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¿Podrían aumentar los tatuajes el riesgo de cáncer de piel? Sí, según este estudio

by Marko Florentino
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Durante buena parte del siglo XX, los tatuajes eran una rareza en las sociedades occidentales. Asociados a contextos marginales, su presencia en Europa, Estados Unidos o Canadá era más bien testimonial. O, al menos lo era, salvo en colectivos muy concretos como marineros o población penitenciaria. Hoy, sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente. Los tatuajes han pasado de ser un símbolo de rebeldía a una forma de expresión personal completamente normalizada. Algo de la que ya hemos hablado en THE OBJECTIVE.

Resulta incluso raro encontrar a personas menores de cuarenta años que no tengan al menos uno. Esta transformación ha ido de la mano de una industria global del tatuaje que no ha parado de crecer. Tanto en términos de popularidad como en diversidad estilística y técnica. No obstante, en otras partes del mundo, como en la Polinesia, los tatuajes siempre han formado parte del tejido cultural y espiritual. Allí, tatuarse no es una moda sino un rito de paso, una manera de narrar la historia de una vida a través de la piel.

Sin embargo, más allá del simbolismo y la estética, crece la preocupación por los posibles efectos de los tatuajes sobre la salud. Algunos estudios recientes han empezado a apuntar una relación entre los tatuajes y el aumento del riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer de piel, incluidos los melanomas. Esta posibilidad ha abierto un nuevo frente en la investigación dermatológica y ha encendido las alertas entre profesionales sanitarios y personas tatuadas.

La relación entre el cáncer de piel y los tatuajes

Investigaciones recientes publicadas en BMC Public Health sugieren una posible asociación entre los tatuajes y un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer. Un estudio de la University of Southern Denmark analizó datos de más de 5.900 gemelos. Tras cotejarlos, encontró que aquellos con tatuajes tenían un 62% más de probabilidades de desarrollar cáncer de piel en comparación con los no tatuados.

Los investigadores especulan que las partículas de tinta pueden migrar desde la piel hasta los ganglios linfáticos, potencialmente desencadenando inflamación crónica y crecimiento celular anormal. Sin embargo, aún no se comprende completamente el impacto de esta acumulación de tinta en el sistema inmunológico.

Es importante destacar que, aunque estos hallazgos son preocupantes, la relación causal directa entre los tatuajes y el cáncer de piel no está completamente establecida. Algunos expertos señalan que, aunque ha habido un aumento en los casos de melanoma diagnosticados en áreas tatuadas, esta asociación podría ser coincidente y no necesariamente indicativa de una relación causal. Además, la composición de las tintas de tatuaje varía y no siempre está regulada, lo que podría influir en los riesgos asociados.​

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Uno de los problemas de áreas extensamente tatuadas es que pueden impedir una correcta diagnosis. ©Freepik.

Por otro lado, algunos dermatólogos indican que, aunque los tatuajes no producen cáncer, pueden dificultar su diagnóstico. La tinta puede ocultar cambios en la piel, retrasando la detección temprana de lesiones sospechosas. Motivo que subraya la importancia de realizar controles dermatológicos regulares y considerar la ubicación de los tatuajes en relación con lunares u otras marcas cutáneas.​ No obstante, este no es el único trabajo que se ha realizado al respecto sobre esta potencial peligrosidad. En cualquier caso, no se ha podido comprobar la correlación o causalidad entre unos y otros.

El tamaño podría importar

El tamaño del tatuaje también parece influir en el riesgo potencial. El estudio danés mencionado anteriormente encontró que los tatuajes más grandes que la palma de una mano podrían triplicar el riesgo de desarrollar linfoma en comparación con las personas sin tatuajes. Esto sugiere que una mayor superficie tatuada podría implicar una mayor acumulación de tinta en el cuerpo, aumentando potencialmente los riesgos para la salud.

Sin embargo, es esencial interpretar estos resultados con cautela. La investigación en este campo aún es limitada, como explican sus promotores, y se requieren más estudios para comprender plenamente los efectos a largo plazo de los tatuajes en la salud. Mientras tanto, es recomendable que las personas interesadas en tatuarse se informen adecuadamente. También que elijan estudios de tatuaje que cumplan con las normativas de seguridad y consideren la posibilidad de realizar controles dermatológicos periódicos para monitorizar cualquier cambio en la piel.​





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