Reportero: Los Testigos de Jehová celebran este fin de semana en el Wanda Metropolitano de Madrid una asamblea internacional multitudinaria, el congreso durará toda la semana…
Narrador: Entre el 20 y el 21 de julio de 2019, 400 testigos fueron bautizados por inmersión en el Metropolitano, el estadio del Atlético de Madrid. En las gradas, hasta 52.000 personas. En el césped: varias piscinas pequeñas e individuales. Europa Press contaba así la experiencia de uno de los participantes, que se acababa de bautizar:
N: Participante: Eso es un día emocional para nosotros. Después de tanto tiempo de conocer eso, por fin podemos decir que soy un testigo de Jehová.
N: Aquel día, en el Metropolitano también está Aníbal Matos, por aquel entonces portavoz de los Testigos. en España. Y se le nota orgulloso, sacando músculo por lo multitudinario del evento:
Aníbal Matos: «Tenemos aquí una delegación de más de 6.300 delegados que han venido a estar con nosotros en esta asamblea, proceden de Corea, de Taiwán, de Perú…»
N: A preguntas de la reportera de Europa Press, Matos hace hincapié en el compromiso que implica este acto:
A: Por eso no bautizamos bebés, porque Jesús dijo que había que bautizar a personas que llegaran a tener un conocimiento claro de la verdad, solo esas personas pueden tomar una decisión por sí mismas.
José Ramón Navarro: Para ellos es un momento fundamental. Es como su volver a nacer o su, realmente, nacer de verdad, porque es el momento en el que ellos se van a incorporar plenamente a la confesión. Y por otro lado, también para ellos es como una ceremonia de cohesión.
N: José Ramón Navarro Pareja, periodista de ABC con varias décadas de experiencia cubriendo información religiosa, explica que estos bautizos masivos son tanto un acto simbólico como social.
JR: yo creo que esto es algo que hace que no lo convierta en un acto privado, sino que lo convierte en un acto público, porque sirve para la organización y sirve además incluso para reforzar ese sentimiento de pertenencia.
N: Hay varias diferencias entre el bautismo católico y el de los Testigos. La primera distinción reside en cómo se moja el nuevo fiel:
JR: es un bautizo por inmersión, que es una de las cosas que nos llama la atención, que suelen ser como una especie de piscinas hinchables o de estas que son estructuras portátiles que se pueden montar.
N: Pero, de fondo, más allá del agua hay más diferencias muy profundas. En los Testigos de Jehová el bautismo es un acto militante, voluntario y trascendental. Marca un antes y un después:
JR: En su caso, el bautismo es la decisión final después de todo un proceso en el que ellos deciden que van a ser testigos de Jehová. A mí me llamó mucho la atención una de las cosas que planteaban las víctimas, sobre todo ya en las etapas finales del juicio.»Si nosotros hubiéramos sabido todo lo que luego hemos experimentado y vivido, probablemente no hubiéramos dado ese paso. Pero eso se nos ha ido desvelando después»
Patricia: Porque eso es un contrato de por vida. O sea, es un contrato verbal lo que tú haces ahí bautizándote con ellos.
N: Patricia se bautizó cuando tenía 15 años. En su caso el acto no fue tan masivo, ocurrió en el salón de asambleas de Almendrales, frente a mil personas, en lo que había sido un antiguo cine de Madrid. Se pasó varios meses preparándose para ese momento, en teoría uno de los días más felices en la vida de un Testigo:
P: Noté muchos nervios, como mucha emoción, porque es un paso muy importante. Entonces el agua estaba muy caliente. Me acuerdo, de hecho tengo la foto del bautismo entrando en el agua y noté que me quemaba.
N: Las repercusiones de esta bendición son grandes. Hasta entonces se es un estudiante de la Biblia, pero una vez bautizado ya se es un testigo de Jehová en activo. Ya formas parte, oficialmente, de aquel otro mundo. Y de manera irreversible.
