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Marta Etura: «Estoy deseando que me den papeles oscuros, pero como tengo cara de buena, hago de buena. ¡Qué coñazo!»

by Marko Florentino
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Marta Etura (San Sebastián, 1978) está encantada de haberse sumado a la segunda temporada de Los enviados (SkyShowtime) por un motivo por encima del resto: Juan José Campanella. El oscarizado autor de El secreto de sus ojos o El hijo de la novia dirige la serie y eso es un doble filón para la actriz donostiarra: «Llevo años planeando el salto a la dirección y es una gozada aprender de uno de los mejores del mundo. Además, a los dos nos encanta comer y hemos dejado Galicia sin pulpo».

Etura, pese a que conoce al periodista y sabe que le va a sacar temas de los que no le apetece hablar, pide que nos dejen solos y tranquilos. El periodista, que también la conoce a ella, sabe que no necesita a nadie que la defienda.

En marzo, estrenas en el festival de Málaga tu primer cortometraje como directora.
Sí, antes de lanzarme a una película quería ver si tenía lo necesario para dirigir. Ahora sé que soy capaz. No creo que tarde. Como actriz, me han dirigido muy pocas mujeres. Hasta hace unos años era muy complicado porque era un mundo de hombres. Ahora ese techo de cristal se ha roto en mil pedazos. Siempre es una cuestión de tiempo que la mujer llegue a cualquier lugar.
De tiempo y de oportunidades.
A mí no me cabe duda de que la mujer va a poder llegar a cualquier sitio siempre que no vayamos para atrás porque, por desgracia, siempre hay quien quiere volver a lo de antes. Quiero creer que hay una conciencia colectiva con el deseo de que eso no suceda. El año pasado rodé una serie en la que todos los máximos puestos los ocupaban mujeres: la directora, la directora de foto, la guionista… Había un ambiente femenino y fabuloso. Me encantó porque, como mujer, evidentemente soy feminista y creo en la igualdad. Igualdad, que la gente a veces se confunde porque la palabra feminismo está mal elegida.
¿En qué sentido?
Los ismos te invitan siempre a pensar en un fanatismo. No es el caso del feminismo, pero mucha gente se confunde o se asusta al escucharlo. Lo que sí quiero decir es que me gustaría que no se cometiera el error de creer que ahora, porque son todo mujeres, el cine va a ser mejor. Es ese movimiento de péndulo que tiene la humanidad, vamos de un extremo al otro. Creo que no se debe calificar el resultado de un trabajo por si es femenino o masculino, se tiene que valorar si la película es buena o mala. Lo que pasa, y es maravilloso, es que están surgiendo muchísimas directoras buenísimas. Llevo 25 años en la profesión y cuando empecé muy jovencita, con 20 años, claramente era un mundo de hombres. Ahora está habiendo una equidad en los puestos de poder y eso está bien.
Sin embargo, la industria vuelve a estar en el ojo del huracán con el caso de Carlos Vermut.
Es un tema grave y complejo para poder expresar una reflexión con fundamento en un espacio tan breve. No conozco a las personas implicadas y lo que sé del tema es a través de la prensa, por lo que lo único que puedo decir ahora es que estoy absolutamente en contra de la violencia y del abuso de poder, suceda donde suceda y venga de quien venga. Porque evidentemente esto no sólo se da en nuestro gremio. Considero que es sumamente importante la escucha y el acompañamiento a las víctimas de una agresión sexual, cuyos mecanismos de defensa son todavía bastante desconocidos. Mi primer corto como directora trata de este asunto. Insisto en que es un tema importante y complejo que merece ser tratado con conocimiento, calma y reflexión.
Tras protagonizar esa superproducción que fue la Trilogía del Baztán has trabajado menos. ¿Ha sido por voluntad propia?
