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Los bulos del Gobierno sobre el apagón, por Jasiel-Paris Alvarez

by Marko Florentino
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La versión oficial sobre la desinformación es que la mitad proviene «de fuera» (es decir, de rusos y chinos) y la otra mitad «de abajo» (es decir, del populacho con baja formación académica que comparte fake news en redes sociales). La realidad es distinta: la desinformación puede venir «de dentro» (nuestro propio país o bloque geopolítico) y «de arriba» (las élites supuestamente guardianas de la verdad y la neutralidad). El apagón está siendo un caso de manual:

1.- Desinformación sobre la desinformación: el Gobierno comparece una y otra vez sin ninguna información certera más que la siguiente: «la gente está propagando bulos y desinformación», «hay personas buscando polarizar y causar desasosiego», «la ciudadanía no debe especular» ni «dar pábulo al ruido» sino seguir únicamente «informaciones oficiales». Este discurso es falso porque mezcla conceptos: confunde el «no estar informado» (un-informed) con estar «mal informado» y tener «información inexacta» (mis-information), con hacer un «uso malicioso de informaciones reales» (mal-information) y finalmente con la «desinformación» en sí (dis-information). 

El Gobierno llama a todo por igual «desinformación», cuya definición debería incluir solamente a «la difusión de informaciones falsas con consciencia de que son falsas, con la voluntad de hacer daño». Cuando se acusa a la gente de «desinformar» se está lanzando una acusación muy grave contra ciudadanos y comunicadores que no se corresponde con la realidad: en el peor de los casos estarían difundiendo misinformation, es decir, «información inexacta» de gente «mal informada» que ni sabe que lo está ni tiene intención alguna de erosionar a Pedro Sánchez. La idea de que los rumores en la calle o el debate de teorías en redes sociales es «desinformación» revela una personalidad paranoica en los gobernantes, que creen que la natural necesidad de obtener información y compartir teorías en realidad busca hacerles daño a ellos.

En realidad, por mucho que pudiesen venir «de abajo» o «de fuera» las informaciones deficientes prosperan únicamente cuando «aquí arriba» los gobernantes no han hecho su labor de informar con la suficiente exactitud y prontitud. La «desinformación» solo crece en una situación de «no-información» pública por parte del poder. Cuando se comparece después de horas y horas de silencio (más tarde que las primeras explicaciones de Red Eléctrica y del primer ministro portugués), el Gobierno está creando una situación de ciudadanos no informados (uninformed) cuya responsabilidad ha de asumir, en lugar de intentar proyectarla sobre los ciudadanos, acusados de ser víctimas de la desinformación (disinformed) o, peor aún, sus promotores. 

Eso sí es desinformación (disinformation) o, como mínimo, uso malicioso de información real (malinformation): comparecer afirmando que respecto al apagón no se han identificado más responsables ni sospechosos que nuestra supuesta diseminación de bulos. Señalar al bulo como único peligro mientras se da un mensaje positivo sobre todo lo demás (su acción de Gobierno, sistema energético, plan de recuperación y socios internacionales) es desinformación, porque el principal peligro del momento es la repetición del apagón por la falta de causas identificadas, no la especulación de causas por parte de la gente.

2.- Desinformación del ciberataque: pese a ser descartado desde la Unión Europea y la propia Red Eléctrica, el Gobierno mantiene abierta la hipótesis del ciberataque, que le permite especular con que las culpas no sean suyas sino «de fuera». Aunque no se señala explícitamente a Rusia, al hablar de ciberataque Sánchez menciona que ha estado en contacto con los dos principales actores en lucha contra Rusia: la OTAN y Ucrania (cosa curiosa, llamar a Bélgica y a Kiev antes que a la oposición). 

La única teoría de la conspiración que se ha escuchado entre la gente y en medios de comunicación es la posible autoría rusa del supuesto ciberataque. Pero ni siquiera esta desinformación proviene de la opinión pública «de abajo», sino que es consecuencia lógica de que durante los últimos años «los de arriba» (Gobierno, medios afines y socios euro-atlánticos) han impulsado la idea de Rusia como amenaza inminente capaz incluso de bombardear Madrid.

La contradicción gubernamental entre seguir investigando un ataque «de fuera» y querer controlar las especulaciones de abajo da lugar en la tercera comparecencia a una situación de abierta «mala información» (misinformation): por un lado «no descartamos el ciberataque» y por otro lado «descartamos los bulos de que el apagón fue provocado por un experimento o por un ataque terrorista». El problema: un ciberataque contra la red eléctrica sí es universalmente considerado como un ataque terrorista, concretamente «ciberterrorista» (una categoría diferente a ciberdelincuencia y ciberespionaje). Al «descartar el terrorismo» seguramente Pedro Sánchez tenía en mente el terrorismo analógico (como una bomba en un ataque islamista), pero en la práctica afirmó a la vez que un ciber-ataque se descartaba y no se descartaba.