P: Ahí ya te pueden expulsar, te pueden hacer comités judiciales si cometes algún pecado… Que no te permites tener fallos. O sea, tú quieres ser perfecta, tú quieres cumplir con todo. No había conocido otra cosa. Entonces para mí esa era la verdad, eso era lo que tenía que hacer. Y entonces pues me bauticé con 15 años y, bueno, pues a partir de ahí empezaron los problemas.
N: Esos ‘problemas’ son los que años después harán que Patricia se siente en un juzgado para presentarse como víctima de los Testigos de Jehová.
Jueza: Doña Patricia, usted está aquí en calidad de testigo y le va a tomar declaración…
N: El 1 de diciembre de 2022 se celebra la tercera sesión del juicio. Patricia sube al estrado.
J: Le debo tomar juramento promesa de decir la verdad. Jura o Promete decir la verdad?
P: Juro y prometo decir la verdad.
N: Está inquieta, es la primera vez que declara.
J: Relájese un poco más, que la veo muy alerta con estas preguntas se ha puesto demasiado en alerta.
P: Lo siento. Es que esoy muy nerviosa.
J: Es la primera vez entiendo…
N: Carlos Bardavío, el abogado de la Asociación, toma la palabra y le hace la primera pregunta:
Carlos Bardavío: Usted ha dicho que ha sido testigo de Jehová. ¿Y desde cuándo no es Testigo de Jehová?
P: Desde hace 27 años.
C: 27 años… ¿Usted se desasoció o fue expulsada?
P: Fui expulsada.
C: ¿Por qué motivo fue expulsada?
P: Bueno, la condena fue por fornicadora impenitente y por insumisa y rebelde.
Cabecera.Episodio 3. Los silencios
N: El silencio es la ausencia de ruido, pero detrás de esta idea hay muchos tipos de silencios. Podría parecer que en esta historia, en la que la religión está como telón de fondo, el silencio debería jugar un papel espiritual, una vía de paz, pero este relato no tiene nada de quietud. Hablamos de otro tipo de silencios. Algunos son ‘voluntarios’, como los llama la filósofa Olga Belmonte.
Olga: Porque no quieres decir, porque no quieres contar lo que te ha pasado, porque no estás preparado, o porque crees que no te va a ayudar el contarlo, y eso es lo que decía de respetar el derecho al silencio, a no querer nombrar.
N: Hay otros silencios que fueron elegidos pero que permanecieron infranqueables durante mucho tiempo, años incluso… Aquí volverán a sonar.
O: «Yo puedo describir el daño, lo que me ha ocurrido, pero no el dolor que siento, eso no soy capaz de nombrarlo, ¿no?». Entonces la víctima calla muchas veces porque le es imposible hablar, pero luego hay un silencio que puede ser inducido… Que les digamos a las víctimas que no denuncien, que no digan no, no llames la atención o no te metas en esto.
N: Ese es el silencio que busca acallar a las víctimas.
O: Y creo que ahí sí tenemos la tarea de ver cuáles son las razones que le están llevando a no querer hablar.
N: Estos silencios forzados reciben un nombre: censura, y se dan cuando se pretende eliminar un determinado ruido: un comportamiento, unas ideas, una información…O incluso, un delito.
N: Alrededor de los Testigos de Jehová y de este caso -su denuncia a la asociación de víctimas formada por un grupo de exmiembros- los silencios se multiplican. A lo largo de las sesiones del juicio se destapará lo que las víctimas han callado y esa censura salpicará también a los medios que intentaremos informar sobre ello.
O: Entonces la censura tiene como muchas brasas que la pueden ir encendiendo, ¿no?
N: Eso está a punto de suceder. Pero de momento no ha ocurrido.
N: La adolescencia de Patricia y la del resto de niños criados dentro de los Testigos transcurre con normalidad entre reuniones y horas dedicadas al estudio de la Biblia. Las normas internas son obligatorias, a pesar de que traigan consigo un aislamiento. Ya lo sabemos: nada de amigos fuera de la organización o de celebrar fiestas como la navidad o los cumpleaños.
