Roca Rey salt a resolver pronto la ecuacin del cartel, la incgnita entre las sevillanas de Juan Ortega y Pablo Aguado, entre el toreo moderno y el toreo clsico. Roca Rey, en definitiva, sali a ser Roca Rey tirando con todo su armamento, y se acabaron las frialdades de Sevilla del da de Victorino. Y, como si hubiera quedado una mala conciencia , la plaza reaccion en un ejercicio de expiacin a su entrega absoluta. Las tardes que se ha medido con otros encastes y ha prescindido de lo suyo -independientemente del acierto-, su toreo no ha trepado. Circo y clonazepan para el pblico, adrenalina y lexatn, rock and roll para dirimir el emparedado entre cosas bonitas. Un toro de cara lavado, escurrido por detrs, pero flexible y con generoso cuello, se le arranc galopando y descolgado en el capote. Y le cuaj un poderoso y abundante saludo hasta las proximidades de la boca de riego, bien volado el amplio lance. Apost por dejarse entero en el caballo, seal de guerra: brind al gento -que colg el sptimo no hay billetes en este sbado de feria que siempre fue fecha de vino y rosas- y se clav de rodillas. Explotaron los pases cambiados por las espalda. El estallido sacudi la plaza. En lo fundamental, RR entendi la mejor mano del bravo toro, que era la derecha. Y as en la segunda tanda lo revent por abajo, despatarrado, cinco arrastrndole la muleta, un circular invertido, el lo padre y el monte ardiendo. Los pases de pecho interminables elevaban las rondas.
La embestida no se dio igual al natural pero el peruano sostuvo la intensidad sobre el brillo en su breve paso. El diapasn del toro haba decado. Y Roca busc los terrenos volcnicos, la tierra de lava. Tan cerca de los pitones que el toro, siempre pronto, no lo consinti. Lo arroll en una casi voltereta, ms revolcn. Por taleguilla rota no asomaba la sangre, pero el susto haba atrapado otra vez a la plaza. Que se entreg a las estremecedoras bernadinas. La estocada desat la locura, la estampida de pauelos, el derrape del palco: dos orejas. El poder sin control no sirve de nada. Se ovacion en el arrastre al toro, el de mejores prestaciones hasta el momento, de la desigual corrida, con tantos picos y poca armona en general. Quiz la ms horrenda de todo abril. De hecho el quinto se haca feo, pero muy feo. Movise tal cual era, sin ir nunca en la muleta. Roca Rey estuvo entregado al mximo con aquella movilidad a la que llamar embestida sera un elogio. Hasta que se desentendi. Entonces surgi el arrimn, las puntas por la barriga, la valenta, la entrega absoluta, con la gente bramando -ya no habr cantores del martirologio-, pero no tanto como cuando enterr la espada y el toro peg el arren de la muerte. La apoteosis. Cay el aviso antes que el toro. Y cuando lo hizo solt el presidente la llave de la Puerta del Prncipe. Mentira: la haba soltado antes con la segunda oreja de la primera faena. Roca Rey volteaba su feria. Y eso, tambin hay que decirlo, es de figura.
Con una ovacin recordatoria de la gloriosa faena del 15 de abril recibi la Maestranza a Juan Ortega, que recogi impecablemente vestido de verde esmeralda y oro. Un seise. En clara contraposicin salt un toro ni agradable ni bonito. Mas bien feote, altn, bizco y con un garfio por pitn derecho. Desde que apareci poco hizo bueno. Se qued por debajo del capote de Ortega -ni esbozos- y se meti por dentro por el izquierdo. Lo que volvera a hacer con navajero estilo el principio de faena. Una suave serie sobre la derecha desemboc en soberbia trinchera. Pero al toro le costaba del segundo muletazo en adelante. JO resolvi con digna torera, una seguridad impensable en otro tiempo y una espada contagiada de la misma. De otro estoconazo tumb tambin al hechurado cuarto, que ech la persiana en nada. No dej ni una rendija para que entrase el toreo . Y Juan no slo no pudo reeditar -cosa que hubiera sido un milagro- la faena que ha marcado esta feria de abril, sino que tampoco hubo caso ni causa para algo a media luz.
Derechazo de Pablo AguadoEfe
Pablo Aguado tore divinamente a la vernica a un tercero de buen dibujo. Luego sucedi un tercio de quites en el que Juan Ortega destell acompasado por delantales. Y Aguado no acert del todo para elegir la respuesta por chicuelinas, pues no era el toro propicio sin terminar de humillar y soltando algo la cara. Le cogi el aire, sin embargo, en la faena. Acompaando toreramente a su altura una embestida que necesit a veces ser enganchada un poco ms. Segn se dorma. Se qued en la cara el sevillano a la hora de entrar a matar en un pinchazo del que pudo salir herido. No fue as. Y agarr un espadazo.
El ltimo toro vino a confirmar el mal gusto de la corrida. Sin embargo, su reata -Forajido, dos veces premiado en Pamplona- se impuso, tan buenecito el son de su clase. Y Pablo Aguado pint la faena ms hermosa de toda la tarde con la cadencia de sus manos. Una delicia pura que se meca bajo lluvia. Pues llova en Sevilla tambin para distinguirla. Lo mat por derecho y cort una oreja para la esperanza.
PLAZA DE LA MAESTRANZA. Sbado, 20 de abril de 2024. Dcimo tercera de feria. Lleno de no hay billetes. Toros de Victoriano del Ro, tres con el hierro de Toros de Corts (3 y 5); todos cuatreos muy desiguales en un conjunto horrendo; destacaron el bravo 2 y la buena clase del 6; el 4 ech la persiana; 1 no se entreg; el 5 se movi sin ir en el muleta nunca.
JUAN ORTEGA, DE VERDE ESMERALDA Y ORO. Estocada (ovacin). En el cuarto, estocada (silencio)
ROCA REY, DE RIOJA Y ORO. Estocada (dos orejas). En el quinto, estocada atravesada (oreja). Sali a hombros por la Puerta del Prncipe.
PABLO AGUADO, DE NEGRO Y PLATA. Pinchazo y estocada (saludos). En el sexto, estocada (oreja).