En los últimos años las políticas monetarias de las principales zonas económicas desarrolladas han ido de la mano . Los bancos centrales han concertado sus políticas lo que ha redundado en la efectividad de sus medidas -en algunos casos poco ortodoxas-. Han hecho mucho y lo han hecho bien y bien está que se lo reconozcamos. Sin embargo, se empiezan a ver los primeros indicios de que puede que las políticas monetarias a uno y otro lado del Atlántico no vayan de la mano. Por un lado, la economía norteamericana está aguantando mejor que la europea , donde el impacto de los desequilibrios provocados por la guerra en Ucrania han sido más evidentes. Por otra, los datos sobre evolución de los precios en Europa parecen ir mejor que en Estados Unidos. La inflación en la eurozona se está acercando ya al objetivo del BCE mientras que la estadounidense, aunque fuera de la zona de peligro, está algo más fuerte que por aquí. Súmese a ello la retórica de los banqueros centrales. Mientras Powell insiste en que no ve ningún indicio que le obligue a cambiar el tranco, las voces más reputadas del Consejo del Banco Central Europeo -entre las que está la del gobernador del Banco de España – apuntan a finales de primavera como la fecha en que pueden empezar las bajadas de tipos. No parece que la divergencia de políticas monetarias vaya a ser muy profunda, pero tampoco es algo baladí. En unos tiempos en los que el comportamiento del mercado lo marcan mucho los titulares macro, el hecho de que el BCE se adelante a la FED en la bajada tendrá consecuencias . Importa señalar que en el caso europeo las dos velocidades a las que ahora mismo crecen los distintos países -con los denostados PIGS liderando el crecimiento y los países del norte a la zaga – puede beneficiar a unos países más que a otros. Salvando las insalvables distancias, la situación actual tiene cierto parecido a lo que pasó a principios de siglo, cuando la debilidad de la economía alemana -entonces el enfermo de Europa- llevó a tipos bajos durante más tiempo de lo que algunas economías de la UE necesitaban. Aunque aquello acabara mal, hasta que acabó fue divertido. Veremos qué pasa ahora por aquello de que, aunque no se repita, a veces la historia rima.Superávit por cuenta corrienteAcabamos de conocer el saldo de los intercambios con el exterior de la economía española en 2023. La balanza por cuenta corriente arrojó un superávit de casi 40.000 millones de euros , un máximo histórico. Y aunque llevamos ya unos cuantos años con la balanza por cuenta corriente en positivo, importa recordar que esto ha sido la excepción y no la norma en la economía española. En los últimos años se ha producido un notable incremento de las exportaciones de bienes , que, sumado al incremento del excedente de la balanza de servicios tanto turísticos como no turísticos, ha servido para dar la vuelta a este indicador clave de la salud de la economía española. En 2023 ha contribuido a que se alcanzara esa cifra récord el abaratamiento de las importaciones – fundamentalmente petróleo y ga s- y el incremento de la balanza de servicios. La partida de servicios no turísticos ha cobrado relevancia, lo que ha constituido una sorpresa muy positiva.El hecho de que seamos capaces de crecer ahorrando es algo inédito. Los años de fortísimo crecimiento de principio de siglo, antes de la gran crisis financiera, vinieron acompañados de un enorme crecimiento del déficit exterior. Era un crecimiento con pies de barro, muy dependiente de la financiación exterior como luego pudimos comprobar. Que el crecimiento no dependa del exterior no hace que sea mayor o menor pero sí lo convierte en más sano y con mayor proyección. El 2,5% de crecimiento del año pasado o el 2% que se espera para este es un crecimiento más sano que los 5% que crecíamos en los años de vino y rosas. Además, se trata de un cambio estructural . El importante incremento del peso de las exportaciones de bienes y servicios sobre el PIB que se ha producido en los últimos años no es flor de un día. Se trata de una tendencia relevante que nos tiene que insuflar confianza en lo que respecta a las posibilidades de la economía. No olvidemos que esto ha sucedido a pesar del gobierno que hemos sufrido los últimos seis años.
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Primeros indicios de divergencia en la política monetaria>
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