N: De camino al bautismo hay que construir una rutina, hay que cimentar el día a día del buen testigo.
N: Y esto no solo se hace preparándose uno mismo, también se hace difundiendo el mensaje de Jehová. Predicando.
P: Bueno, nos presentábamos como vecinos del barrio,»venimos en esta mañana deseando darle un mensaje positivo de parte de Dios o…»
N: Aunque en la actualidad esta ya no es su actividad principal, durante muchas décadas estas visitas y la predicación por la calle fueron uno de los rasgos distintivos de los Testigos de Jehová.
P: Entonces eran unas presentaciones así como muy breves, como para llamar la atención y que nos abran la puerta, ¿no? Sobre todo conseguir que nos abran la puerta. Eso era lo más difícil.
N: Patricia empezó a predicar desde muy pequeña, con apenas 7 años. Cada fin de semana, en el salón del Reino, se organizaban pequeños grupos, se repartían las tarjetas con el territorio a cubrir y los Testigos se lanzaban a la calle. Empezaba la campaña del puerta a puerta para difundir su Biblia y su palabra.
P: Pues había de todo, había personas ateas, «pues es que yo soy ateo», pero a lo mejor era amable, pues entonces nos daba lugar para decir «bueno, y ¿qué le ha llevado a no creer en Dios, alguna experiencia negativa?». O entonces le hacíamos preguntas como para llevarlos a nuestro terreno.
N: Y cuando la reacción era escéptica, recurrían al plan B:
P: Incluso había un libro que estudiábamos para vencer objeciones, o sea, aprendíamos a cómo había que responder si la persona nos decía no me interesa o estoy ocupado, todo lo sabíamos responder, nos adiestran, o sea, hay toda una escuela de eso.
N: En el mejor de los casos, la persona que tenían enfrente era receptiva y se mostraba interesada. Entonces le regalaban una copia de su revista, de la Atalaya, o fijaban una nueva visita para seguir conversando sobre su fe.
N: En el peor de los casos, la puerta se cerraba…
P: Pues me sentía muy mal, pero no me lo tomaba como que me rechazaban a mí, sino que estaban rechazando el mensaje de parte de Dios que yo llevaba.
N: Quizá nosotros lo vemos como un ejercicio de convencimiento o de venta, si lo queremos llevar al lado mercantil, pero para los Testigos de Jehová predicar consiste en intentar salvar a un pecador del fin del mundo. Recuperarlo del mundo de Satanás. Y cuando esa persona les dice que no, se le cierran las puertas del paraíso…
P: Bueno, al fin y al cabo yo estoy haciendo la voluntad de Dios, pero esta persona no sabe, está ignorante de lo que va a venir y que no va a sobrevivir. Entonces me daba mucha tristeza.
N: El buen testigo es el que da toda su vida y todo su tiempo a la organización. Las horas que pasa haciendo otra cosa son horas que no está predicando y, por lo tanto, las malgasta. De ahí que, cuando llega el momento, a los más jóvenes se les sugiera no ir a la universidad. De adolescente, Patricia sacaba muy buenas notas y quería estudiar Psicología, pero no pudo.
P: Entonces me hice auxiliar de enfermería, porque eso sí lo fomentan, que hagas unos estudios básicos, o sea, como prácticos para que puedas trabajar en algo claro y mantenerte, pero de pocos años, digamos.
Yehosua: Yo quería estudiar una carrera universitaria. A mí me encantaba, me hubiera gustado ser profesor, me gustaba muchísimo.
