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El tequila, ese elixir originario de México, ha dejado de ser una bebida exclusivamente nacional para convertirse en un símbolo de sofisticación a nivel global. Con denominación de origen y una historia centenaria, este destilado de agave ha evolucionado hasta alcanzar niveles de excelencia que lo colocan al mismo nivel que los grandes whiskys o cognacs del mundo. Según reconocidos concursos internacionales como el San Francisco World Spirits Competition, críticos especializados y publicaciones líderes como Wine Enthusiast y The Spirits Business, estos tequilas se destacan por su calidad excepcional y maestría artesanal. Desde THE OBJECTIVE hacemos un repaso por tres de los mejores tequilas que existen actualmente.
La historia del tequila: de bebida ancestral a icono global
El tequila tiene sus raíces en las culturas prehispánicas de México, donde los pueblos originarios fermentaban el jugo del agave para crear una bebida ritual conocida como pulque. Sin embargo, fue con la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI, y su destilación del agave, cuando nació lo que hoy conocemos como tequila. En el estado de Jalisco, particularmente en la región de Tequila, comenzó a desarrollarse esta bebida que, con el tiempo, adquiriría denominación de origen y estándares de calidad únicos en el mundo.
Durante siglos, el tequila fue una bebida de consumo regional, vinculada a la identidad y la tradición mexicana. Pero a partir del siglo XX, especialmente tras la consolidación de marcas como José Cuervo y Herradura, el tequila empezó a ganar notoriedad internacional. Hoy, no solo es símbolo nacional, sino un producto de lujo en mercados como Estados Unidos, Europa o Asia, donde cada vez se valora más su elaboración artesanal, la calidad del agave y su complejidad aromática.
1. Clase Azul

Clase Azul no solo es un tequila, es una experiencia sensorial y estética. Elaborado en Jalisco a partir de agave azul cultivado durante más de ocho años, su versión reposado se somete a un proceso de cocción lenta en hornos de piedra, para luego madurar ocho meses en barricas de roble. El resultado es un tequila de cuerpo aterciopelado con notas de vainilla, caramelo, agave cocido y un sutil toque de madera. Pero lo que realmente lo distingue es su presentación: cada botella es una pieza de cerámica pintada a mano por artesanos mexicanos, convirtiéndola en objeto de colección. Clase Azul ha sido servido en eventos de lujo en Dubái, Nueva York y París, consolidándose como uno de los tequilas más codiciados por celebridades y coleccionistas. Su precio supera fácilmente los 150 euros en Europa, pero su valor simbólico y sensorial va mucho más allá.
2. Tequila Don Julio 1942

Creado en honor al año en que Don Julio González comenzó a destilar, Don Julio 1942 es un tequila añejo que ha redefinido los estándares de calidad. Envejecido por un mínimo de dos años y medio en barricas de roble blanco americano, este tequila ofrece una suavidad que sorprende incluso a los paladares menos habituados. Sus notas de chocolate oscuro, roble tostado, canela y frutas secas lo convierten en un destilado complejo y elegante. Don Julio 1942 se sirve habitualmente en las mesas más exclusivas del mundo, desde cenas privadas hasta premiaciones de Hollywood. Es un favorito entre chefs, mixólogos y sommeliers, que valoran su equilibrio y sofisticación. Su botella estilizada y su legado lo hacen imprescindible en cualquier listado de tequilas de élite.
3. Tequila Fortaleza Blanco

Para los puristas del tequila, Fortaleza Blanco es el ejemplo perfecto de cómo el respeto por las técnicas tradicionales puede dar lugar a una bebida extraordinaria. Este tequila no pasa por barricas, lo que permite apreciar con toda nitidez el perfil del agave cocido, la pimienta blanca y un toque cítrico que lo hace refrescante y complejo al mismo tiempo. Su elaboración se mantiene fiel a los procesos originales del siglo XIX: agave cocido en hornos de piedra, molienda con tahona (una rueda de piedra volcánica) y fermentación en tinas de madera. Fortaleza no busca impresionar con botellas ostentosas, sino con autenticidad. Es el tequila que bebería un maestro tequilero, y por eso ha ganado una legión de fieles entre conocedores y críticos internacionales.