Tiene acento sevillano y larga cabellera, aunque una señora de Valladolid le confesó un día que lo había imaginado calvo cuando lo escuchaba por la radio. Recién llegado a Madrid en el AVE, arrastrando una maleta de ruedas, se acerca al estudio de Fuera de micrófono para opinar sobre los problemas políticos y profesionales que nos ocupan en estos momentos.
Javier Caraballo –Carlos Herrera le añadió de segundo apellido Pan de Alcalá, en agradecimiento a las hogazas que hornean en su pueblo, Alcalá de Guadaira (Sevilla)– viaja cada semana a Madrid para participar en las tertulias de Atresmedia (Más de uno y La Brújula de Onda Cero, y Espejo Público, en Antena 3). También es tertuliano habitual en Canal Sur y colaborador de El Confidencial.
En su ya dilatada trayectoria ha tenido que sortear presiones políticas y querellas que acabaron archivadas, como la que le interpuso Manuel Chaves por desvelar que dos presidentes de cajas de ahorro sevillanas estaban siendo espiados por personas vinculadas al Partido Socialista. El caso Juan Guerra o el escándalo de los Eres le lleva a reafirmarse en la idea de que el poder corrompe, especialmente cuando se acomoda y perdura, sin alternancia en el horizonte.
El periodista propone como remedio para la corrupción un pacto de Estado entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, que diga: «Vamos a robar menos». Sus críticas van de un extremo a otro del arco parlamentario, con algunas excepciones, como la del actual presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, al que reconoce el mérito de desplegar un «regionalismo conservador muy aceptado por los andaluces».
Redactor jefe durante 16 años de El Mundo de Andalucía, le da pereza responder a los tópicos nacionalistas que asocian a su comunidad con la vagancia y la juerga y apunta algunos indicadores que rebaten esas teorías. «La comunidad autónoma con mayor porcentaje de absentismo laboral es el País Vasco. Andalucía –señala- ocupa los últimos puestos de ese ranking y tiene el mismo número de fiestas que el resto de las autonomías».
Caraballo conoce bien a María Jesús Montero, la nueva candidata del PSOE a la presidencia de la Junta de Andalucía, y subraya su vinculación a un pasado sembrado de corrupciones y abusos. Es autor del libro El crimen de Almonte (2019), crimen por el que condenaron a un inocente.
PREGUNTA.- Empezaste tu carrera en Radio Sevilla, de la Cadena Ser, y has vuelto a la radio como tertuliano muchos años después.
RESPUESTA.- Yo empecé de becario en la Ser, cuando la cadena era todavía propiedad de la familia Fontán. Cuando entró el grupo Prisa, hizo una reducción de sueldos generalizada en Radio Sevilla y salimos todos de allí.
P.- ¿Te fuiste a El Correo de Andalucía?
R.- Me fui a El Correo de Andalucía, que pertenecía a los Medios de Comunicación del Estado. Cuando el PSOE llega al poder en Andalucía, se da cuenta de que necesita tener periódicos, y compra la mayoría de los periódicos del Movimiento, entre ellos El Correo. Lo hace a través de una sociedad más o menos oculta. Eso tiene después implicaciones porque en alguna de las tramas de corrupción aparece un cheque de Intelhorce con destino a uno de esos periódicos. Un día me harté. Me pedían escribir sobre una determinada línea editorial y me negué amparándome en la cláusula de conciencia. De allí me fui a Diario16. Y, cuando este periódico se desplomó, me llamaron de El Mundo de Andalucía, que acababa de salir, y en él estuve 16 años.
P.- ¿Cómo recuerdas esa etapa?
R.- Fueron unos años deliciosos. Había mucho material para investigar y terminó aflorando. Lo último fueron los escándalos de los Eres. Es algo que ocurre con todos los gobiernos. Siempre he dicho que democracia es alternancia. Cuando la política no se guía por las leyes del mercado -si tú lo haces bien yo te compro, pero si me das un producto defectuoso no te compro-; cuando un partido se da cuenta de que haga lo que haga seguirá gobernando, y cuando en Andalucía ocurre el escándalo Juan Guerra, en los años 90, y a continuación el PSOE vuelve a ganar por mayoría absoluta, los partidos se acomodan. Piensan que todo lo que hacen tiene impunidad y caen en lo que caen. Hasta que llegó el escándalo de los Eres y eso fue ya terminal.
