Carles Puigdemont abandona la presidencia del Consell per la República, ese ente con vocación de Govern paralelo que el líder de Junts creó en 2018 para seguir pilotando el proceso independentista desde Bélgica mientras su valido, Quim Torra, ejecutaba a distancia sus órdenes como presidente de la Generalitat.
Puigdemont se desentiende del organismo después de recuperar la presidencia de Junts y su salida ha provocado la dimisión en bloque de toda la dirección del ente, incluyendo a su vicepresidente, Toni Comín, y a Antoni Castellà, al que el prófugo ha incorporado como vicepresidente de la formación neoconvergente.
El Consell per la República queda, pues, en manos de una gestora y convocará elecciones para elegir a su nueva cúpula, aunque nadie descarta su desaparición, si Puigdemont lo da por amortizado.
También ha propiciado este movimiento el hecho de que el órgano esté afrontando una investigación interna para dilucidar si Comín desvió más de 15.000 euros de las cuentas de la entidad para gastos propios. El propio Consell ha admitido hoy que será necesario «auditar la gestión» para prepararlo para «afrontar una nueva etapa».
El organismo sostiene que su papel «es más necesario que nunca», dado que el independentismo se encuentra «más dividido y debilitado» tras haber perdido la mayoría parlamentaria en las elecciones catalanas del pasado 12 de mayo.
El Consell per la República nunca llegó a aglutinar al conjunto del secesionismo catalán, como pretendía Puigdemont, fundamentalmente porque ERC siempre renegó de él y rehusó otorgarle la legitimidad para dirigir los últimos compases del procés. Esa desconfianza se acrecentó cuando los republicanos alcanzaron la presidencia de la Generalitat y el jefe de filas de Junts se propuso utilizar su Govern paralelo como contrapeso al Ejecutivo liderado por Pere Aragonès.
La nueva ponencia política de Junts, aprobada el pasado 27 de octubre en el congreso que concedió a Puigdemont la presidencia del partido heredero de Convergència, señala su pretensión de reunificar al independentismo mediante una «entidad paraguas» en la que participen todas las fuerzas separatistas catalanas, ahora profundamente enfrentadas. De sobrevivir a su crisis, Junts podría intentar reciclar el Consell per la República para ese fin, una vez saneado.