GOTA A GOTA
El miércoles durante la misa semanal se abarrotó la capilla. Eran hermanos que simplemente querían contribuir a salvar su cofradía de la crisis

A la misa de los miércoles en Los Panaderos suele ir poca gente. Apenas se llenan unos bancos de la pequeña capilla. El miércoles pasado, dos días después del ‘crack’, los hermanos abarrotaron el templo y algunos tuvieron que seguir el oficio desde la calle. Se trataba de gente de la hermandad, quizá los que pasan de las elecciones y de las cuitas internas. Gente que, aunque participe poco, lleva a gala pertenecer a una corporación histórica que podría estar abocada a no salir en el peor de los casos por la dimisión a toda la junta de gobierno.
Se podría ahora hacer un memorial de todos los conflictos internos vividos en la calle Orfila. Pero nos quedamos sólo con dos detalles. El director espiritual, el padre Leonardo Sánchez, un buen salesiano, llevaba advirtiendo desde hacía tiempo de la situación que se estaba viviendo sin que la Delegación de Hermandades hiciera nada. Hace bien Marcelino Manzano en no querer que la ‘mamá’ Iglesia llegue cuando los problemas los pueden solucionar los ‘hijos’ que gobiernan las cofradías. Pero hay momentos en los que es imprescindible la intervención. Y aquí lo era. No se ha puesto el parche antes de que estallara el grano. Y el grano era gordo. La única confianza reside ahora en que la fuerza de la historia que atesora la hermandad le haga salir del bache y elevarla a donde siempre ha debido estar.