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Pierre Lemaitre : «Lo que escribo afecta a la clase menos privilegiada, que es de la que vengo»>

by Marko Florentino
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Pierre Lemaitre (París, 1951) es un escritor tardío que desde que publicó su primera novela, ‘Irene’, en 2006 ha tenido una carrera meteórica. Ganador del Premio Goncourt en 2013, recientemente acaba de presentar en la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo ‘El silencio y la cólera’ (Salamandra), segunda entrega de la serie ‘Los años gloriosos’ , un fresco social de la Francia de mediados del siglo XX.—¿’El silencio y la cólera’ es la segunda entrega de la saga ‘Los años gloriosos’. Han pasado cuatro años de los acontecimientos narrados en ‘El ancho mundo’ y los hermanos Pelletier se encuentran en el París de 1952. ¿Cómo han evolucionado los personajes en esta nueva historia?—Apenas han pasado cuatro años desde el volumen anterior, pero son cuatro años en los que el país experimentó un cambio profundo. Estamos en el comienzo de lo que llamamos en Francia el ‘Trente Glorieuses’, periodo de desarrollo económico como el país nunca había conocido. La ruta de los personajes traducen este movimiento de cierta manera; cada uno comienza a tomar su lugar en la sociedad y comienza un éxito que será de algún modo testigo de los tiempos. La novela narra la vida de toda la familia Pelletier. Pero Helene, la hermana menor, es quien, en cierto modo, se presenta como una heroína. Esta joven periodista es enviada a una aldea que será sumergida bajo el agua para permitir la construcción de una represa hidroeléctrica.—Esta nueva novela que ha escrito está marcada por el tema de lo social y usted refleja los dramas humanos de un pequeño pueblo como es Chevrigny.—En este libro quería hablar de la cuestión de la construcción y la edificación que, en aquellos años, era una de las puntas de lanza del progreso económico, pero no quería abordarla bajo el tema de la construcción inmobiliaria. Me parecía posible imaginarlo en la forma de esta presa que representa la modernidad a través de la necesidad energética de una población en crecimiento, y que también obliga a sacrificios que el progreso no permitirá. Este es evidentemente el caso de esta pequeña ciudad de la que sus habitantes serán expulsados y que en este libro vivirá sus últimos días.—Sus historias se centran normalmente en las clases más desfavorecidas. ¿Por qué dirige la mirada hacia estos?—Hay muchas maneras de pensar sobre la historia. Cuando yo era un joven escolar, la historia la contaban los vencedores. Este fue el caso de las guerras, por ejemplo del colonialismo. Pero vengo de un segmento menos privilegiado de la población. Además, lo que escribo afecta a la clase social que más me interesa, es aquella de la que vengo. ¿Y quién todavía no es uno de los ganadores de la modernidad (aunque sea un privilegiado)?—¿Cómo se las arregla un escritor como usted para contar pequeñas historias que al final acaban teniendo un trasfondo universal?—Esta es la pregunta general que todo escritor se hace: si la historia que quiere contar tiene características suficientemente universales, es por un lado para que los lectores se sientan involucrados y por otro lado para que brinde la oportunidad, si no de reflexión, al menos de un punto de vista sobre el mundo, para poner en movimiento las emociones, la memoria y las creencias de los lectores. No siempre estoy seguro de que mis historias tengan un sentimiento universal, pero no las escribiría si no lo deseara.—La crítica ha resaltado de los últimos libros que ha publicado usted que son un fresco del siglo XX y que tienen a escritores como Zola, Flaubert y Dumas como modelo. ¿Está de acuerdo con estos referentes?—Obviamente no puedo estar de acuerdo con quienes comparan mi obra con la de estos gigantes de la literatura del siglo XIX. Estos inmensos escritores dejan una obra con la que no sería decente comparar la mía. Lo cierto es que, si no pretendo competir con ellos, su forma de concebir su obra romántica fue un gran apoyo para mí: la construcción de todo el fresco, de Zola, la sublime sencillez de Flaubert, o el sentido del folletín de Dumas… Todo es parte de mi herencia, por supuesto.—Un elemento fundamental en sus libros es el sentido del humor a la hora de narrar las historias.—A veces me han preguntado qué papel juega el humor en mis novelas. Con frecuencia respondo que no tiene otra función que traducir lo que soy. Creo que veo la vida con suficiente burla y humor como para que la forma en que cuento mis historias quede imbuida de lo que constituye mi carácter. Además, escribir una novela lleva mucho tiempo, y si no tienes la oportunidad de divertirte mientras la haces, es muy probable que la novela acabe agotándote y haciéndote renunciar a terminarla.