N: Algo similar lo pasó a Yehosua, que eligió un curso de Formación Profesional, aunque sus profesores intentaron convencerle de que apostara por los estudios:
Y: Mi profesora, claro, se extrañó y me dijo «Pero cómo vas a hacer eso??, me dice, como diciéndome «¿Estás loco? Si tú tienes unas notas magníficas, tú tienes que estudiar». Y yo digo «ya, no, no, pero es que yo tengo otro tipo de metas en mi vida. Esto no es importante para mí, que no necesito ganar una suma de dinero. Yo quiero servir a Dios, quiero servir a Jehová, y para mí eso es lo más importante»
N: Son elecciones de juventud que para los mundanos, los del otro lado, resultan cruciales. El trabajo o la vocación pueden formar parte de nuestra identidad y elegir a qué dedicarnos es una manera de adueñarnos de nuestro futuro. Pero dentro de los Testigos, ese futuro lo monopoliza otra idea: el Armageddon siempre está en el horizonte.
Y: Por un lado me sentía como privilegiado, decía «qué suerte tengo de haber nacido en una familia Testigo de Jehová, porque me voy a salvar, porque es que no voy a ser destruido como todo el mundo».
N: Claro, ¿por qué darle tanta importancia a esta vida cuando nos espera una mejor, la verdadera? Visto así tiene sentido, pero para algunas personas eso no era suficiente y empiezan a tener dudas. Por ejemplo, Patricia. Durante la transición entre el instituto y el ambiente laboral, comienza a cuestionarse algunas cosas…
P: En la adolescencia empecé a sentir contradicciones, lo que se llama disonancia cognitiva, porque yo decía ¿por qué tanto control? Mi mente me bombardeaba con que «no, es que si haces eso no eres una buena testigo o no estás bien espiritualmente». Entonces yo misma, mi conciencia me molestaba, con mis dudas o queriendo ser más libre de lo que se ve bien o se ve mal allí.
N: La disonancia cognitiva es el momento exacto en el que algo se rompe y hace click. Ahí justo comienza a formarse el constructo que acabará definiendo a las víctimas. Es en esa duda, entre lo que quieren hacer y lo que les han dicho que hagan, donde comienzan todos los problemas. La primera vez que Patricia siente esa disonancia es por los estudios; la segunda, cuando empieza a relacionarse con chicos. Ocurrió, como suele pasar en las películas, durante un verano…
P: porque yo en esas vacaciones con esa persona, pues tuve besos, caricias, no llegamos a nada sexual. O sea, quiero decir, es que para ellos simplemente un beso o caricias ya es un acto de conducta relajada, de inmoralidad.
N: Tan solo eso bastó para que Patricia se sintiera culpable.
N: La semilla de ese arrepentimiento se planta con cada bautizo porque ahí los fieles firman un contrato: obtendrán la salvación a cambio de portarse bien. Y ella no estaba cumpliendo la norma… Aún así, los problemas de Patricia en sus vacaciones se repetirán más veces. Dentro de su congregación, le resultaba más fácil encontrar el afecto de los chicos que el de las chicas…
P: Entonces mi conciencia, era tal la presión de mi conciencia que yo no quería vivir. Yo decía «si no logro agradar a Dios, no logro ser una buena testigo, no logro tampoco decidirme por por irme al mundo a estudiar una carrera y ser alguien, pues ¿qué soy?»
N: ¿Pues qué soy? Por aquel entonces la palabra ‘víctima’ ni siquiera asoma en la cabeza de Patricia… Su primera reacción, en cambio, es sentirse culpable. Sentía que lo que estaba haciendo no gustaba a su Dios, y se hizo cargo de ello…
P: Entre la disonancia, las depresiones y todas las cosas que me pasaban, pues me tomé unas pastillas ansiolíticas, como cinco o seis. Y bueno, menos mal que lo hice en casa de mis padres, porque todavía vivía con ellos, y sabía que estaban en casa.
N: Aquello se quedó en un susto, en un aviso, una grieta que fue ensanchándose a medida que Patricia se decantaba entre los dos mundos. Confesó ante los ancianos lo que creía que era un pecado.
P: Y bueno, «pues ha habido un contacto de cariño y tal, no he llegado a cometer un pecado grave, no he llegado a tener relaciones sexuales, pero bueno». «¿Y cuántas veces ha pasado?». «Bueno, pues más de una vez y tal cual». «Bueno, pues tendremos que hablar contigo, ¿sabes? Tendremos que formar un comité y tal. Pues ya te diré a qué hora, qué día».
