Óscar López, actual jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, será el nuevo ministro de Transformación Digital y Función Pública al sustituir a José Luis Escrivá, que será el nuevo Gobernador del Banco de España. El nuevo jefe de Gabinete, un hombre clave en La Moncloa, será Diego Rubio, una persona de máxima confianza de Sánchez y que ahora ejercía como responsables de asuntos europeos y por tanto sherpa del presidente en las decisivas cumbres de la UE. Es un cambio muy relevante en la estructura de La Moncloa, en la que López era el hombre clave desde que relevó en 2021 a Iván Redondo, que fue también un personaje decisivo en la trayectoria de Sánchez. “Conozco a López desde hace mucho tiempo, sé de su capacidad política, su compromiso con el país. En el gobierno ha jugado un papel clave. Es un gran impulsor de la revolución tecnológica y audiovisual. Será un ministro clave y ejemplar impulsando la digitalización”, ha explicado Sánchez en una comparecencia sin preguntas en La Moncloa donde también ha dado algunas pinceladas sobre Rubio: “Es licenciado con el mejor expediente académico del país, premio a la excelencia académica, doctorado en Oxford, investigador y docente en esta universidad, asesor de la ONU y de la Comisión Europea. Ahora aportará su visión para seguir preparando a España en el futuro que viene” ha asegurado el presidente, que también ha defendido el perfil técnico de Escrivá para el Banco de España frente a las críticas de la oposición.
López es un político veterano que fue líder del PSOE en Castilla y León y después secretario de organización de todo el partido con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente. Más tarde, cuando Sánchez dio el salto y ganó las primarias en 2014 frente a Eduardo Madina, su amigo López le acompañó en su núcleo duro y fue portavoz en el Senado. Sin embargo, después de Sánchez fuera destituido, en 2016, los dos viejos amigos se alejaron y el ahora ministro apostó en las primarias de 2017 por Patxi López. La relación se cortó. Cuando Sánchez llegó al Gobierno, en 2018, le nombró presidente de Paradores, un puesto lejos del núcleo duro. Pero cuando en 2021 el presidente hizo su mayor crisis de Gobierno y echó a buena parte de su cúpula, desde Redondo hasta Carmen Calvo y José Luis Ábalos, Sánchez se acordó del experimentado y respetado López para la nueva etapa y le dio todo el poder como jefe de Gabinete.
Ahora es una persona decisiva en la línea estratégica de Sánchez, con lo que su salida es importante, aunque todo indica que es de mutuo acuerdo porque él quería ser ministro como forma de dar un salto en su carrera política. Algunas fuentes señalan que seguirá siendo relevante en el núcleo duro, aunque ya sin la responsabilidad en el día a día de La Moncloa. Está por ver qué pasará con su equipo, porque López también había recuperado para La Moncloa a Antonio Hernando, otro veterano del grupo de amigos de Sánchez que también rompió con él en las primarias de 2017, y a Paco Salazar, un hombre del aparato del sanchismo que tiene mucho peso en las decisiones y en su ejecución, con contacto permanente con todas las estructuras del Gobierno y del partido. Habrá que esperar a que se asiente el nuevo jefe de Gabinete.
López es una persona muy conocida y respetada dentro del PSOE y en todos los círculos de la política española, donde ha estado casi siempre presente en primera fila o en zonas más discretas, pero con gran influencia, negociando en la sombra. Sánchez no prevé más cambios en el Gobierno, según fuentes del Ejecutivo, hasta que tenga que relevar a la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, cuando sea designada comisaria europea. También será sustituida en forma de minicrisis, sin más cambios de calado, aunque el que se decide hoy sí tiene consecuencias importantes en el día a día del Gobierno.
Rubio, un historiador con premio nacional de excelencia académica y estudios en universidades como La Sorbona y Oxford, es independiente y no tenía trayectoria política cuando llegó a La Moncloa en 2020 como director de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, fichado por Sánchez, al que ya conoció antes de que fuera presidente, cuando el historiador trabajaba en la universidad de Oxford. Pero sí se había especializado en políticas públicas y desde la oficina de Prospectiva dirigió el documento España 2050, con propuestas para el futuro. Rubio fue poco a poco escalando posiciones en La Moncloa e influyendo cada vez más en los discursos y los análisis del presidente, gracias a su visión estratégica y conocimiento a fondo de los temas. De hecho se convirtió en una persona del núcleo duro que prepara las intervenciones y los debates de Sánchez. En ese trabajo y en los viajes europeos, en los que acompaña al presidente, se ha ido ganando poco a poco la confianza del líder hasta llegar a la máxima responsabilidad: jefe de Gabinete y por tanto cabeza de un equipo muy grande que prácticamente es una especie de Gobierno en pequeño, con especialistas en todas las áreas y donde, en una estructura tan presidencialista como la de Sánchez, se toman casi todas las decisiones relevantes.
Rubio no tiene el perfil de Redondo, que tenía mucha más exposición pública, era asesor de comunicación y acumuló un enorme poder en La Moncloa, ni tampoco el de López, un veterano del partido con conexiones en todas las esferas. Pero es una persona respetada en el núcleo duro del sanchismo y ha trenzado una relación fuerte de confianza con el líder. En estos años, según diversas fuentes del Gobierno, Rubio ha demostrado una capacidad de análisis estratégico muy importante para un puesto como el que va a ocupar a partir de ahora. Antes de Sánchez, los jefes de gabinete en La Moncloa habían sido siempre personas con trayectoria dentro de los partidos: José Enrique Serrano con Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, Carlos Aragonés con José María Aznar, Jorge Moragas con Mariano Rajoy. Esa trayectoria se rompió con Redondo y volvió con López. Ahora Rubio inicia un nuevo perfil, el del académico estratega y asesor en la sombra que da el salto a uno de los puestos más relevantes de La Moncloa.
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