Quin no querra venderle una serie o una pelcula a Apple. Desde que la segunda compaa ms grande del mundo por capitalizacin burstil (la primera es, oh sorpresa, Microsoft) tiene su propia plataforma de contenidos audiovisuales, docenas de grandes nombres de Hollywood han llamado a su puerta. Es una puerta grande y dorada (perdn: gris espacial) que da acceso a un mundo mejor. Apple produce series y pelculas con la aparente despreocupacin de quien gasta dinero alegremente porque la cuenta corriente se le llena sola. A efectos, lo que Apple gasta (invierte?) en series y pelculas son migajas si lo comparamos con lo que ingresa vendiendo dispositivos. Tiene, por tanto, sentido econmico la percepcin de que la empresa, en vez de comprarse bolsos y zapatos de marca para presumir, se compra a Ridley Scott o a Martin Scorsese. Ni Napolen ni Los asesinos de la luna han sido rentables. No obstante, nada indica que Apple est arrepentida de haberlas producido. La segunda temporada de la nueva Los Fraguel acaba de estrenarse. La primera, por mucho que nos duela a los fans de los muecajos originales, no tuvo ninguna relevancia. Aparentemente, a Apple tanto gasto y tan poco retorno le dan lo mismo.
Tambin es verdad que pocas plataformas tienen un contenido ms slido que Apple TV+. Ah dentro hay series buenas y series malas, pero ninguna es pobretona. Ninguna parece barata porque ninguna lo es. Palm Royale luce carsima. Y es muy mala. Y a nadie parece importarle.
Creada por Abe Sylvia, Palm Royale es la historia de Maxine Simmons (Kristen Wiig), una mujer obsesionada con pertenecer a la alta sociedad de Palm Beach (Florida) de 1969. La serie cuenta con un reparto muy vistoso, que incluye a Allison Janney y Ricky Martin. Precisamente estos dos nombres nos dan una idea de lo desnortado que est el proyecto: a Janney se le nota que la serie la ha contratado para darse una ptina de calidad y a Martin se le nota… que es muy mal actor.
Kristen Wiig, que tambin ejerce de productora de Palm Royale, no es mala actriz. Pero para demostrarlo necesitara un guion mucho ms trabajado que el de esta serie. Con frecuencia, Palm Royale parece estar preparando al espectador para algn tipo de giro de meta-ficcin. Uno llega a esperar que su plastificada esttica, que casi roza la de Barbie, sea un decorado consciente. Que la serie trate de otra cosa. Desgraciadamente, Palm Royale no es ni Las mujeres perfectas ni No te preocupes, querida. Esta serie va, aunque cueste creerlo, en serio.
Palm Royale, como idea, abre muchsimas puertas que, como realidad, decide no atravesar. Su stira es garbancera, su humor est capado y sus actrices casi forzadas a defender escenas propias del culebrn venezolano ms impostado. Kristen Wiig, maestra en el arte del humor auto-referencial, opta en su serie por negarse a s misma lo que mejor sabe hacer. Mientras Apple, se limita a pagar y a inventar nuevos colores para el iPhone.