Nada más acabar la tercera peli, llegó la pandemia y fue un momento de vacío, realmente. El 20 y el 21 han sido años un poco duros y lo primero que hice después de la trilogía fue El color del cielo, que era una película muy pequeñita y la disfruté mucho. Me gusta alternar y hacer cosas muy diferentes. Esta es una profesión con momentos más álgidos y otros menos. La incertidumbre es compañera de nuestro trabajo y se ha dado así. La pandemia; una peli muy pequeñita que se ve menos; la dirección del corto, que es otra cosa que no llega a un gran público; la maternidad, que me ha hecho frenar un poco para estar más con mi hija… Pero, en realidad, estos dos últimos años no he parado.
¿No has notado esa barrera de los 40 años que persigue a las actrices?
Sí que lo he notado, por desgracia. Los protagonistas dejan de abundar. Era algo que no me quería acabar de creer cuando me lo decían, pero es cierto y lo he notado. En mi caso, se junta que pasas los 40 y que eres madre. Cuando era joven y me preguntaban qué me gustaría cambiar de esta profesión, siempre respondía que esa tendencia a que la protagonista sea la guapa. Los actores tenían que ser buenos actores y las actrices tenían que ser buenas actrices y guapas. Bueno, o solamente guapas y luego se las doblaba. Al menos esto último ya no se hace.
¿Era práctica habitual?
Sí, sí. Es de un machismo terrorífico. Si es guapa, lo demás ya lo apañaremos, da igual que sea mala actriz. Sin embargo ellos podían ser feos, lo que importaba es que fueran buenos actores. Somos actores, eres bueno o eres malo, eso es lo único importante. O debería, porque lo cierto es que con las actrices el físico aún resulta determinante muchas veces. Con 20 años tenía la esperanza de que podríamos cambiar las cosas, de que no nos iban a exigir a las mujeres ser guapas, porque la belleza es algo efímero y el talento no. Sin embargo, ¿sabes qué ha pasado? Lo contrario. Con la entrada de las plataformas, el criterio ya no es que ella tiene que ser guapa sino que ella y él tienen que ser guapos. Por desgracia, lo hemos estropeado más y ahora tienen que estar buenos los dos.
Hablábamos de tu caso, de cómo te está afectando la edad.
Por suerte, yo tengo un físico privilegiado porque parezco más jovencita de lo que soy y aún cuelo. Tengo la sensación de que la gran mayoría de los personajes protagonistas tienen entre 27 y 35 años y, de golpe, les plantan una hija de 12. ¿Qué mujer de ahora tiene una niña de 12 a los 30? Lo normal es que ni siquiera tenga una hija, que ni se lo esté pensando. Sin embargo, yo sí tengo esa experiencia de ser madre, soy más acorde para ese personaje que una actriz de 30 se pongan como se pongan, pero…. En fin, siempre hay cosas por las que luchar y es un trabajo que tenemos que hacer por justicia y por el bien de todos. Igual que el género no condiciona la valía, la edad y el físico tampoco.
¿Te sigue gustando la profesión tanto como a los 20?
Me apasiona actuar y contar historias. Me sigue gustando igual, lo que pasa es que cuando era pequeña no veía las partes oscuras de la profesión. Mi pasión me llevaba y no veía las dificultades. Ahora sí soy consciente de ellas, de todo esto que hemos hablado, y la energía y la ilusión que tenías con 20 años no es la misma con 45. Tengo 45 aunque no lo parezca [risas].
Es un poco molesto para los que somos de tu generación.
Pero, joder, que estamos fenomenal. Se ha creado un mito con los 40 como si fuéramos viejos, pero estamos en lo mejor de la vida. Físicamente estás estupendo, tienes todavía mucha energía y tienes la experiencia que no tenías con 20. El trabajo más duro y exigente de mi carrera fue la trilogía, lo hice sin problema y ya tenía 40 años. Así que no me toquen las narices con la edad. Me da rabia esa necesidad que tenemos de poner etiquetas que van contra nosotros mismos. Es una pena. Debemos ser más astutos en ese sentido y no ponernos tantas barreras absurdas. ¿Quién ha dicho que para ser actriz hay que ser guapa? ¿Quién ha dicho que a partir de los 40 ya bajamos? ¿El qué baja? Al revés, yo estoy en máxima plenitud. ¡Qué manía con las etiquetas!
Hablando de etiquetas.
Te la he puesto botando [risas].
Marta Etura, en el centro de Madrid.