«El pacto de Estado que hace falta en España es: ‘Vamos a robar menos’»
P.- Compaginabas la jefatura de redacción de El Mundo de Andalucía con el periodismo de investigación.
R.- Lo último que investigué fue el espionaje de las Cajas de Ahorro andaluzas. Un asunto muy peculiar. Estas cosas pasan en las comunidades autónomas, pero no trascienden a nivel nacional. En Madrid, Isabel Díaz Ayuso le pone una querella a un periodista por una información, reclamándole 750.000 euros, que fue lo que me pedía a mí Manuel Chaves en el año 2000, y se entera todo el mundo.
P.- ¿Cómo fue aquello?
R.- El Partido Socialista, con Manuel Chaves, intentaba fusionar todas las cajas de ahorro andaluzas en una sola, que sería presidida por Magdalena Álvarez y que tendría su sede en Málaga. Hay dos presidentes de cajas de Sevilla que se niegan a ello. El PSOE los llama al orden, pero alegan que fusionarse no es bueno para la economía sevillana y que no lo van a hacer. Entonces, el Partido Socialista les pone un detective para que siga sus movimientos. A mí me lo contó el presidente de la Caja de San Fernando, Juan Manuel López Benjumea, porque pensó que lo estaba siguiendo ETA. Fue a la Delegación del Gobierno, entonces del Partido Popular, y pidió protección. Le pusieron contravigilancia y detectaron que no le seguía ETA, sino alguien de su partido. Cogen al espía y confiesa que lo han contratado Manuel Chaves, Miguel Ángel Pino y otros dirigentes socialistas de la época, incluido el jefe de escolta de Chaves. El espiado puso una denuncia, pero fue archivada. A continuación, Manuel Chaves me pone una querella a mí por un delito de injurias. Dice que yo me lo he inventado todo. Así que voy al juzgado y aporto como prueba la grabación en la que el detective confiesa quiénes le habían contratado. Cuando se celebró el juicio, la cinta había desaparecido. La robaron de la caja fuerte de la Audiencia de Sevilla donde estaba guardada. Pese a todo, gané el juicio.
P.- El PSOE estuvo 36 años en el gobierno de Andalucía. ¿El poder corrompe con el paso del tiempo?
R.- Alguna vez he dicho en el programa de Carlos Alsina (Onda Cero) -medio en broma, medio en serio- que el pacto de Estado que hace falta en España es: «Vamos a robar menos». Un pacto de Estado entre el PP y el PSOE. Yo sé que el poder genera corrupción. Pero, no puede ser que el bipartidismo se haga tanto daño a sí mismo. El modelo autonómico es el que mejor le viene a España y el bipartidismo es fundamental para la estabilidad institucional. Que gobierne el PP y el PSOE, sucesivamente, me parece bien. Con apoyos que no sean decisivos. Que no sean apoyos de nacionalistas, que es una anomalía democrática. Lo que reventó todo en el 2014 fueron los casos de corrupción. El PP y el PSOE tienen que afrontar, de una vez por todas, el problema de la financiación ilegal de los partidos políticos, que es de donde viene todo. Si tenemos un problema de vivienda en España, es porque los partidos no han cumplido lo que dice la Constitución: el interés social del suelo. Siempre ha sido un interés especulativo. Los grandes casos de corrupción vienen siempre de la venta del suelo. Resultado: muchos casos de corrupción para los partidos políticos y muy pocas viviendas para los ciudadanos.
«Juan Manuel Moreno Bonilla despliega un regionalismo conservador apreciado por los andaluces»
P.- El triunfo del PP en Andalucía, que parecía un accidente, se ha consolidado. ¿Va para largo?
R.- Los cambios se han dado con más asiduidad en los gobiernos de la nación que en las autonomías. En las autonomías es muy normal que, si llega un partido político y no mete mucho la pata, pueda estar gobernando 15 o 20 años. Esto ha sucedido siempre. Juan Manuel Moreno Bonilla llegó a la presidencia de la Junta de Andalucía con el peor resultado histórico del PP, pero sonó la flauta de la suma con Ciudadanos y Vox. Lo que ha ocurrido después es que Juanma Moreno, Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez se han convertido en los tres dirigentes políticos que, bajo mi punto de vista, más se han consolidado en España en la última década. El cambio que ha dado Juanma Moreno ha sido espectacular. Es un político sólido que ha arraigado en Andalucía. Ha cogido todas las banderas que tenía el Partido Socialista y despliega un regionalismo conservador muy aceptado por los andaluces.

