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Para cohete, el de Yolanda, por Manuel Fernández Ordóñez

by Marko Florentino
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Se congratulaba estos días en sus redes sociales el ministro Óscar López a cuenta de la bonanza de la economía española. Lo hacía como si él tuviera algo que ver en esa supuesta bonanza, o como si su inoperante gestión al frente de la transformación digital en nuestro país estuviera de algún modo relacionada con esa, insisto, supuesta bonanza económica.

No se lo tengan ustedes en cuenta, con la que está cayendo en Ferraz se agarran a un clavo ardiendo con fin de desviar la atención, aunque solo sea una fracción de segundo, de la putrefacta y hedionda pestilencia que les supura ya por todos y cada uno de los poros. ¿Para qué creen que vale este personaje siniestro, que lo mismo sirve para dirigir una cadena hotelera que para liderar la Ciberseguridad en España? Aprendiz de mucho, maestro de nada. Un tipo al que le regalan 12.000 millones de euros de fondos europeos y no es capaz de ejecutar ni 250.

Se congratulaba, como digo, de lo bien que va la economía desde que llegaron al poder. Sin duda debía referirse a la economía personal de algunos de los más ínclitos y celebérrimos personajes de la PSOE Nostra. O tal vez se refería a la economía personal de algunos asesores del último gobierno socialista de Andalucía. Ahí anda ahora la Guardia Civil, investigando el desvío de 724.000 euros del dinero de los parados andaluces para pagar a cierto número de vividores y sinvergüenzas. Se ha perdido cualquier atisbo de dignidad en la cueva de la rosa.

La economía española es como una losa que aplasta a todos los ciudadanos. Una losa cada vez más pesada. La gente lo sabe, lo siente, lo sufre. Hemos vivido un periodo inflacionario sin parangón, la gente está sufriendo una enorme escalada en los precios de la vivienda y la pobreza energética se ha triplicado en España desde que el PSOE está en el poder. Esta pobreza, de hecho, duplica la media europea. Cuando Pedro Sánchez llegó al gobierno, los números eran muy parecidos (7,5% en España, 6,9% en la Unión Europea). El socialismo es una máquina de generar pobres, de generar ruina. Pero también es una máquina de vender esperanza.

«Ya se huele la desesperación desde aquí. Las ratas comienzan a abandonar el barco»

La esperanza, vana, absurda y, sobre todo, irreal de creer que el socialismo nos va a conducir a un futuro de abundancia, sin desigualdades, sin pobreza ni penurias. El socialismo consigue, exactamente, lo contrario. Esta doctrina liberticida únicamente puede asentarse sobre una masa creciente de pobres, su fundamental caladero de votos. Una ideología que explota como ninguna un sentimiento tan humano como la envidia. Ellos los llaman redistribución de la riqueza, pero no es más que la envidia escrita en el BOE. Le quieren pobre, le necesitan pobre, le necesitan siervo y sumiso. Si no, usted no les votará.

Cada vez más pobres, cada vez menos libres, cada vez más resentidos, cada vez más polarizados. Esa es su única estrategia: el odio. El odio al que piense diferente, el odio al que les lleve la contraria, el odio al que exponga sus miserias, el odio al que critique a su líder supremo. Le convertirán a usted en pobre mientras le convencen de que está luchando contra el fascismo, contra el cambio climático, contra el heteropatriarcado y, sobre todo, contra los ricos. El rico, en realidad, es usted. Pero usted no lo sabrá hasta que sea demasiado tarde. Cuando un socialista le dice «esto lo van a pagar los ricos», lo va a pagar usted porque en España apenas hay ricos. Pero nos han robado algo mucho peor que el dinero, nos están robando el futuro de millones de jóvenes. No hay solución, solo puede ir a peor.

Los salarios reales en España siguen por debajo del nivel de 2008. Nuestro poder adquisitivo es menor que el de hace veinte años. Pero ellos son insaciables. Nunca se ha recaudado tanto como ahora y los servicios públicos son cada vez de peor calidad. Nunca el estado nos ha quitado tanto, nunca ha gastado tanto y, a la vez, nunca nos ha dado tan poco. Nos están empobreciendo de forma miserable mientras millones de españoles se consuelan al grito de «al menos no gobierna la derecha».

Es falso, es mezquinamente falso que la economía española vaya bien. El nivel de pobreza general, el de pobreza energética, los precios de los alimentos, de los carburantes o de la vivienda lo atestiguan. Pagamos más impuestos que nunca, más IVA que nunca y ¿para qué? Si ni siquiera son capaces de hacer que los trenes lleguen a su hora ni explicarnos por qué carajo nos quedamos sin luz hace más de un mes. Están demasiado ocupados señalando a jueces y periodistas, reptando por las cloacas para eliminar a sujetos indeseables, aforándose impúdicamente para evitar la justicia o pergeñando una reforma judicial para asaltar la última institución del estado que les queda. Después de eso, nada nos separará de Venezuela. Objetivo cumplido.

Nada en España va como un cohete, la economía mucho menos. El único cohete que hay aquí es el de Yolanda. A ver si se sube a él todo el Gobierno y se van más allá de la puerta de Tannhäusser antes de que la UCO les ponga una bomba lapa. Ah, no, que eso también era falso. Ya se huele la desesperación desde aquí. Las ratas comienzan a abandonar el barco.



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