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Murcia, ¡qué bien se come!
La Cabaña Buenavista. El AVE a Murcia es una de las pruebas evidentes de esos desmadres de las autonomías que se comen tanto derechas como izquierdas. No sólo se trata de que para llegar a Murcia haya que pasar por Atocha después de salir de Chamartín, sino que se nos anuncia la llegada en catalán. ¿Por qué? Porque se diseñó el trazado para que pasara por Alicante en lugar de por Albacete que hubiera sido lo lógico. Estas naderías millonarias no deben distraernos del objetivo de ir a Murcia. Y visitar por ejemplo, la catedral con su refinadísima capilla de los Vélez. O darse un paseo parando en los bares para comer marineras con una Estrella de Levante fresquita. O esas verduras que… ¡no entremos en el trasvase! Pero Murcia también tiene restaurantes de referencia además de ese tapeo que es siempre agradable. Es el caso de La Cabaña Buenavista con dos estrellas Michelin sin dejar de rendir homenaje a toda la gastronomía murciana. La hueva, los michirones… son reinterpretados sin caer en cursilirismos gastronómicos… Murcia no sólo es hermosa como reza el tópico.
Más importante que la Corona
Galería de las Colecciones Reales. Decía Manuel Azaña que el Museo del Prado era más importante que la Monarquía y la República juntas. Seguramente porque es la prueba de lo que fue España. Sin necesidad de expolio, por cierto. La inigualable oferta museística de Madrid la completa ahora la Galería de las Colecciones Reales, un proyecto que inició el mismo Azaña cuando se proclamó la República y en cuya consecución han empujado todos los gobiernos de la Democracia -desde Suárez a Sánchez– y los dos jefes de Estado, el Rey Juan Carlos y el Rey Felipe. El resultado impresiona. Los tesoros de Guarrazar en suspensión, los de Isabel la Católica, el Carruaje en el que arrastraron los españoles a Fernando VII clamando ¡vivan las cadenas! La Galería de las Colecciones reales es otra evidencia complementaria al Prado de lo que fue la Monarquía antes de que su patrimonio pasara a ser el de la nación y los riesgos que eso conlleva en un Estado plurinacional. Y como elemento morboso, también se expone temporalmente el Mercedes de tres ejes que Hitler le regaló a Franco y que hasta ahora sólo se podía ver en contadas ocasiones en el cuartel de la Guardia Real en el Pardo. Para completar el plan, pueden ir al Palacio Real y luego caminar hasta Casa Ciriaco a comer gallina en pepitoria.
Sin la tumba de Franco
El Valle de los Caídos. Que Sánchez sacara a Franco no ha hecho que los españoles que lo visitan digan Cuelgamuros. El Valle de los Caídos -pese a las plaquitas explicativas con las que lo pretenderán resignificar, reexplicar- no dejará de ser un emblema de una época, de su arquitectura… como lo es el Arco de Moncloa. Lo de Sánchez es tan viejo como las piedras. También los sucesores de Hatshepsut en Egipto quisieron borrar su nombre del templo pero cuatro milenios después nadie ha olvidado quién fue la reina-faraón que lo construyó. La referencia al templo egipcio tiene su aquel por ciertas similitudes estéticas y espirituales -el más allá- y porque el Valle también está excavado en la piedra viva de Cuelgamuros. Algunos proponen volar la cruz. Sería un grave error. El paraje sobrecoge se crea o no en Dios, la patria, el rey, Franco; o lo que nos apriete el cho…
Lewis OfMan
En la Casa Encendinda.El centro cultural madrileño, en Ronda de Valencia, 2, puede presumir de ofrecer uno de los programas culturales más atractivos de Madrid. Especialmente en lo que a música se refiere. El próximo 28 de febrero actúa Lewis OfMan, nombre artístico del francés Lewis Delhomme, uno de los músicos más interesantes más allá de los circuitos cerrados del mainstream. Lewis OfMan mola -ésta no es una impresión subjetiva- y aporta un sonido lleno de matices, ironías y muy diferentes inspiraciones: desde fotografías a la música italiana de los 70. Él mismo definió su música en la revista Apartamento como melodic groove, que no sé como traducir. Sus canciones más conocidas (vayan a Spotify para iniciarse antes del concierto) son Hey Lou, Frisco Blues y Highway aunque mis favoritas son Boom, Boom, Dancy Girl de su disco Sonic Poems. Escucharlo produce una suerte de excitación alegre, como si de repente las cosas fueran a salir sorprendentemente bien en un mundo sin perdedores. Eso debería ser la felicidad.