P.- ¿Qué opinas de la nueva candidata socialista en Andalucía, María Jesús Montero?
R.- La conozco desde que era consejera de Salud. María Jesús Montero es una buena apuesta. Una de las cosas que hace muy bien Pedro Sánchez es el cálculo electoral y el cálculo político. Se ha rodeado de un gran equipo de asesores, tanto en Moncloa como en el Partido Socialista; algo que no ocurre en el Partido Popular, y así les va. Sánchez ha adelantado un año el congreso federal y ha eliminado las primarias: todo aquello que decía que era fundamental lo ha eliminado. Entonces, tiene la estructura consolidada a su favor. En Andalucía no creo siquiera que el objetivo, con María Jesús Montero, sea recuperar la Junta de Andalucía, pero sí remover el ambiente, zamarrear a los votantes. Hay que polarizar al sector de votantes socialistas que no se ha ido al PP, sino que se ha quedado en la abstención por la apatía general del PSOE, una vez perdido el poder que ostentaron durante cuatro décadas. El papel agitador de María Jesús Montero es fundamental. ¿Tiene crédito como candidata en Andalucía? Aquí no hay razonamientos lógicos, pero, si los hubiera, Montero representa la corrupción en la que cayó el Partido Socialista en Andalucía. Porque ella estuvo en esos gobiernos. Ahora va diciendo en los mítines que hay que pedirle perdón a Manuel Chaves, porque todo se montó con jueces de ultraderecha y noticias falsas.
«María Jesús Montero, siendo consejera de Salud, decía: ‘Cerramos el hospital de Granada y le echamos la culpa al alcalde’»
P.- Todo vale…
R.- María Jesús Montero puede decir una cosa y la contraria. Cuando era consejera de Salud cometió una imprudencia grande. Iba en un AVE a Sevilla y se instaló en el salón-club para hablar por teléfono con su equipo, como si estuviera sola. Uno de los pasajeros me llamó al periódico y me fue retransmitiendo lo que decía. Estaba hablando de que se acercaban ya las elecciones y tenían que buscar otro argumento que no fuera el de las camas en los hospitales. Hablaban de los pensionistas de una manera distendida y de un hospital de Granada. Entonces, dice ella: ‘Cerramos el hospital de Granada y le echamos la culpa al alcalde del PP. Y a mí no me toquéis la polla’. Esto fue así. Yo lo publiqué. Me quisieron denunciar por revelación de secreto. Pero, qué secreto, si iba contándolo en el AVE. Lo importante de esto no es la ordinariez, sino el desparpajo de decir: esto lo hacemos y le echamos la culpa al alcalde de Granada.
«Sánchez convocará elecciones cuando piense que puede repetir la jugada de 2023»
P.- ¿Cuánto puede aguantar un gobierno bloqueado y maniatado, como el de ahora?
P.- Aguantará todo el tiempo que quiera Sánchez. La política se ha vuelto muy imprevisible. Estamos en el tiempo de las primeras cosas. Es la primera vez que un fiscal general del Estado está acusado y puede acabar en el banquillo. Es la primera vez que el Tribunal Constitucional rebate al Tribunal Supremo una sentencia invadiendo un terreno que no le pertenece. Es la primera vez que un gobierno ni siquiera presenta los presupuestos, incumpliendo la Constitución… En este tiempo de las primeras veces puede pasar de todo. ¿Qué pasaría si un juez llamara a declarar o el Tribunal Supremo pidiera el suplicatorio de Pedro Sánchez? ¿Concedería ese suplicatorio el Congreso de los Diputados? ¿Diría que es un golpe judicial? Pues, todo eso es posible. Salvo que alguna de estas cuestiones altere el calendario, la Legislatura puede prolongarse hasta el momento en el que Sánchez piense que puede repetir la jugada del 23 de julio, que no es ganar las elecciones. Es ganar el Congreso. Con eso se conforma Sánchez. Será la primera vez que un candidato -Pedro Sánchez– se presenta a unas elecciones sin aspirar a ganarlas. Lo que aspira es a gobernar con una mayoría en el Congreso.