N: Este concepto, el comité judicial, aparecerá repetidamente en las vidas de los testigos expulsados y censurados. Ya iremos viendo que en esta historia hay varios juicios antes de llegar al reconocido por la ley, el de las togas.
JR: Entonces es aparentemente un comité judicial, pero sin garantías judiciales, convocado con muy poco tiempo, sin posibilidad de llevar a nadie que te defienda, sin llevar un abogado o alguien que conozca, quienes saben la acusación son ellos, te vas a enterar allí mismo.
N: Los ancianos de la congregación son los jueces que deben dictar sentencia. Como mínimo, 3 estarán presentes; como máximo, serán 5. José Ramón Navarro Pareja explica que este consejo de sabios está formado por hombres de oficios dispares, sin preparación jurídica de ningún tipo:
JR: Y así como en otras religiones, para llegar a ser sacerdote, en el caso de la religión católica, o los ortodoxos, hay todo un proceso de formación y un proceso de dedicación; aquí, pues no necesariamente.
N: La persona que es citada a un comité debe acudir sola y no puede presentarse con acompañante, excepto si es mujer: en ese caso, su marido debe estar delante y escuchar todo lo que ella tenga que confesar. Las circunstancias, por tanto, no parecen estar pensadas para relajar el ambiente y aportar seguridad…
JR: Parece muy, muy rimbombante lo del comité judicial, pero en la práctica es un interrogatorio casi con el flexo puesto, por tres personas frente a una, y a contar qué es lo que ha ocurrido y a que den las explicaciones.
N: El flexo apuntará a Patricia por sus escarceos amorosos y también a Yehosua. A él, su primera curva en los Testigos también le llegó a causa del deseo. Su vida parecía discurrir con normalidad, esforzándose por ser espiritualmente activo y dejando los estudios a un lado:
Y: Pues hubo un momento clave en mi vida. Yo tendría 21 años, justo recién cumplidos, y entonces, y bueno, pues yo, aunque estaba muy activo dentro de los Testigos de Jehová, pero ahí comienzo a dudar bastante.
N: Esa duda finalmente se consuma. Yehosua cae en algo que sabía que estaba terminantemente prohibido en su religión:
Y: Pues me acuesto con un chico que conocí y entonces, claro, para mí esto fue muy duro. Por supuesto, la homosexualidad era algo muy condenable dentro de la organización. Entonces, claro, cuando yo hago esto para mí se me cayó el mundo encima.
N: La homosexualidad no está permitida dentro de los Testigos de Jehová, de hecho, es un motivo de expulsión. A Yehosua le puede el arrepentimiento:
Y: Me costó un tiempo confesar, unos meses, pero al final fui yo mismo el que di el paso, porque nadie se hubiera enterado jamás de que yo había estado con un chico y yo fui el mismo el que al final… Era como que mi mente y mi conciencia me atormentaban. Es que hasta yo lloraba. Yo, en mi caso, estuve cerca de las 3 horas en el primer comité.
Además de Patricia y Yehoshua, la tercera protagonista de este episodio es Judit. Su camino, aún más doloroso, también va a desembocar en una de estas juntas a puerta cerrada. Desde bien pequeña le enseñaron que no podía tener amigos fuera de la organización… Para ella, la división de esos dos mundos no fue algo sencillo de sobrellevar.
Judit: Claro, eso te genera mucho trauma, pero sigues adelante, entiendes que es algo que Jehová quiere y bueno, por Jehová pues das la vida, claro.
N: Judit es un nombre ficticio, quiere preservar su identidad, tiene miedo a las represalias.
J: Como los ancianos de la congregación y los testigos de Jehová en general de la propia congregación, te intentan insistir, inculcar, de que todo lo que hagas por Jehová serás feliz; fuera de ese círculo o fuera de esas normas, no lo vas a ser nunca.
