Estos últimos años, desde que en 2020 publicara ‘La ciudad de los vivos’ , han sido los de la consolidación de Nicola Lagioia (Bari, 1973) como un autor de renombre internacional. Esta obra de no ficción se convirtió en un fenómeno, tanto por el turbio caso que mostraba –un terrible asesinato de un joven en el que hubo de por medio drogas y sexo violento– como por su extraordinaria habilidad al manejar los recursos del periodismo. Pero en Italia ya conocían a Lagioia desde hacía un tiempo: en 2010 había sido designado como uno de los novelistas jóvenes más prometedores y colabora con varios medios culturales. Así que ahora toca rescatar su obra anterior; es el caso de ‘La ferocidad’ (Random House), una novela que escribió en 2014 y en la que también hay una muerte violenta, corrupción… —En ambas obras hay escenas con ratas. Como metáfora de la podredumbre de la sociedad no está mal.—Sí, exacto. Yo creo que tienen un significado distinto en un libro y en otro. En ‘La ferocidad’ tienen un significado simbólico porque también hay insectos, gatos… El ser humano, a diferencia de los animales, puede decidir qué hacer ante la violencia. En los animales, abusar de su poder es una garantía de supervivencia. Cuando escribí el libro, me parecía que vivíamos en una época donde este instinto de abuso de poder era cada vez más fuerte. En ‘La ciudad de los vivos’ tienen otro significado. Ahí hablaba de Roma en uno de los periodos más caóticos que ha vivido la ciudad en décadas. No había ni alcalde, estaba todo lleno de residuos, de basura y, claro, llegan las ratas. Quizás hoy asumirían de nuevo un significado simbólico, por esa oleada tan negra que está invadiendo Europa. Ahora podrían tomar el significado de la extrema derecha, que parece que estaban en el alcantarillado y ahora vuelven a salir.—¿Es también una metáfora del auge de los populismos?—También hay populismos de izquierda. En Italia, por ejemplo, hubo un populismo de izquierda postfascista, el Movimiento 5 Estrellas. Está la impresión de que la izquierda no ha cumplido las promesas. Han sido casi treinta años en los que la izquierda, al menos en Italia, parece que se haya casado con el neoliberalismo y cada vez se ocupa menos de cuestiones de justicia social. La brecha entre ricos y pobres se ha ampliado. Esto hizo que la nueva derecha, que se parece mucho a la antigua derecha en Italia, haya surgido con mucha prepotencia. Veo que también está pasando en Francia y en Alemania. Aquí la nueva derecha, la derecha de Meloni, hace referencia a una simbología que realmente inquieta. Tenemos un presidente del Senado que declara con orgullo tener un busto de Mussolini en su casa. Miembros de juventudes vinculados al partido de Meloni se saludan con el símbolo romano fascista. Meloni tiene que estar pendiente de que no se le escape de las manos la situación.’La ferocidad’ Autor Nicola Lagioia Traducción Xavier González Rovira Editorial Literatura Random House Número de páginas 432 Precio 21,90 euros—Uno de los temas de ‘La ferocidad’ es la corrupción. ¿Siempre que hay dinero hay también corrupción?—Cuando hay dinero, no necesariamente tiene que haber corrupción. Pero cuando hay mucho, mucho, mucho dinero, sí. Está claro que sí. Mucho dinero implica mucho poder y entonces suceden cosas. Yo pienso en cómo están entrando los saudíes en el fútbol europeo. O el Mundial de Qatar. Cuando hay mucho capital, pasan cosas interesantes, o complicadas, cosas trágicas. En las familias, por ejemplo, siempre hay alguien que muere de manera trágica, que lo matan o se suicida. Detrás de cualquier gran patrimonio hay algún gran crimen. Mucho dinero implica muchos problemas. Y muchos problemas implican también cosas interesantes para un escritor.—En el libro escribe: «La universidad era importante. Pero era importante para los hijos de los quiosqueros». —Al menos en Italia, el ascensor social funcionó con agilidad, durante 40, 50, quizás 70 años. Y después empezó a detenerse. Ahora está casi parado. Mientras la generación de mi padre, o incluso alguno de mi generación quizá fue más fácil el estudio y la especialización, dar un pequeño salto social, parece que para los jóvenes de hoy, quien nace rico, muere rico. Y quien nace pobre, muere pobre. Estoy hablando en términos generales. Nuestro poder adquisitivo se ha reducido notablemente y a la vez los salarios no han aumentado. El ascensor social está muy parado. Entonces, ¿qué pasa? Que para hacer este salto social, ya no basta con estudiar y esforzarse. ¿Qué hay que esperar? Pues un golpe de suerte o ir por la vía ilegal.—Sus dos libros tienen en común el sexo. ¿El sexo mueve el mundo?—El sexo inevitablemente mueve el mundo, porque sin el sexo no habría reproducción de la especie. Pero también es cierto que, aparte de dar a luz nuevas vidas, el sexo también tiene una función cognitiva. Nos conocemos unos a los otros a través del sexo. Nos da identidad. Sería interesante plantearnos qué haremos con el sexo cuando lleguemos a reproducirnos sin pasar por el sexo. ¿Será una cuestión de ocio, de conocimiento? ¿Para qué nos va a servir? Un escritor de ciencia ficción se divertiría mucho explorándolo.—¿Cómo se cuenta mejor esa sociedad oscura que retratas, con la ficción o la no ficción?—En ‘La ciudad de los vivos’ recurrí a la no ficción porque era la única manera de contar esa historia, que realmente me afectó muchísimo. Pero creo que la literatura no debería abandonar completamente la ficción. Y digo esto porque en estos últimos años se han difundido los libros de no ficción como si el escritor tuviera que explicar hechos personales para que le creyeran, como si la experiencia fuera importante también. Yo entiendo que en un mundo lleno de noticias falsas, que ya no se distingue qué es falso ni qué es verdad, los escritores tengan que recurrir al propio bagaje personal. Pero hay un peligro, que es poner la ficción en un segundo plano. Necesitamos la ficción. Necesitamos a Macbeth, a Don Quijote, a Madame Bovary, a Anna Karenina. Es decir, necesitamos personajes inventados que solo a través de la ficción podrán tener un alcance universal para ayudarnos a descubrir cosas de la realidad que sin eso no lo entenderíamos.
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Nicola Lagioia, escritor: «La literatura no debería abandonar la ficción, la necesitamos»
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