«Nacionalismo e izquierda son términos que no se pueden poner en la misma frase»
P.- ¿Por qué la izquierda es tan complaciente y receptiva con los nacionalismos excluyentes?
R.- Me gustaría que me dijeran en qué capítulo de El Capital o de los discursos de Lenin y de Marx existe el nacionalismo. ¿Cuándo se hizo el nacionalismo de izquierdas y se sumó a La Internacional? Es todo lo contrario. El comunismo es universalidad y en España el Partido Socialista siempre ha sido jacobino. Esto no tiene nada que ver con los principios. Tiene que ver con el cálculo metódico del presidente del Gobierno. Sabe que, si obtiene un buen resultado en Cataluña y País Vasco, y un resultado aceptable en el resto de Comunidades –Valencia o Andalucía–, puede repetir su mayoría en el Congreso. Pero, nacionalismo e izquierda son términos que no se pueden poner en la misma frase.
P.- Como andaluz, ¿te molesta que algunos nacionalistas catalanes digan que los andaluces son vagos y fiesteros?
R.- El nacionalismo y el independentismo proponen siempre un debate de estupidez. Las estadísticas son muy interesantes. La comunidad autónoma con mayor porcentaje de absentismo laboral es el País Vasco. Andalucía está entre las últimas. El número de fiestas en Andalucía son las mismas que en cualquier otra Comunidad. No se trabaja menos en Andalucía. Cuando llega la Feria de Sevilla, la gente trabaja por la mañana con horario intensivo y por la tarde va a la Feria. Eso es lo que hace todo el mundo y lo que se hace en todas partes. Esto forma parte de los tópicos y da pereza tener que rebatirlos siempre.
P.- Cuando Pedro Sánchez utiliza el comodín de Franco, ¿qué pretende: distraer al personal o movilizar a los suyos frente a la derecha?
R.- Sánchez ha preparado todo para poder convocar elecciones cuando le venga bien. Ha organizado la estructura electoral de su partido y tiene ya planteado el discurso. El Año de Franco le permite vincular la figura del dictador con la alianza de la extrema derecha internacional. Ya tiene el cuerpo del discurso, la forma y el fondo. Lo de Franco tiene que ver con eso. Le viene bien para su discurso.
«Lo importante no es que Begoña Gómez se viera con Aldama, sino la deuda con Hacienda del novio de Ayuso»
P.- ¿Crees también que ese discurso se difunde a través de lo que se ha dado en llamar «equipo de opinión sincronizada»?
R.- Voy por independiente y no quiero chulearme de nada. Sé que hay periodistas que siempre defienden a un partido político, al PP o al PSOE. Lo sé porque estoy con ellos en las tertulias. Que cada uno haga su trabajo como quiera, en eso no entro. Yo puedo tener una ideología, pero no un partido político al que defender. Me parece muy bien que los medios de comunicación tengan personalidad de centroderecha o de centroizquierda. Pero un medio de comunicación no puede convertirse en correa de transmisión de un partido político. Porque, entonces, deja de ser un periódico o una radio. Y esto lo vemos a diario. Estamos viendo que hay un «equipo de opinión sincronizada», porque coinciden en todo. ¿Fiscal general del Estado? No. Esto no es lo importante. Lo importante es esto otro. O dicen: el hecho de que la mujer del presidente del Gobierno tenga relación con el nexo corruptor de la trama Koldo no es importante. Pero, ¿qué me dice usted? En febrero del año pasado la Guardia Civil descubrió que el ministro de Fomento estaba inmerso en una trama criminal. Se hacen veinte detenciones y nos enteramos que, entre los detenidos, está un señor llamado Víctor de Aldama, que hasta entonces no le conocía nadie. Y, al poco tiempo, El Confidencial publica que quien sí conocía a Víctor de Aldama era Begoña Gómez. ¡Qué curioso! Además, se reunía con él. Estalla un escándalo monumental a finales de febrero y, a principios de marzo, Moncloa dice: esto hay que frenarlo. Busquemos un escándalo paralelo en el PP. Lo intentan por dos vías. En el Congreso, María Jesús Montero acusa a Feijóo de haber dado subvenciones en Galicia a su mujer, pero eso se viene abajo. Se demuestra que es falso. Entonces, alguien de la Fiscalía encuentra la solución: ¡oye!, tenemos un expediente de un tipo que le debe 300.000 euros a Hacienda y es novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Y toda la maquinaria se pone en funcionamiento. Lo importante en España no es que la mujer de Pedro Sánchez tenga una relación laboral con el nexo corruptor de la trama Koldo, sino que hay un tipo que debe 300.000 euros a Hacienda y es novio de Isabel Díaz Ayuso. Entonces, toda la gente del «equipo de opinión sincronizada» decía: lo importante es esto, no lo otro. Eso no es periodismo.