N: Con 17 años, ya bautizada, Judit comienza a trabajar en un herbolario, un negocio regentado por un miembro de su congregación. Allí empezó su pesadilla:
J: Yo me sentí un títere totalmente en manos de un señor de más de 60 años. él me dio un primer beso en esta sala, y me dijo «No te preocupes, si yo esto lo hago con mi hija, no te preocupes, yo te quiero mucho y yo te voy a cuidar», y llegaba hasta forzarme. Empezó ya a forzar tanto en el sexo oral como sexo anal. Fue horrible. Espantoso. Me negué no sé cuántas veces.
N: Ella también experimentará sentimiento de culpa, como si ser o no violada pudiera ser una elección:
J: Sabes que te está penetrando, porque consiguió penetrarme, y dices «ya estoy cometiendo fornicación». Porque parece como que permites, y no estás permitiendo.
N: En su cabeza pesaban casi lo mismo la agresión sexual y el pecado. Y la suma de esos miedos nos lleva al inicio de este capítulo: vuelve a desembocar en el silencio.
J: Entonces, «tú te callas. Porque si hablas, nadie te va a creer». Porque tampoco lo sabía explicar.
N: La situación es la siguiente: una chica menor de edad acaba de ser agredida sexualmente por un hombre mayor que ella, que además es su jefe. Los dos pertenecen a una congregación religiosa donde las relaciones fuera del matrimonio son perseguidas y castigadas. Para Judit convivir con este secreto fue una tortura.
J: Yo llegaba a casa, me limpiaba, me metía en el baño. Yo me autolesionaba en el baño. Me duchaba cada dos por tres porque me sentía sucia. Y me rasgaba porque no me quería, si es que yo ya no me quería. O sea, yo mi cuerpo lo odiaba, entonces lo seguía maltratando.
N: Durante todo un año, Judit sufrió aquellos abusos sexuales. Solo acabaron cuando el hombre decidió mudarse con su familia a otra ciudad. Pero incluso con su violador ya lejos, se sentía incapaz de levantar la voz y denunciar.
J: Ocho años, siete años y medio callada. Porque claro, si yo hablo también estaba amenazada por él, porque él decía:»Es que si hablas sabes que nos van a hacer un comité judicial a los dos».
N: A lo largo de todo ese tiempo, Judit trata de rehacer su vida, de darse una oportunidad para ser feliz. Incluso llega a casarse e intentar seguir adelante aparentando que nada ha ocurrido, creyendo que el silencio funciona. Durante dos años de matrimonio se guarda todo lo ocurrido en el herbolario, pero esas heridas no estaban ni mucho menos cerradas.
J: Y dije «Ya no puedo más, tengo que contarlo» porque tenía pesadillas. él veía que mis relaciones sexuales no eran propias. Eran sospechosas.
N: Cuando decide contárselo a su marido, él le insta a confesar ante los ancianos. «Es lo correcto», lo que hay que hacer. Entonces el cónclave de la congregación se presenta en casa de Judit para mantener algo así como un careo previo que podría desembocar en su primer comité judicial:
J: Lo más duro que he pasado en mi vida.
N: Patricia, por sus relaciones. Yehosua, por acostarse con un hombre. Y Judit, por, literalmente, haber sido violada. Los tres se ven sometidos a esta suerte de juicio casero.
N: Los comités judiciales suelen celebrarse en el salón del reino, en una salita B mucho más pequeña que el auditorio principal y en horas nocturnas. Sentados en media luna, los ancianos escuchan la confesión del fiel.
N: Durante su declaración, se valoran los actos, pero también se revisa la moral y el arrepentimiento. Esa es una de las claves, en este interrogatorio se analiza incluso la manera de contar las cosas. Los ancianos juzgan si están frente a un pecador o frente a una víctima. Y esto nos lleva a otra pregunta: ¿cómo debe comportarse alguien que ha sufrido un daño para ser creíble?
