El municipio tiene un amplio programa de cultos extraordinarios hasta el 9 de mayo de 2026, fecha de la misa donde se impondrá la corona a la imagen

Peñaflor está a menos de un año del 9 de mayo de 2026, jornada en la que se vivirá la coronación canónica de Nuestra Señora de Villadiego, patrona de la localidad. El arzobispo, monseñor José Ángel Saiz Meneses, anunció oficialmente este acto durante la eucaristía celebrada en mayo del año pasado, reconociendo así una devoción de más de siete siglos, «profundamente enraizada en la identidad espiritual y cultural de esta villa andaluza», según la corporación.
La devoción nace en 1241, cuando Fernando III conquista la zona y cede Peñaflor a la Orden de San Juan de Jerusalén. La misma, asentada en la localidad burgalesa de Villadiego, trae la veneración mariana que da nombre a la actual imagen. En torno a una antigua torre-fortaleza, que es la actual ermita, se edifica el culto a una Virgen que en el siglo XIV ya contaba con peregrinaciones multitudinarias, según testamentos y archivos de época.
La actual imagen es obra del escultor Sebastián Santos Rojas, quien en 1937 talló una nueva imagen tras la destrucción de la anterior durante los ataques de la Guerra Civil. Esta imagen ha «presidido la vida religiosa de Peñaflor desde entonces». La Romería de Villadiego se celebra cada 14 de agosto, víspera de la Asunción y es en 1926, cuando el entonces párroco Andrés Guillén organizara la primera romería tal y como se conoce en la actualidad.
Miles de devotos acompañan cada año a la Virgen desde su ermita hasta el pueblo por lo que la coronación canónica es «mucho más que un acto litúrgico». Se ha constituido una comisión organizadora que desde ya trabaja en un amplio programa de actos religiosos, culturales y sociales mientras que el logotipo conmemorativo ha sido creado por el artista Miguel Ferrera, simbolizando en un diseño sobrio y elegante la espiritualidad, historia y proyección de esta devoción. La corona, pieza central del acto, será ejecutada por el orfebre sevillano Joaquín Ossorio, quien ya trabaja en una obra que recogerá símbolos identitarios de Peñaflor y su hermandad.

La Virgen de Villadiego de Peñaflor
Durante los siglos XIV y XV la devoción a la Virgen de Villadiego fue en aumento, como demuestran los testamentos documentados y según explica la hermandad, donde se dotaba de buenas partidas económicas al santuario, lo que llevó ya en el siglo XIV a la construcción de la ermita casi como ha llegado a la actualidad. La virgen acabó vistiéndose al modo de la corte de los Austrias (vestimenta similar a la conservada en Setefilla) tapando los ricos ropajes la talla originaria.
El siglo XVIII trae nuevos avatares a la devoción a la Virgen de Villadiego, la cual ya había perdido buena parte del prestigio de épocas pasadas. La ermita había sufrido el terremoto de Lisboa, sufre humedades que afectan a la techumbre, y por consiguiente a la imagen, que ya a finales de la centuria aparece como en muy mal estado, habiendo perdido al niño que portaba en sus manos. La ermita entra en ruina y la imagen es trasladada a Peñaflor, donde se construye por estas fechas la actual parroquia, quedando depositada en paradero desconocido.
Según la hermandad, nuevos datos hacen alusión ya a la entrega de una imagen en 1795, obra de Juan Bautista Petroni, y que vendría a sustituir a la anterior imagen. Esta escultura que tenía influencias genovesas, se hizo ya sin niño, porque durante décadas el anterior estaba deteriorado, había sido cubierto y por consiguiente olvidado en la memoria colectiva.
La Virgen de Villadiego presidió desde su hechura en 1795 y dado el estado ruinoso de la ermita, la parroquia de San Pedro Apóstol hasta 1833, fecha en la que se tiene constancia de su regreso a la ermita ya restaurada tras la invasión francesa de 1812. En estos años, se cimentó la devoción como patrona de Peñaflor que llega hasta la actualidad.

