMADA FRANCESA QUE IBAN A PARAR AL RÍO
Distintas fuentes policiales y judiciales coinciden en que la «actividad frenética» que se vive en el Guadalquivir se debe a dos razones. La primera, la presión ejercida contra los clanes de la droga desde 2018 en la comarca gaditana del Campo de Gibraltar, la más próxima a Marruecos. Como consecuencia, los intermediarios andaluces que trabajan en el negocio han puesto el foco más al oeste para instalar sus clanes y para colaborar con los que ya estaban establecidos en la zona.
La segunda razón, «la cada vez más pujante ruta africana». La cocaína que ahora llega al extremo suroeste de la península ibérica en narcolanchas pasa en muchas ocasiones por países como Mauritania, Senegal o Guinea Conakry. Una vez allí, a través de sus costas, se trasvasa luego a veleros o pequeños barcos de pesca para cambiar de bandera y dificultar la labor policial de seguimiento. Después, son estas embarcaciones las que acercan la mercancía al continente europeo.
En ese momento entran en juego las lanchas que antaño sólo metían hachís por las costas andaluzas y que ahora han centrado sus esfuerzos en el Guadalquivir. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) alerta desde hace años que por esta vía entra la cuarta parte de toda la cocaína ingresada en Europa, alrededor de unas 50 toneladas al año, con un valor aproximado de 2.000 millones de dólares.
Un ejemplo elocuente: el pasado 10 de enero, la Armada francesa encontró nueve toneladas en un mercante interceptado en Isla Martinica, en el Caribe. A bordo iban tres colombianos y un sevillano. Viajaban con la intención de trasvasar la carga a una narcolancha una vez cruzaran el Atlántico. Pretendían colar la mercancía por el Guadalquivir.