O: Claro, ¿qué es una víctima perfecta? yo entiendo que para entender la realidad necesitamos conceptualizarla, y nosotros todos tenemos un concepto en la cabeza de lo que es una víctima.
N: Olga Belmonte cree que es importante deshacernos de las expectativas cuando escuchamos a alguien que se siente víctima…
O: En el imaginario colectivo, las víctimas lloran, las víctimas expresan el sufrimiento, expresan el dolor… Por eso muchas veces cuando se dice «es que al día siguiente ya estaba pasándoselo bien no sé dónde, no estaba llorando». Es que el ser víctima no tiene nada que ver con cómo reaccionas a esa victimización.
N: De Yehosua, de Patricia y de Judit, aquellos ancianos también esperan ciertas reacciones. En él, por ejemplo, echan de menos las lágrimas porque alguien que ha hecho algo malo (y ser homosexual para ellos lo es) debe llorar…
Y: luego me dicen «no, es que como no estás llorando…». «Ya, pero es que no tengo por qué ponerme a llorar como si hubiera matado a alguien, es que tampoco he matado a nadie».
N: Los detalles por los que se interesan los ancianos entran en el territorio más personal….
Y: y la verdad que las preguntas que me hicieron fueron terribles, o sea, preguntas íntimas de todo, sobre qué había hecho, qué no, que no voy a reproducir aquí porque me parece hasta feo
N: A Patricia le preguntan por la voluntariedad del pecado. Los ancianos quieren saber si había existido intención o si tuvo dudas en algún momento:
P: te hacen todo tipo de preguntas, a ver si tú tenías pensado ir a pecar, o realmente fue espontáneo, o realmente si te has esforzado por no volverlo a cometer.
N: Y en el careo de Judit, que había sufrido varias agresiones sexuales, con algunas de sus preguntas, los ancianos parecían querer concluir si ella había incitado o disfrutado del acto:
J: Me preguntaron todo. Qué me había hecho, por dónde me la había metido, si yo había disfrutado. Y decían «Pero quién se ha quitado la ropa, ¿ella o él? Es que si se la ha quitado ella, ya no es la víctima»
N: Y así hasta que Judit dijo ‘basta’
J: Todo, hasta que ya dije «Mira, que yo no he sido. Yo no quería».
N: Finalmente cada uno recibe un castigo distinto. En los Testigos todo lo que se argumenta ha de tener un respaldo bíblico. Y las sentencias de Yehoshua y de Patricia no iban a ser menos:
Y: Me acuerdo yo de una de ellas, que me leyeron un texto de la Biblia y hablaban como en tiempo pasado, uno de los judíos apedreaban cuando alguien cometía un pecado como el que yo cometía. Y me dijo «Tienes suerte de no haber nacido en esa época porque, si no, hubieras muerto apedreado, gracias a Dios hoy la ley no permite eso». Eso fue una de sus palabras que me dijo.
N: Yehoshua recibe una especie de tarjeta amarilla dentro de los testigos, una amonestación. Le dan un aviso y lo hacen público delante de toda su Congregación. Está señalado pero sigue dentro. Aún así las consecuencias de sus actos se hacen visibles.
Y: Me dejan de invitar a sus casas, me dejan de invitar a pasar una tarde en el cine, me dejan de invitar a muchas actividades. Entonces comienzo a notar el rechazo de una manera indirecta de los miembros de ahí dentro… Y claro, yo no le entendía porque digo yo no estoy expulsado
N: Patricia tiene menos suerte. Su tribunal eclesiástico es más estricto y decide expulsarla. En la argumentación que dan los ancianos pesa principalmente un detalle: el miedo a que el comportamiento de Patricia se extienda como un virus entre el resto de jóvenes.
P: Me calificaron de fornicadora impenitente, de levadura en la congregación. Levadura es una persona que ejerce una influencia negativa sobre los demás, o sea, hace fermentar la masa, la levadura ¿no? Pues yo hacía eso en la congregación, según ellos.