«Feijóo es un político sólido, pero no le encuentra el punto a la oposición»
P.- ¿La estrategia de la oposición, encabezada por Feijóo, es manifiestamente mejorable? Contaba aquí Toni Bolaño que en una tertulia tú criticabas al PP por intentar matar moscas a cañonazos.
R.- Me preguntó Susanna Griso, en Espejo Público (Antena 3), qué estaba pasando en Génova 13, la sede del PP, y le dije: «Me da la impresión de que están matando moscas y van ganando las moscas». El parámetro principal para saber si la oposición lo está haciendo bien o mal es que ponga en algún apuro al Gobierno. Que sea capaz de romperle la agenda política e imponerle los asuntos a debatir. Esto, Alberto Núñez Feijóo no lo ha conseguido nunca. Nunca. Feijóo a mí me parece un político sólido y con un buen discurso, pero no le encuentra el punto a la oposición. En su equipo, algunos hacen una oposición de trazo grueso, como Miguel Tellado. Hay una cosa elemental. Veo a portavoces parlamentarios que solemnemente dan una rueda de prensa para decir algo que se le ocurre en Twitter (ahora X) a diez millones de persona. ¿Dónde está ahí el trabajo de oposición y la investigación al Gobierno?
«La oposición está esperando que el Gobierno caiga como fruta madura»
P.- Sin embargo, defender ahora mismo a Sánchez es una tarea harto complicada.
R.- La oposición está esperando que el Gobierno caiga como fruta madura. Llegará o no. Ya veremos, porque Pedro Sánchez tiene además más medios y más información que el PP sobre cómo plantear unas elecciones. Igual pasa como en las últimas elecciones generales, que ganas, pero no puedes gobernar. El Partido Socialista tiene una eficacia enorme. Pone a todos los suyos a trabajar y te meten en un apuro.
P.- ¿El problema fundamental del PP puede ser Vox?
R.- Yo no soy de cordones sanitarios. Ni para Vox ni para Bildu. Siempre he defendido que el Partido Socialista puede pactar con Bildu, salvo en asuntos relacionados con la lucha antiterrorista y lo que tenga que ver con las víctimas. Pero me parece bien que el Gobierno pacte con Bildu la reforma laboral o con Vox la Ley de Vivienda. Por supuesto. Lo que no puedes pactar con Vox son algunos asuntos fundamentales para la convivencia democrática, como la tolerancia sexual o no fomentar el racismo. No entiendo por qué el PP no es capaz de reconocer que su socio natural en España es Vox. Hay mucha gente descontenta con el PP que se ha ido a Vox. Tienen que hacerle ver a Vox que están dispuestos a pactar siempre, salvo cuando quieran imponer una, dos, tres, cuatro o cinco cosas. ¿Por qué no? Eso me parece normal.
P.- Has trabajado con Carlos Herrera y ahora estás con Carlos Alsina. ¿Son dos perfiles muy diferentes?
R.- Esto sería como ‘a quién quieres más, a papá o a mamá’. Soy amigo de Herrera, al que le tengo devoción, y trabajo con Alsina, al que también le tengo devoción. Con Herrera estuve casi 15 años y, cuando dejó Onda Cero para irse a la Cope, entendí que era un buen momento para permanecer con Alsina, en cuyo periodismo siempre he creído. Carlos Alsina está rescatando un tipo de radio que, por otro lado, representa muy bien Carlos Herrera. Herrera es un comunicador completo para hacer lo que hace de una forma brillante. Tiene una forma de hacer radio que no encabrona a la gente; que divierte. Y eso está muy bien. Por otro lado, están los análisis de Alsina, cómo se trabaja cada comentario y cada entrevista… Sus entrevistados no se dan cuenta de que Alsina sabe de ellos y de las cosas que hacen más que ellos mismos. Entonces, siempre terminan diciendo: «¿Y las europeas?».
