España no se limitará a reconocer al Estado palestino, como anunció el presidente Pedro Sánchez el pasado lunes al inicio de su última gira por Oriente Próximo, sino que además respaldará su ingreso como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas, según fuentes diplomáticas. Antes incluso de que se produzca el reconocimiento formal por parte del Consejo de Ministros español, el ingreso como 194º Estado miembro de Naciones Unidas estará ya sobre la mesa.
La embajadora de Malta ante la ONU, Vanessa Frazier, anunció el pasado lunes que el ingreso del Estado palestino en la ONU será una de las prioridades de la presidencia del Consejo de Seguridad que esta isla mediterránea ejerce durante el mes de abril. Aunque admitió que aún no ha recibido la solicitud formal por parte de las autoridades palestinas, dio por sentado que esta llegará en los próximos días. Malta es, precisamente, uno de los cuatro países de la UE que, junto a España, Irlanda y Eslovenia, suscribieron el pasado día 22 una declaración conjunta en la que mostraban su disposición a reconocer al Estado palestino “cuando pueda aportar una contribución positiva y las circunstancias sean las adecuadas”.
Aunque Malta ya reconoció al Estado palestino a finales del siglo pasado, su presidencia del Consejo de Seguridad, del que ocupa un asiento rotatorio, le brinda la ocasión de incluir el ingreso de Palestina en la ONU en el orden del día del máximo órgano decisorio de la organización internacional antes del 1 de mayo. En una conversación con periodistas, camino de Oriente Próximo, Pedro Sánchez dijo crípticamente el lunes: “Hay que estar atentos a las decisiones que se tomen próximamente en Bruselas y Nueva York”.
En realidad, ello solo supondrá el inicio de un largo proceso que tiene escasas posibilidades de llegar a buen fin. Si la candidatura obtiene mayoría en el Consejo de Seguridad, para lo que necesita ocho de sus 15 votos, pasará a la Asamblea General de Naciones Unidas, donde necesita el apoyo de dos tercios de los países miembros. Ambos listones pueden superarse con los votos de los países que ya han reconocido al Estado palestino, casi 140, y los de aquellos que han prometido hacerlo, como Eslovenia, que también se sienta en el Consejo de Seguridad.
El problema radica en que la iniciativa puede frustrarse en cualquier momento por el veto de cualquiera de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y las fuentes consultadas dan por hecho que Estados Unidos no la dejará pasar, aunque la irritación de la Administración Biden con Netanyahu haya llevado a EE UU a abstenerse por primera vez ante la resolución que reclamaba un alto el fuego en Gaza.
Pero incluso si, como parece probable que ocurra, no se aprueba el ingreso del Estado palestino en Naciones Unidas, el mero planteamiento de la propuesta servirá para que el asunto se debata en el principal foro de política internacional. España no forma parte en estos momentos del Consejo de Seguridad de la ONU y, por tanto, no tiene derecho de voto, pero sí podrá participar en el debate, ya que será una sesión abierta a los demás miembros de Naciones Unidas. En ese debate, señalan fuentes diplomáticas, España estará representada por el propio ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que acudiría a Nueva York expresamente.
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Palestina es, desde 2012, miembro observador de la ONU, un estatuto que ganó en votación de la Asamblea General y no requiere el visto bueno del Consejo de Seguridad. En cambio, su candidatura para ser miembro de pleno derecho se estrelló en 2011, ya que entonces no consiguió los ocho votos necesarios del órgano de gobierno de la ONU y Estados Unidos ni siquiera tuvo que utilizar el veto. Palestina también forma parte de otras agencias de Naciones Unidas, como la Unesco o la Organización Mundial del Turismo —esta, con sede en Madrid—, que no dependen del Consejo de Seguridad.
El debate en la ONU servirá, según las fuentes consultadas, para poner en primer plano la fórmula de los dos Estados, uno israelí y otro palestino, viviendo en paz y seguridad, como única salida para el conflicto de Oriente Próximo; y dará un impulso a la propuesta de convocar una conferencia internacional, defendida por España. Al mismo tiempo, debería servir para animar a otros Estados de la UE a dar el paso del reconocimiento diplomático para el que ya se han concertado Irlanda, Eslovenia y España, reforzando así la posición de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ante la posguerra de Gaza. En el caso de España, la decisión tendrá escasas consecuencias prácticas, pues la oficina de la ANP en España ya tiene rango diplomático, y su sede y representantes disfrutan de los mismos privilegios e inmunidades que los de cualquier Estado.
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