Bithia Domínguez estudió Derecho; trabajó como abogada unos años en Madrid y después en un banco, en su Tenerife natal. Llevaba la vida que se lleva cuando te pasas las horas muertas en una oficina en un empleo que no te chifla, es decir, jornadas laborales largas, insatisfacción y mucho estrés.
Ella apunta al cortisol, precisamente, como uno de los factores que dificultaron sus dos primeros embarazos, fruto ambos de la reproducción asistida. «En la época de las fusiones de entidades financieras aproveché la oportunidad y me fui. No fue fácil dejar un trabajo fijo», explica esta madre e ‘influencer’ de 46 años. Tiempo después llegó su tercer bebé de penalti. Cosas de la vida.
Hoy, sus hijos tienen 10, 7 y 5 años y ella, @missmalabares en redes sociales, volvió a casa a cuidar a sus criaturas y metió la patita en Instagram, como si tal cosa. Actualmente tiene 435.000 seguidores, participa en el pódcast ‘Madres y musas’ y acaba de publicar ‘La madre que los parió‘ (La Esfera de los Libros). Todo, como bien describe su pseudónimo en internet, haciendo muchos malabares. En esos canales habla de maternidad sin edulcorar, aunque eso sí, con un poco de humor para tirar ‘palante’ con las sombras de la crianza.
- ¿Cómo empezó esta aventura como ‘influencer’?
- En España no hay conciliación que valga. Es una falacia y una mentira. Con dos niños hicimos cálculos para pagar guardería y colegio y no salían las cuentas. Además, crecen en un abrir y cerrar de ojos y mi marido y yo decidimos que volvía a casa a cuidar a los niños. La etapa de la crianza intensiva la sostuve yo y en pandemia, con todos aburridos en casa, empecé en las redes sociales. Pero el punto de inflexión para profesionalizarme fue participar en el pódcast ‘Madres y musas’ y aquí estoy, con un libro.
- Algunos dicen que los libros de maternidad son casi una plaga. ¿Te parece que hay muchos?
- No, lo que pasa es que es ahora cuando las mujeres tenemos la oportunidad de hablar. Con el patriarcado hemos estado a la sombra de ellos, pero ahora tenemos espacio y somos protagonistas. En redes y con libros. En internet se hace la tribu de otra manera. Ya no haces comunidad con las vecinas, como lo hacía mi abuela.
- Las madres tenemos que reírnos casi como obligación, ¿no?
- No podría vivir sin humor. A todo lo que pasa intento darle una vuelta y es la mejor herramienta para no terminar tarumbas en este mundo viviendo siempre en la rueda de hámster.
- ¿Qué tipo de madre eres? De las del ordeno y mando o de las de la crianza positiva.
- Estoy en constante aprendizaje, porque no solo educamos a nuestros hijos sino a nosotros mismos. Por mi generación, mis padres me educaron como pudieron, pero soy consciente de todo lo que se puede mejorar a partir de ahí. Quieren tenemos mi edad justo estamos en la metamorfosis. Cada día intento ser mejor madre y voy alcanzando hitos: donde antes pegaba cuatro voces, ahora no. Voy viendo resultados y me satisface. Es agotador, pero lo intento.
La Esfera de los Libros
- ¿Qué opinas sobre el ‘sharentig’, esto es, lo de sacar a los menores en redes sociales?
- Es algo respecto de lo que he ido tomando conciencia y no muestro a mis hijos, por preservar su seguridad y bienestar. Las cosas van muy rápido: me da pánico el mal uso que se pueda hacer con la IA, me preocupa su huella digital, etc. Respecto al 100% a quien lo haga, es algo muy personal, pero en mi caso, intento preservar su anonimato. Mis hijos están presentes y la gente sabe de su existencia, pero no salen de forma explícita ni son el centro de mi página. La protagonista de mi perfil soy yo. No muestro sus caras y, por supuesto, evito situaciones íntimas o aquellas que puedan vejar su honor e imagen. Tampoco enseño su uniforme escolar, su colegio, sus amigos, etc.
- ¿Cómo llevas la culpa, eso tan pegajoso que sienten tantas madres?
- La culpa va unida a la maternidad: sale contigo del hospital, cuando llevas al niño en brazos. No está mal tenerla, porque indica que algo te parece mal, pero somos humanas y a las 7 te levantas con energía, pero por la noche ya no tienes paciencia y parece que tenemos que ser perfectas. Ser madre es hermoso, pero es 24/7 y no te puedes coger una excedencia.
- Dime cosas de la maternidad que lleves mal.
- Lo peor son aquellas cosas que creías que la maternidad no iba a cambiar pero sí, porque tú pasas a ocupar un cuarto plano. Por ejemplo, me frustraba mucho porque quería seguir yendo al gimnasio y no tenía tiempo. Además, daba el pecho, que es muy demandante. Hasta que asumí que ya iría más adelante, cuando pudiera. No puedes irte de copas, porque a la mañana siguiente ellos se van a levantar a las 7. También me frustraba no poder mantener una conversación con un adulto o no comer la comida caliente. Estás atendiendo niños, partiendo filetes y cuando te quieres dar cuenta, tu plato está frío.
- Hablando de comer, hay sitios donde los niños no son bien recibidos…
- Existe una corriente antiniños y casi se les consiente más a los animales. Yo estoy de acuerdo en que no pueden hacer lo que quieran en un restaurante mientras los padres miran para otro lado, pero siempre entendiendo que son niños.
- ¿Qué es lo mejor y lo peor que te han traído tus hijos?
- Lo primero, ese amor incondicional hacia ellos. Es único y puro. Lo negativo es haberme visto sobrepasada y agobiada muchas veces y pensar que me venía grande.
- ¿Cómo podemos hacer las parejas para mantener la chispa en mitad de la crianza?
- Lo primero que cambia es que tú no conoces a tu pareja con el rol de padre y él a ti tampoco. A lo mejor no os gusta lo que veis. La fase inicial es muy difícil y el posparto es una etapa importantísima porque el día a día quema. Tienes que tener una relación férrea para que los cimientos no se derrumben y más si tienes niños muy seguidos como yo. A no ser que tengas recursos, la mayoría nos apañamos con pizza, Netflix y dos cervezas. Esa es la vida de las parejas.
- Todos los debates que giran en torno a distintos modos de criar son encarnizados. ¿Qué hacemos?
- Es cierto que hay mucho conflicto, pero tenemos que aprender a apoyarnos entre nosotras y hacer piña. Qué más da que des teta o bibe. Hemos alimentado al bebé, está sano y feliz, ¿no? Unas madres tenemos que empatizar, porque algo que para ti es insignificante a otra se le hace un mundo. Y al revés.