3.- Desinformación sobre la solidaridad de Francia y Marruecos: el discurso de Sánchez en agradecimiento a la «fraternité» de París y Rabat también es información defectuosa: la energía desde ambos países no es ninguna donación desinteresada, sino que opera bajo acuerdos comerciales y se factura según los términos convencionales del mercado. Lo que sí hizo Francia voluntariamente en un primer momento fue desconectar a España de su red y mantenerla aislada por temor a que nuestro apagón se contagiase a su sistema. Es la «solidaridad europea estilo Covid»: aislarte, culparte y luego venderte suministro. 

La vulnerabilidad energética española (y su dificultad a la hora de importar energía en situaciones de crisis) proviene precisamente de la baja interconexión de España con el continente europeo, una situación que ha sido en parte promovida por la propia Francia. Las reticencias históricas galas hacia proyectos como el gasoducto MidCat provienen de su preocupación por que España logre exportar al resto de Europa energía renovable más barata que la nuclear francesa. Aunque Sánchez lleve años intentando aparentar un liderazgo europeo de la mano de Macron, Francia es un competidor energético de España, mientras que la propia Unión Europea no se muestra particularmente interesada en mejorar nuestra situación, priorizando los corredores energéticos del centro y norte de Europa mientras languidecen los presupuestos para nuestro litoral atlántico y mediterráneo.

«El acercamiento del Gobierno de España con Marruecos ha supuesto una vulnerabilidad energética»

También Marruecos es un competidor y un vendedor no-solidario. De hecho, en los últimos años el acercamiento del Gobierno de España con Marruecos ha supuesto una vulnerabilidad energética: su rival africano, Argelia, que era nuestro principal proveedor de gas natural, ha reducido nuestro suministro desde 2022 por la impresentable cesión de Sánchez sobre el Sáhara.

Llama la atención que se mencione elogiosamente a Marruecos en la misma comparecencia en que se debate un ciberataque. Marruecos está en el podio africano de ciberdelincuencia y hay probables antecedentes de ciberacciones contra España, como el posible uso del software israelí Pegasus. Pese a que el Ejecutivo lleva un año alertando sobre el peligro de la guerra electrónica, por algún misterioso motivo a día de hoy Marruecos no figura como ciberamenaza en la Estrategia de Seguridad Nacional del Gobierno. Es, sin duda, un caso de Ejecutivo desinformado.

4.- Desinformación sobre las nucleares: el presidente anima a «no descartar ningún escenario» (como el ciberataque) pero inmediatamente después afirma que debe descartarse rotundamente un «problema de exceso de renovables» respecto a la baja producción de energía nuclear. Más información contradictoria. El Gobierno está embarcado en un programa de eliminación gradual de la nuclear para 2035 y no pierde ocasión para difundir «el apagón no se ha debido a la falta de nucleares» y que «las nucleares no están siendo una solución, sino un problema», ya que la verdadera recuperación del suministro está siendo «gracias a las interconexiones con Marruecos y Francia». 

Es un caso de malinformation, información que contiene verdades, pero es usada de forma maliciosa (contra la energía nuclear): aunque es cierto que la recuperación eléctrica no proviene de nuestras centrales en Almaraz o en Ascó, sino de Francia, la pregunta es ¿de dónde proviene esa electricidad francesa? Pues de 56 reactores nucleares que, produciendo el 75% de su suministro, hacen de Francia el país más dependiente per cápita de la energía nuclear. Luego sí, la recuperación de España se debe a la energía nuclear. Pero el Gobierno prefiere subcontratarla a producirla, en una situación tan absurda como promover nuestra descarbonización mientras profundizamos la dependencia del carbón marroquí.

5.- Desinformación sobre los operadores privados: para escurrir el bulto de la responsabilidad pública, Pedro Sánchez pasa a referirse a Red Eléctrica como una empresa privada. Curiosamente en 2022 se refería a ella como una «entidad público-privada», atribuyéndose para el Gobierno el mérito de la inauguración de un nuevo eje eléctrico. Pero cuando lo que se reparten no son méritos, sino culpas, la titularidad cambia misteriosamente. La realidad es que el accionista mayoritario es el Estado, lo que permite poner al frente de la empresa a cargos del PSOE como la actual presidenta Beatriz Corredor. Hay una parte de verdad al hablar de «operador privado»: la escandalosa situación de que el 80% de sus acciones están en manos privadas (como Amancio Ortega) y el 60% además de ser privadas son extranjeras (como BlackRock). Pero la pregunta verdaderamente informativa sería: ¿no fue el PSOE de Felipe González quien propició esa situación con su privatización? Pronto a hacer preguntas como estas le llamarán también «desinformación».





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