Los municipios metropolitanos comparten los mismos problemas que Barcelona: falta de vivienda y precios caros, contaminación, sequía… En 2021, las ciudades de la llamada segunda corona metropolitana —Martorell, Vilafranca, Sabadell, Terrassa o Mataró, entre otras— se organizaron para constituir el Arc Metropolità, una entidad que pretende ejercer de lobby ante otras administraciones para defender la importancia de estos municipios o unir voces para ser más fuertes. Y así han consensuado, por ejemplo, una regulación sobre las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) más flexible que la metropolitana, que ha tumbado la justicia. La alcaldesa de Sabadell, Marta Farrés (Sabadell, 42 años) ha sido la primera presidenta de la entidad (ahora recae en Rubí), pero además es una de las líderes municipales socialistas con más proyección política, después recuperar, en 2019, el gobierno de la quinta ciudad catalana, uno de los feudos del PSC.
Pregunta. ¿Con qué objetivos se ha creado el Arc Metropolità?
Respuesta. La idea no es hacer contrapeso al Área Metropolitana, pero sí hacer de lobby para poner en valor la segunda corona, tanto por la cantidad de habitantes como por el peso económico. Lo que no queremos es que decisiones del entorno metropolitano, que es muy absorbente, al final mermen los recursos que necesita la segunda corona.
P. Uno de los ejes comunes es la Zona de Bajas Emisiones.
R. Seré clara, yo no soy fan de las ZBE, igual que otros alcaldes. En Sabadell hemos reducido las emisiones sin tener ZBE porque la industria se ha puesto las pilas. Tiene más impacto pacificar las zonas escolares, plantar miles de árboles o renovar la flota de autobuses. Hay medidas cuyo impacto negativo supera los beneficios y con las ZBE tienes el riesgo de dejar a mucha gente atrás, que son precisamente los que menos poder adquisitivo tienen. Los alcaldes del Arc Metropolità hemos aprobado la misma ordenanza sobre las ZBE, que cumple lo que dice la ley, pero la hemos flexibilizado todo lo posible.
P. ¿Cómo está afectando a los municipios la incertidumbre de la investidura?
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R. Creo que es buena noticia que no se estén filtrando cosas de las negociaciones, eso quiere decir que van bien. Lo que me preocupa es que llevamos 10 años sin un Gobierno de la Generalitat que tire, con miedo a la gestión. Los ayuntamientos estamos solos desde hace años. Lo peor que nos ha pasado es que nadie ha decidido nada, tanto en política energética, sequía, guarderías…
P. Con Salvador Illa como presidente, ¿se desencallarán muchos temas?
R. Y tanto, porque es una persona acostumbrada a tomar decisiones. Se desencallarán temas educativos, donde tenemos un problema grave, en infraestructuras, en asuntos energéticos, en sequía.
P. ¿También el Cuarto Cinturón? Porque ERC, contraria al proyecto, ya veía bien retrasarlo.
R. Esta es una de las infraestructuras que hay que abordar. Que ERC iba a regañadientes es evidente. Pero lo más importante es que hay un acuerdo del territorio y esto es lo que debe valer.
P. ¿Y qué lo encalla actualmente?
R. Es evidente que ahora nadie hará nada. Si cuando cogemos las cosas con entusiasmo ya nos cuesta tirarlas adelante, si encima no se ponen todas las ganas, los tempos se alargan.
P. ¿Cuáles son los principales retos del ámbito municipal?
R. Que volvamos a las competencias básicas. Los ayuntamientos tenemos las competencias en limpieza, jardinería, tener las aceras en buen estado… Esto es lo que tenemos que garantizar. Pero a veces los otros no hacen su trabajo y hemos tenido que hacer de Generalitat. Estamos invirtiendo en educación o vivienda cuando no nos toca porque no tenemos ni la competencia ni el dinero.
P. ¿Cuál es el problema más grave que tiene Sabadell?
R. La vivienda. Nuestros padres no tenían grandes sueldos, pero tuvieron la oportunidad de ser propietarios de una vivienda, y muchas veces la vivienda ejerce de ascensor social.
P. ¿Por dónde pasa la solución?
R. Hay que abordarlo desde varios aspectos: por un lado, la rehabilitación, pero también construir vivienda pública, comprar pisos a grandes tenedores, dar ayudas al alquiler… Hay que hacer muchas cosas para contener los precios.
P. ¿Está notando Sabadell el efecto de los vecinos que huyen de Barcelona por el precio de la vivienda?
R. Sí, se nota en el padrón. El año pasado crecimos en 3.894 habitantes, de los cuales 1.622 venían de Barcelona. Y ello está provocando un aumento de los precios porque es gente de cierto nivel adquisitivo. Y además genera un efecto cascada: gente de Sabadell que [no puede pagar] y se va a municipios de la tercera corona, y aquí también les afecta en los precios. Es un efecto que hay que parar ya.
P. ¿Cómo están gestionando las ocupaciones de pisos?
R. Somos muy poco tolerantes con las ocupaciones, especialmente las conflictivas, y hemos multiplicado por cuatro los intentos de ocupaciones frenados respecto a hace 10 años.
P. ¿Y la problemática de los pisos turísticos también ha llegado?
R. Tenemos 70 pisos turísticos. De momento, no es un problema.
P. ¿Qué grandes proyectos tiene pendientes?
R. Tenemos inversiones en varios proyectos culturales, como el Museo textil, el Artextil vinculado al Taulí o el hub aeronáutico.
P. Algunos grandes proyectos de Sabadell como la Ciudad de la Música (que nunca vio la luz) o la Pista de Atletismo (infrautilizada) no han llegado a buen puerto. Ahora han anunciado una gran piscina de olas artificiales.
R. De momento hemos descartado el proyecto por la sequía. Pero si piensas en pequeño te quedas pequeño y si piensas en grande te arriesgas a que no salga. Hay que encontrar el equilibrio: pensar en grande sin volverte loco.
P. ¿Sabadell ha superado la etapa del exalcalde Manuel Bustos?
R. Creo que sí, yo creo que ya se superó cuando ganamos las elecciones hace cinco años. Lo que pasó, pasó y no nos podemos quedar encallados.
P. ¿El hecho de haber formado parte del gobierno de Manuel Bustos es un lastre que siempre la acompañará?
R. Yo espero que la gente me juzgue por lo que hago como alcaldesa.
P. ¿Le gustaría que Illa le llamara ofreciendo un cargo de consejera?
R. No, este es mi segundo mandato aquí y estoy muy feliz. Creo que no me toca.
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