Simon se trasladó de su querida BerlÃn al âparaÃsoâ. Ahora vive en una torre de la Dehesa del Saler, dentro del parque natural de la Albufera de Valencia. Por una habitación ve el mar, por otra, el lago. El pasado lunes se percató, sobre las 14.20, de que salÃa humo de una parte del denso bosque que se extiende a los pies del edificio. El alemán grabó un vÃdeo para su mujer, valenciana, que se habÃa ido a la ciudad con la hija de ambos, de ocho años. Al principio, no se preocupó demasiado, no parecÃa muy cercano. A los pocos minutos, tuvo que desalojar corriendo su vivienda porque una intensa humareda impedÃa ver las llamas que se aproximaban e incluso se hacÃa difÃcil respirar. El fuerte viento de Poniente habÃa acelerado y empujado el incendio hacia la zona habitada. Llegó a pensar qué tenÃa que salvar con urgencia de su casa.
âY me llevé el peluche de mi hijaâ, se permite bromear cuatro dÃas después. Las llamas se contuvieron y no entraron en el edificio, gracias a la rápida acción de los bomberos que cuentan con una base dentro del parque. 30 personas fueron desalojadas. El fuego arrasó 14 hectáreas de un lugar privilegiado, una franja verde, que ha sufrido 17 incendios o conatos desde el pasado agosto. Simon se pone serio para incidir en el peligro de los incendios que asolan el paraje y también en el señalamiento a través de los chats y de comentarios de los vecinos, muchos de los cuales culpan directamente a uno de ellos de los siniestros.
No se habla de otra cosa en El Saler, del presunto pirómano que convive en la pedanÃa de Valencia con las cerca de sus 1.200 habitantes, población que se multiplica en verano. J. C., abogado de 59 años, vive allà desde hace décadas. Es uno más. âTodo el mundo lo conoceâ, comenta un vecino. Se cruzan con él, lo ven en el balcón fumando. El pasado 25 de octubre fue detenido por el incendio que se inició unos dÃas antes y quemó 16 hectáreas en otra zona de la dehesa tres dÃas antes. TenÃa algún antecedente por lanzar bengalas desde su casa y provocar un conato. Estuvo en prisión provisional hasta finales de diciembre. Salió con medidas cautelares, como no acercase a la zona boscosa, pero sà puede transitar por los múltiples senderos que atraviesan el parque. Reside allÃ, solo, tras la separación de su esposa, con la que tiene dos hijos.
Ahora se encuentra a la espera del juicio, mientras sus vecinos lo vigilan, están pendientes de sus movimientos, han organizado algunas patrullas para controlar si hay conatos. La Cope publicó en su web una foto de él con una garrafa de parafina, material inflamable, que luego se halló arrojada en el suelo. El pánico y el miedo se han extendido entre el vecindario. Por otro lado, existe temor entre algunos en que alguien se tome la justicia por su mano, de que pueda ser objeto de linchamiento, reconoce una vecina, que recuerda que no hay pruebas concluyentes. Otros rebajan la tensión. Hay quien sugiere que podrÃa haber un efecto contagio y que haya más pirómanos.
El pasado jueves, el portero de la torre donde vive el vecino señalado insistÃa en que no puede hablar, que se lo ha aconsejado la policÃa. Unas horas después salió del portal J. C. y se dirigió hasta su coche. Este periódico le preguntó si querÃa hablar de las acusaciones y de su situación. Respondió que no, al tiempo que negaba con la cabeza. A una periodista de Tele 5 le habÃa comentado con anterioridad desde el balcón de su casa que todo lo que tenÃa que decir lo dirÃa ante el juzgado y que los vecinos contaban muchas cosas falsas. En una declaración voluntaria, el presunto pirómano negó ante el juez cualquier relación con el incendio y señaló que emplea la parafina para combustible de sus estufas, según publicó el diario Levante EMV. âDesde luego hay miedo y mucha preocupación, porque esta maravilla de vegetación implica un peligro alto y por todo lo que ya ha pasado antesâ, comenta Rafa, jubilado que ahora vive entre El Saler y Madrid.
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La situación es compleja. Fuentes de la Guardia Civil aseguran que están investigando âa topeâ y que no pueden decir nada más de momento. Se ven con frecuencia patrullas de agentes por El Saler. Dos vecinos aseguran que se han encontrado con âpolicÃas de la secretaâ. La delegada del Gobierno, la socialista Pilar Bernabé, ha manifestado que todo apunta a que el último siniestro también fue intencionado, como el anterior. La alcaldesa de Valencia, MarÃa José Catalá, del PP, parece no albergar ninguna duda y culpa directamente a que hay âun pirómano sueltoâ. El concejal de Devesa-Albufera, José Gosálbez, de Vox, señaló en enero que âdesde que la izquierda se ha ido a la oposición [gobernó entre 2015 y 2023], los incendios se han multiplicadoâ. La oposición respondió con el anunció de posibles acciones legales por injurias y calumnias. La media de incendios registrados entre 2010 y 2023 fue de tres al año, enfatizó esta semana el concejal de Vox.
El Ayuntamiento, personado en la causa del incendio de octubre, ha pedido esta semana al juez de instrucción número siete de Valencia, que se geolocalicen los dispositivos móviles para âacreditar dónde se encontraba el supuesto pirómano en cada momento y también para solicitar que todas las investigaciones desarrolladas por la Guardia Civil durante estos dÃas se tengan en cuenta en el juzgadoâ.
Un vecino duda de si se puede discernir por la localización a través del móvil si uno está en una zona boscosa o justo al lado, en una carretera o sendero. Otro sugiere que se le ponga una pulsera de control telemático, si bien es una medida que se impone una vez dictada la pena. Fuentes policiales judiciales recuerdan la importancia de contar con pruebas o indicios claros y que la Ley de Enjuiciamiento Criminal ya no contempla la alarma social (que el Tribunal Constitucional consideró inconstitucional) como una de las circunstancias (como el riesgo de fuga o la obstrucción de pruebas) por las cuales se podÃa acordar la prisión preventiva o la continuidad de la misma frente al derecho fundamental de la libertad individual.
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