Marta Etura, en el centro de Madrid.JAVI MARTINEZ

Era inevitable… Se te ha etiquetado como ‘la actriz de derechas’.
Lo primero que quiero decir es que en mi vida me he posicionado políticamente. Jamás he hablado a favor de un partido político, ni he militado de modo alguno. Simplemente, en las entrevistas he dado mi opinión personal como ciudadana igual que hacen muchos compañeros. Respeto las opiniones y tenemos que empezar a respetarnos más. Por desgracia, vivimos en un país donde nuestros políticos, lejos de fomentar la convivencia y el respeto, fomentan la confrontación y nos hacen creer que somos más enemigos de lo que realmente somos. En su día ya di mi opinión y no voy a volver a darla. No quiero hablar de política.
Esto ha vuelto a salir a la palestra a raíz de que la actriz Itziar Ituño encabezara una manifestación a favor de los presos de ETA. Tú has sido abiertamente crítica con Otegi y Bildu y se generó en redes un movimiento Etura vs. Ituño.
Yo defiendo la libertad y eso incluye que cada uno defienda lo que considere. También ella. He crecido en el País Vasco y sé lo que pasó. También sé que cada uno tiene sus circunstancias. Itziar tendrá las suyas y yo, las mías. Mi padre era empresario y he vivido que a los empresarios se les secuestraba y se les metía en un zulo por no querer pagar un dinero que iba a convertirte en cómplice de un atentado. He vivido que se pegaba un tiro en la nuca a una persona por pensar distinto a ti. Por supuesto que estoy absolutamente en contra de eso y de todo aquel que contribuyó a que sucediera. Yo y cualquier ser humano con dos dedos de frente. Lo he dicho y lo diré las veces que haga falta.
¿Te frustra ver a Bildu como socio del Gobierno?
No quiero hablar de política. No me vas a liar.
¡Pero si te encanta!
[Risas] Es cierto. Me encanta con mi familia, con mis amigos y contigo cuando apagues la grabadora, pero no quiero hacerlo en público porque una vez se pusieron palabras en mi boca que no dije y todavía me persigue. Busca en Google ‘Marta Etura PP’ y ya verás. Me he quedado con eso. Lo que pasa es que en este país si estás en contra de determinadas cosas ya te etiquetan de un lado. He dado mi opinión como ciudadana vasca que ha vivido una situación y he dicho y seguiré diciendo algo que no tiene nada que ver con partidos políticos: ninguna ideología ni ninguna creencia puede atentar contra la dignidad y la vida de otro ser humano. Es un límite infranqueable que se ha franqueado mucho y durante mucho tiempo donde yo nací. No sé por qué eso es de derechas.
¿Esa etiqueta de ser de derechas en una industria de izquierdas te ha perjudicado laboralmente?
Sí, no tengo pruebas para demostrarlo, pero he tenido la sensación de que me ha hecho daño profesionalmente. Sobre todo después de una entrevista en que se manipuló lo que dije. ¿Te acuerdas aquel momento en que íbamos a ir a unas terceras elecciones y tenían el país parado porque los políticos no se ponían de acuerdo? Se supone que trabajan para la ciudadanía, no lo estaban haciendo en ese momento y siguen sin hacerlo ahora. Son una vergüenza. Ves, es que me caliento. En fin, que me preguntaron qué pensaba de la situación y qué solución daría. Me tenía que haber callado, pero dije: «Hay que poner el país en marcha y me parece que lo más democrático y lo más justo en esta situación es que gobierne la lista más votada». Esa era la del PP y de ahí salió que Marta Etura apoya a Rajoy.
En la serie haces de política…
Ya, y en otra que aún no he estrenado, también. Me daba mucha pereza, pero por suerte el foco en ambos casos está en lo personal, que es lo que me gusta. Indagar en la naturaleza del ser humano y en sus conductas. Los políticos son muy interesantes para analizar ciertos comportamientos porque, como estamos viendo ahora mismo, lo que les interesa es asegurarse un dinero, un futuro y su propio poder. Esa es su lucha, no la gente. Y para eso vale todo, incluido pactar con los extremos, porque aquí todo el mundo habla de extrema derecha y nadie habla de extrema izquierda. En España, existen las dos y son igual de peligrosas.
¿Ves? Te he preguntado por tu papel y has vuelto al lío.
No tengo remedio [risas]. Lo que te quería decir es que lo que me interesa es estudiar las conductas del ser humano. Me parece algo en lo que todos deberíamos profundizar porque creo que sería una gran revolución. El ser humano siempre tiene la mirada puesta en qué puede conquistar: América, el espacio, el fondo del mar… Y creo que sería súper interesante empezar a mirar hacia dentro y no hacia fuera porque estamos muy lejos de saber cómo funcionamos. A día de hoy todavía hay mucha gente que cree que la psicología es para el que está loco, para el que está enfermo, para el ‘pobrecito’, cuando realmente es necesaria para todos, para conocernos. Estoy convencida de que si hiciéramos esa revolución emocional, nos iría mucho mejor a todos.
¿Has hecho mucho trabajo de autoconocimiento?
Sí, mis personajes me ayudan mucho también. Si hay algo fascinante en esta profesión es ponerte en la piel de otra persona y tener la capacidad de entender esas mentes, incluso la de un psicópata. Además, ponerte en los zapatos del otro te hace mejor persona, genera empatía y dejas de juzgar. Yo estoy deseando que me den personajes oscuros. De hecho, también quiero ser directora para darme a mí misma un personaje que nadie se atreve como es el de una tía que ha estado en las profundidades. Porque volvemos a las etiquetas, como tengo cara de buena soy buena y hago de buena. Qué coñazo, ¿no?
Muy oscura no pareces, las cosas como son.
Todos hemos estado en momentos y lugares oscuros, esa es la complejidad del ser humano. Pero en este país vivimos en blancos y negros como si no hubiera grises. Todo lo juzgamos en bueno y malo, la izquierda es buena y la derecha es mala… Son cosas tan simplistas y tan alejadas de la realidad.
Te estás liando otra vez.
Cierto. Apaga.





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