«El Gobierno no quiere incomodar a Marruecos, aunque sea a costa del interés de España»
P.- Hagamos un poco de autocrítica. ¿Las tertulias no son monólogos, donde cada cual suelta su discurso, sin que haya debate y confrontación de ideas?
R.- No puedo hacer una autocrítica, como si formara parte de todas las tertulias. El problema principal que podemos tener los tertulianos, y el periodismo en general, es entrar en un mundo que sólo nos afecta a nosotros. No tener más preocupación por los problemas de la gente. Por ejemplo, de lo que está ocurriendo con el abandono de la Guardia Civil en Andalucía. En 2018, el ministro que más apostó por la Guardia Civil y por la lucha contra el tráfico de drogas desde Marruecos fue Fernando Grande-Marlaska, cuando era diputado por Cádiz. Creó un grupo especializado y una Fiscalía, y de forma misteriosa aquello desapareció en 2021. Se desmanteló todo aquello. ¿Cómo es posible que los periodistas no seamos capaces de ahondar más en lo que a todo el mundo le puede parecer un chantaje o una posición débil del Gobierno español frente a Marruecos? No quieren incomodar a Marruecos, aunque perjudique al interés de España.
«Supongo que Maduro le habrá enseñado las actas electorales a Zapatero, pero no lo dice»
P.- José María Aznar afirmó en THE OBJECTIVE que el Gobierno español es cómplice de un golpe de Estado en Venezuela. ¿Qué opinión te merece la posición de España frente a la dictadura venezolana?
R.- Desde mi punto de vista, el Gobierno no es cómplice de un golpe de Estado. El Gobierno tampoco se ha comportado de forma muy distinta a como lo ha hecho la Unión Europea. Es verdad que Nicolás Maduro no ha mostrado las actas electorales, pero nadie le ha dicho otra cosa distinta. El Gobierno de Pedro Sánchez pidió que se mostraran las actas y declaró que las elecciones no se habían celebrado de forma democrática. Y hasta ahí ha llegado. Otra cosa es: ¿qué hay en las bambalinas de todo esto? ¿Por qué vino Delcy Rodríguez a Barajas en el año 2020? ¿Cuál era la intención? ¿Por qué uno de los primeros empleos de Víctor de Aldama fue el de embajador especial del Gobierno para negociar con Venezuela? ¿Qué esconde Zapatero? ¿Ha visto Zapatero las actas? Supongo que Nicolás Maduro le habrá enseñado las actas y habrá visto que no había ganado. ¿Por qué no lo dice?
«En Valladolid una señora me dijo: ‘Yo lo escucho en la radio y siempre me lo había imaginado calvo’»
P.- Una curiosidad. ¿Por qué Carlos Herrera te presentaba en la radio como Javier Caraballo y Pan de Alcalá?
R.- Yo vivo en Alcalá de Guadaira, un pueblo famoso por el buen pan. Entonces, un día llegué a la tertulia de Onda Cero y estaba Herrera tomándose su desayuno en el estudio. Le dije: «Pero, ¿no te da vergüenza la baguette que te estás tomando? ¿Cómo una persona como tú puede estar tomándose ese pan de gasolinera? El próximo día te traeré pan de mi pueblo». Le llevé una hogaza de pan y me dice: «A partir de ahora, te voy a llamar Javier Caraballo y Pan de Alcalá». «Pero, ¿tú estás loco?». Todavía me llaman así por la calle. Me han pasado dos cosas en la radio muy graciosas. Una vez, en Valladolid, una señora me dijo: «Está usted mucho mejor con pelo». Le contesté: «¿Cómo, con pelo?». «Sí, porque yo lo escucho en la radio y siempre me lo había imaginado calvo». ¡Ah!, vale. Otro señor me preguntó: «¿Pan de Alcalá es tu segundo apellido?». A Carlos Herrera -cariñosamente, porque le quiero mucho- se lo reprocho siempre.