Dicen que menos es más y en Cuaresma es lo óptimo. La lluvia y la inestabilidad que el cielo mandó el sábado no dejó demasiado lugar para celebrar el rito anual de otra manera. La columna vertebral quedó y el acto piadoso se redujo al fundamento, despojado del preludio en las calles, de todo lo que no fuera en el interior.
San Álvaro instauró el rezo del vía crucis en la Sierra de Córdoba hace 600 años y, por lo tanto, en Occidente. Fieles a su estructura, con tan sólo ocho estaciones (frente a las catorce del tradicional, a partir del siglo XVIII) las cofradías rezaron el sábado en la Mezquita-Catedral como preparación espiritual hacia la Semana Santa y las reliquias del Beato Álvaro estuvieron presentes.
Penitencia, solemnidad y recogimiento rodearon cada segundo al Santísimo Cristo de San Álvaro, que todo el año se encuentra en Santo Domingo de Scala Coeli y al que rinde culto la hermandad de San Álvaro. Los ocho momentos de la vía dolorosa que sufrió Cristo camino de la cruz se vivieron con su rostro y su cuerpo sufriente, llevado erguido y sobre una parihuela, con flores malvas y moradas.
Los trajes negros de los participantes en el cortejo hablaron en el lenguaje no verbal de la seriedad y la austeridad exterior e interior propias de este tiempo de preparación.
La imagen, anónima de entre los siglos XV y XVI, invitó a mirar hacia dentro, en esta tercera ocasión en la que presidió esta oración de las hermandades agrupadas. El dolor fue reflejo del calvario personal de tantas y tantas vidas anónimas del tiempo presente en su ciudad.
El Crucificado, que veneró en su día el dominico San Álvaro de Córdoba (beato para la Iglesia y el patrón de las cofradías de la ciudad) estuvo los días previos en el templo de San Agustín, donde permanece también la comunidad de la Orden de Predicadores. Allí recibió ramos de flores y el rezo de muchos creyentes.
El formato del Vía Crucis recordó al vivido en 2021, cuando por la pandemia no se hizo el traslado de Jesús Nazareno y fue sólo de interior, con un aforo muy limitado y mascarillas. En este caso el motivo para suprimir el traslado matinal de San Agustín a San Andrés y la procesión de la tarde fueron las malas previsiones meteorológicas.
El acompañamiento a cada estación lo aportó la capilla musical Ad Finem Tecum, habitual en los cultos de muchas corporaciones. No hubo muchos estandartes entre las representaciones en el cortejo, puesto que estaban dispensadas de antemano para preservarlos en caso de una lluvia que no fue muy abundante entre las cinco y media y las siete, a pesar de la negrura del cielo, el viento y el frío. Sí diluvió por la mañana.
La hermandad de la Entrada Triunfal llevó cuatro varas recién restauradas por Herpoplat en las que luce el nuevo escudo. El capataz David Pulido guio los movimientos del Cristo por entre las naves, mientras se detuvo en cada una de las cruces.
Al comienzo en la Puerta de las Palmas el obispo, Demetrio Fernández, acompañado por el delegado diocesano de las Cofradías, Pedro Soldado, y por los dominicos, entre ellos el padre Mariano del Prado y Félix Hernández Mariano, subrayó que este año es especial, bajo el lema ‘Peregrinos de Esperanza’ por ser Año Jubilar.
También lo es porque la Agrupación celebra los seis siglos del rezo de San Álvaro de Córdoba. «Comenzamos los actos centrales con los que preparamos el interior para vivir con intensidad la Semana Santa», dijo.
Testimonio
«Cristo de San Álvaro, al llevar tu imagen no queremos cumplir solamente una tradición, sino que más bien queremos recordarle a un mundo que te olvida o te ignora, que has muerto en la cruz por amor y que has resucitado para darnos una vida nueva». Por ello apeló a la vida y testimonio cristiano de todos. «Que nuestra fe en Ti no muera pasada la Semana Santa», rogó al término y pidió «por la salud del Papa Francisco en este momento de dolor».
‘La oración en el Huerto’, ‘El prendimiento de Jesús traicionado por Judas’, ‘Jesús es flagelado’, ‘Jesús es coronado de espinas’, ‘Jesús es presentado por Pilato al pueblo Ecce homo’, ‘Jesús carga con la cruz camino del Calvario’, ‘Jesús es crucificado y agoniza en la cruz’ y ‘Descienden al Señor de la cruz y es depositado en brazos de la Virgen, su madre’ fueron los ocho momentos cruciales de la oración.
Todas ellas, junto con una reflexión, las leyó Rosa Quero, vocal de evangelización de la Agrupación de Cofradías. No era 1425, cuando San Álvaro lo rezaba, cautivado tras su viaje a Tierra Santa. Era 2025, en la sobrecogedora belleza de la Mezquita-Catedral, pero seguía siendo en Córdoba.