— En su carrera literaria hay un punto de inflexión con la novela ‘Nos vemos allá arriba’, con la que logró el Premio Goncourt. ¿Qué ha significado para usted este libro que le permitió ganar un premio tan prestigioso en Francia?—El Premio Goncourt no es sólo un premio literario. También es un emblema cultural en Francia. ¡Conseguir este premio equivale a estar incluido en la misma lista que Marcel Proust! Sin, obviamente, querer compararme, aparezco en una lista muy prestigiosa que me ha reportado reconocimiento, lo que tiene al menos una ventaja: mi lugar ya no está en discusión. Esto no es una garantía de que continuaré escribiendo buenos libros, ni de que sea un buen novelista, pero me ha colocado en el panorama literario francés en un lugar donde difícilmente soy discutido. Es un raro privilegio para un escritor.—En su literatura es igual de importante la historia que nos cuenta como el modo en que la cuenta. Es usted un escritor que apuesta por un estilo directo y aparentemente ‘fácil’ que atrapa al lector desde la primera página. ¿Cómo se consigue esto novela tras novela?—El falso amigo más común es pensar que un libro es fácil de leer y, por definición, fácil de escribir. Obviamente es exactamente lo contrario. Para conseguir un estilo sencillo, directamente accesible, comunicativo y emocionalmente fuerte hay que trabajar mucho, corregir mucho, retomar mucho y mirar constantemente tu trabajo con mucha distancia. Pero me crie en una literatura que es la del folletín, que tiene una gran eficacia narrativa y, naturalmente, con estas armas me convertí a mi vez en novelista. Notarás que el serial es la forma narrativa más utilizada hoy en día, particularmente en las series de televisión, lo que demuestra claramente que sigue siendo muy relevante hoy en día.«Algún día tendrán que explicarme por qué Javier Marías no fue coronado con el Premio Nobel y sin embargo por qué decidieron concedérselo a Bob Dylan» Pierre Lemaitre Escritor—En una ocasión usted comentó su admiración por Benito Pérez Galdós. ¿Por qué cree que en España cierto sector crítico sigue mirando con prejuicios a un autor como este que contó magistralmente la historia de nuestro país?—No conozco lo suficiente el mundo intelectual español para juzgar el lugar que allí ocupa Pérez Galdós. ¡Pero me emocionaron mucho las pocas novelas raras suyas traducidas al francés! Admiraba tanto su forma de considerar sus cuentos como reflejo del mundo social, que en mi opinión iguala a los grandes novelistas franceses o rusos del siglo XIX. Quizás sea bueno, en España, encontrar a Pérez Galdós viejo o anticuado, pero tengo la ventaja al hablar de él de ser sin duda el que menos lo conoce, pero el que más lo aprecia.—También tengo entendido que admira a otros escritores españoles como Arturo Pérez-Reverte, Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes o Javier Marías, entre otros.—Tiene toda la razón, soy un feliz lector de novelistas españoles que afortunadamente suelen ser traducidos al francés. Por supuesto, aprecio mucho el trabajo de mi amigo Pérez-Reverte, por quien siento una gran admiración. Por supuesto Muñoz Molina, Víctor del Árbol, Javier Cercas, Javier Marías y muchos otros.—Javier Marías sonó muchos años como posible candidato al Premio Nobel de Literatura, pero al final no lo logró a pesar de su calidad indiscutible como narrador. ¿Qué piensa al respecto?—La concesión del Premio Nobel es algo muy misterioso. Algún día tendrán que explicarme por qué Javier Marías no fue coronado, al igual que Philippe Roth o Joyce Carol Oates, y sin embargo por qué decidieron concedérselo a Bob Dylan.—¿Qué nos va a deparar la tetralogía de ‘Los años gloriosos’ en las dos próximas entregas?—Las dos últimas partes de esta tetralogía tendrán lugar en 1959 y 1963. La primera será un homenaje a la novela de espías y en particular a John le Carré con una aventura que estará situada en parte en Praga, detrás del Telón de Acero. Por supuesto, no seguiremos a toda la familia, pero sí especialmente a François. El último volumen tendrá a Jean como protagonista y la acción girará en torno al gran proyecto de la época de rodear París con una autopista rápida (la circunvalación), símbolo de la época en la que se consideraba necesario que la ciudad se adapte al automóvil. En retrospectiva, nos provoca escalofríos, ¿no es así?



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