M: En el caso de Judit, los ancianos no lo han tenido tan claro. En privado, le confiesan que no saben cómo tratar el asunto porque nunca antes se habían encontrado con un caso similar. A ella la situación se le hace insoportable. La deliberación de los ancianos se demora durante varios días.Finalmente, llega el veredicto:
J: «Bueno, que te consideramos inocente, porque sentimos que Jehová nos ha dicho…» ¿Jehová? ¿Pero vosotros quiénes sois? Los tenía que haber echado de mi casa. ¿Sois médicos? ¿Sois psicólogos? Con todos mis respetos a las profesiones, tú eres un carpintero, tú eres un limpiacristales. ¿Pero quiénes sois? Si no sois nadie.
Jueza: Buenos días, señora siéntese en la silla central.
N: Vayamos ahora al otro juicio, el que se rige por nuestras leyes, las de los mundanos.
J: Diga su nombre completo
J: (pitido)
N: Han pasado 9 años desde que los ancianos visitaron a Judit en su casa para interrogarla. En 2022, volverá a hablar, pero esta vez delante de una jueza. En la tercera sesión del juicio contra la Asociación de víctimas, además de Patricia, Judit también sube al estrado. Su testimonio, al recordar aquel interrogatorio, es desgarrador. Recuerda una por una las preguntas que tuvo que contestar frente a los ancianos:
J: Si hubo sexo oral, si sangraste, si usaba preservativo, quién te quitaba la ropa.
C: ¿Y cómo se sintió usted cuando le dijeron que si usted se quitaba la ropa, no estaba siendo violada?
J: Violada otra vez más.
N: Carlos Bardavío, abogado de la asociación de víctimas, se interesa por los motivos que la llevaron a optar por el silencio: si acaso no sabía cómo contarlo, si no quería o no la dejaron….
C: Se lo pregunto claramente: ¿por qué no fue usted a denunciar en ese momento, tras esa reunión con los ancianos, a las autoridades legales, judiciales.
J: Porque ellos me dijeron que lo dejara en manos de Jehová. «La justicia mundana» -así me lo dijeron- «no sirve para nada. No te va a entender. Entonces déjalo en manos de Jehová». Y dije «Y si lo hago ¿soy más digna de Jehová?» Me dijeron «Sí».
N: La posibilidad de redención, esa segunda oportunidad para ser un buen testigo es lo que mantendrá a Judit dentro de la organización. Con Yehosua ocurrirá lo mismo. Los dos han sido reprendidos y señalados, cada uno en un grado distinto y a partir de ahora harán grandes esfuerzos por rectificar sus conductas, para sentirse dignos de su dios.
J: Yo llegué a arrodillarme y a pedirle perdón por haber sido violada.
Y: Entonces claro, tú tienes que luchar contra esa tendencia que a ti te ha tocado. Llegas a pensar que tú tienes un problema, una enfermedad. Lo tuyo es como una adicción. Con el tiempo se pasará o se va a ir.
J: Por su parte, Patricia comenzará una larga travesía por el desierto. Un camino solitario por sendas desconocidas.
P: yo escribía un diario en esa época y yo escribía «Yo creo firmemente en la esperanza del paraíso, tengo fe en que el futuro va a ser mucho mejor. Pero ¿y el presente?» En mayúsculas y con un montón de interrogaciones. ¿Quién me enseña a vivir mi presente?
Créditos. «Los expulsados del paraíso. Sobrevivir a los Testigos de Jehová» es una investigación periodística de ABC realizada por José Ramón Navarro-Pareja y narrada por Juan López Córcoles
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Guion: Juan López Córcoles, Andrea Morán, María Romero
Diseño sonoro: Rodrigo Ortiz de Zárate
Entrevistas: Manuel Garre, Juan López Córcoles, María Romero
Idea original: Javier Nadales
Producción ejecutiva José ángel Esteban, Javier Nadales
Dirección: Andrea Morán
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ABC no se hace responsable de las afirmaciones ni opiniones expresadas por las personas que participan en esta serie