Las obras de la Sagrada Familia de Barcelona avanzan a toda máquina. La idea de la Junta Constructora es tener terminada la torre de Jesús en 2026, y a partir de ahí, centrarse en la fachada de la Gloria, la que mira a la calle de Mallorca, con la pretensión de construir una escalinata sobre la vía. Una obra que impactaría sobre un millar de viviendas afectadas por el Plan General Metropolitano de 1976, que dibuja un paseo en el tramo central de las dos manzanas contiguas al templo. El ritmo de las obras contrasta con el tiempo que ha pasado desde la última reunión entre los vecinos afectados, el Ayuntamiento y la Junta Constructora para abordar la cuestión: fue en 2019, hace más de cuatro años.
Hartos, y con el objetivo de volver a abrir el melón y forzar una reunión a tres bandas, la Asociación de Vecinos ha hecho públicas las propuestas que en 2022 les hicieron los responsables de urbanismo del gobierno de la alcaldesa Ada Colau. En un ejercicio de sudoku y trasladando usos urbanísticos de una manzana a otra, los dibujos aceptan la construcción de una escalinata (más estrecha de lo que pretende el templo), pero reducen la afectación de un millar de viviendas a solo entre 92 y 171 de la fachada mar y realojan a los vecinos a pocos metros. Unas operaciones que dependen de recalificar el suelo de la antigua Fábrica Damm y parten de la hipótesis de que la Sagrada Familia pagaría las expropiaciones y las nuevas viviendas, un detalle no menor que la Junta Constructora nunca ha confirmado. El templo sí insistió hace solo dos meses en que “no” renuncia “al proyecto original de Antoni Gaudí”, que supondría edificar sobre la calle de Mallorca y derribar edificios próximos. En 2018, con todo, se hizo público un documento que cuestionaba que Gaudí proyectara la escalinata. Fuentes del anterior equipo de urbanismo argumentan que incluyeron la escalinata porque el templo ha dejado muy claro que no renunciará: “La propuesta suponía cesiones por todas partes, todo el mundo se mueve: los vecinos y el templo”.
Desde la Asociación de Vecinos, Gabriel Mercadal señala que las propuestas del mandato pasado supondrían “construir la escalinata pero reducir a un máximo de 200 los afectados y que dispusieran de un realojo cerca”, prácticamente todos en la misma calle de Mallorca. De ahí la exigencia de una reunión “a tres”. “Porque el Ayuntamiento se reúne con el Templo y con nosotros, pero no nos sentamos todos en la misma mesa”, dice el miembro de la comisión de Urbanismo y Vivienda de la entidad. Por parte de la Asociación de Vecinos Afectados, su presidente, Salvador Barroso, remacha: “Estamos cansados de pedir para sentarnos y hablar, todo son buenas palabras y lo único que avanzan son las obras”. Sobre los planos, defiende que la asociación busca “la menor afectación posible, pero siempre que haya contrapartidas claras, negro sobre blanco”.
La teniente de alcalde de Urbanismo, Laia Bonet, explica que desde el inicio de este mandato el Ayuntamiento se ha reunido tanto con la Junta Constructora como con los vecinos. Con la Junta, “para hacer seguimiento de los compromisos y contribuciones del Patronato para mejorar el entorno del templo y abordar la fase final de las obras”. Con los vecinos las reuniones las ha convocado el distrito del Eixample. A raíz de la publicación de las propuestas, la asociación de vecinos fue citada por Bonet este miércoles. La teniente de alcalde señala que “no hay ninguna propuesta cerrada ni acordada sobre la solución urbanística para la fachada de la Glòria”. “Sí voluntad de diálogo con la Junta y los vecinos” y añade que el Gobierno municipal quiere “definir una propuesta urbanística garantizando el derecho a la vivienda y un espacio público de calidad en el entorno del templo”. El actual ejecutivo “tendrá en cuenta” la propuesta del anterior mandato.
Fuentes de la Junta Constructora, a su turno, y “como depositarios de la obra de Gaudí”, precisan, tienen “el compromiso de hacer posible el conjunto del proyecto que pensó en su totalidad”. Y se muestran “abiertos a dialogar y debatir todas las propuestas”. Por ahora, con el Ayuntamiento han abordado los acuerdos firmados en 2018 (la licencia de obras y mejoras en el transporte público y el entorno del templo). La Junta declina comentar las propuestas ni si estarían dispuestos a pagar los realojos.
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