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Norman Lebrecht: «La música clásica ya no interesa al 99% de la población»

by Marko Florentino
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Más que como periodista o crítico musical, Norman Lebrecht (Londres, 1948) se ve a sí mismo como el niño aquel del famoso cuento de Andersen que grita, entre la multitud, esa verdad que todo el mundo sabe y nadie se atreve a decir para no ofender al emperador. Lo que de alguna forma predispone a la lectura de su último libro, ¿Por qué Beethoven? (Alianza), que tiene tanto de «desnudo» como de «integral» de las obras fundamentales del genio de Bonn en la coyuntura del doble aniversario de su nacimiento (250) y del estreno de la Novena (200). Cuenta el director y fundador de Slipped Disc -el portal de noticias de música clásica más influyente, polémico y divertido, fiel a la mejor tradición anglosajona-, que escribió este ensayo en los meses aciagos del confinamiento, cuando el silencio de las calles «devolvió a los barrios el canto de los pájaros que resuenan en la Pastoral». Lo hizo, confiesa, con el único propósito de ofrecer a los lectores el retrato más imperfectamente humano del titán de la cultura occidental. A modo de greatest hits, sus cien capítulos nos descubren aspectos sorprendentes, y aun inéditos, de la vida y personalidad del compositor alemán al tiempo que revalida la influencia de su legado en las nuevas generaciones de oyentes. Lebrecht presentará el libro en la Biblioteca Musical Víctor Espinós de Madrid el 19 de noviembre.

Fue uno de los primeros en predecir, hace 30 años, la crisis de la música clásica. ¿Cómo ve ahora el panorama?
No es ningún secreto que la música clásica sigue perdiendo público y espacio en los medios. Ya no se habla de ella ni aparece en las noticias. Se ha vuelto algo marginal que no interesa al 99,9% de la población. Todavía queda gente, por supuesto, para la que resulta tan esencial como el aire que respiramos, pero la generación de mis nietos no va a los conciertos sinfónicos. La cuestión ahora es cómo podemos reconstruir los miles de piezas de una estatua derruida para que vuelva a lucir igual que antes. Yo no pierdo la esperanza: si algo demuestra Beethoven es que su música es indestructible. Siempre encuentra una salida.
¿El futuro sigue pasando por Asia?
El fenómeno Lang Lang hizo que millones de niños aprendieran a tocar el piano en China, donde parecía que las semillas de renovación podían echar raíces. Sin embargo, en los últimos años el país se ha vuelto más autoritario y cerrado a la influencia occidental. Hoy donde más discos de música clásica se venden es en Corea del Sur, que acapara más del 18% del mercado discográfico mundial y está produciendo una formidable generación de pianistas, como Yunchan Lim y Seong-Jin Cho. Con Rusia silenciada por la guerra en Ucrania, hay un cierto movimiento en India que podría dar sus frutos… Veremos.
El fin del culto a la personalidad de los intérpretes y directores acabó con la gallina de los huevos de oro de la mitomanía. ¿Qué ha de tener hoy un artista, además de talento, para labrarse una larga carrera?
Debe centrarse en la música, ante todo en la música. Hay que interpretarla bien, pero sobre todo contarla de una manera que resulte atractiva: encontrar una historia capaz de conectar con el público. Todo el mundo va con los auriculares por la calle y en el metro, pero muy pocos están dispuestos y preparados para una escucha atenta. Ése es hoy el reto.

«Todo el mundo va con auriculares por la calle, pero muy pocos están dispuestos y preparados para una escucha atenta»

Su libro ¿Por qué Mahler? llenó un vacío en las estanterías. Nada que ver con Beethoven, de quien se han escrito miles de libros y tratados. ¿Qué interrogantes se ha propuesto despejar esta vez?
La pregunta que sirve de título al libro me ha perseguido durante toda mi vida. Para intentar responderla, volví a escuchar todo el catálogo del compositor, sus 138 opus, y seleccioné cien obras clave, una por capítulo, para demostrar que cada generación y artista maneja su propio Beethoven. Descubrí que, como en Shakespeare y en la Biblia, la interpretación es tan importante como el texto.
Su Beethoven dista mucho del mito del genio supremo: casi autista, probablemente célibe, asocial, inseguro, sordo por supuesto, poco higiénico y hasta ignorante en muchos aspectos, pero héroe al fin y al cabo. ¿Por qué esa insistencia en bajarlo del pedestal?
Más allá de la leyenda, Beethoven fue una persona solitaria con muy escasas habilidades sociales. Su mundo era muy pequeño. Vivió en Bonn y Viena, nunca vio el mar. Confrontó miserias, estrecheces y una discapacidad, pero llegó más profundamente a la condición humana que ningún otro músico. Estoy convencido de que no le interesaba ver su busto en ningún pedestal. Y quizá por eso yo lo veo como un ser humano casi ideal.
En uno de los capítulos demuestra que la mujer a la que dedicó su Für Elisa nunca existió realmente…
Es una historia fascinante de robos, fraude, sexo, nazis, engaño y corrupción. Ojalá la llegue a leer Almodóvar [risas] pues tiene un gran potencial cinematográfico. Beethoven escribió esta pieza, pero nunca hubo una Elisa de la que estuviera enamorado. El título se lo inventó, 30 años después de la muerte del compositor, un profesor en Viena para encubrir un asunto poco decoroso de la vida de su hijo.

‘¿Por qué Beethoven? Un fenómeno en cien obras’

La sombra del nazismo aparece también en el arreglo que hizo Karajan de la Novenapara la UE. ¿Por qué nadie quiere hablar de este asunto en Bruselas?
La Novena, que obsesionó a Stalin y conmovió a Hitler, se ha distorsionado políticamente de todas las maneras imaginables. Y creo honestamente que el exclusivo club de la Unión Europea no hace justicia al ideal de hermandad de la Oda a la alegría. La respuesta a estas y otras contradicciones la encontramos en el día del estreno de esa partitura: Beethoven quiso que fuera un viernes, cuando todos los ricos estaban fuera de la ciudad cazando jabalíes. Su destinatario era la gente de verdad.
Durante el confinamiento, mientras usted escribía este libro, se difundió la noticia de que Beethoven podría ser descendiente de esclavos africanos. ¿Qué hay detrás del eslogan #BeethovenIsBlack?
En esta época de turbas medievales, para algunas personas Beethoven ejemplifica la más depurada forma de excelencia de la civilización occidental, de ahí los ataques. También los Beatles cantaban Roll Over Beethoven en mi adolescencia. La única verdad, más allá de cualquier debate simplista sobre sus orígenes étnicos, es que Beethoven resistió a su propio destino con una actitud asombrosamente independiente. No profesó odio por nadie, pero tampoco se arrodilló ante los poderosos. No sirvió a la Iglesia ni al Estado. Y se centró en lo único que sabía hacer: componer.
Su libro comienza con una pregunta y termina con una afirmación en fortissimo. ¿Qué música define mejor estas 450 páginas sobre el genio de Bonn?
Depende del momento, y de la persona. Cuando comencé a escribirlo descubrí un pasaje absolutamente conmovedor del segundo movimiento de su última sonata para piano. Hay algo indescriptible en esa Arietta que te conecta con la humanidad, con la idea de que somos un solo pueblo en la tierra y que, en algún momento, se nos abrirá la puerta de entrada a la eternidad.





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