Carles Puigdemont se resiste a dar por muerto el procés. Aunque sí que admite que se ha abierto “una nueva etapa” política en Cataluña con Salvador Illa al frente de la Generalitat que “es fruto de decisiones legítimas”. Lo ha dicho el propio expresident, huido de nuevo de la justicia española, a través de un vídeo de ocho minutos publicado en la red social X, después de acabar el acto de toma de posesión del socialista y, de nuevo, restando atención y protagonismo al acto institucional, esta vez a través de un mensaje digital. En el mismo vídeo, ha cargado contra ERC, de la que ha venido a decir que ha optado por “acomodarse”; contra los Mossos, por montar un dispositivo con el que pretender detenerlo a las puertas del Parlament, pese a estar huido; y contra la justicia española.
El razonamiento que ahora usa el expresidente catalán es que el proceso acabará con la independencia. Si bien, no tiene más remedio que asumir que después de las elecciones autonómicas del 12 de mayo, en la que el independentismo perdió la mayoría parlamentaria, “ha acabado una fase. Una fase en la que, en estos últimos años hemos estado alineados, por un lado, la sociedad civil organizada [en referencia a la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural] y, por otro, las fuerzas políticas del espectro independentista”, ha añadido.
Ahora, prosigue Puigdemont, “se abre una nueva etapa, en condiciones diferentes”. Y es aquí, donde aprovecha para cargar con dureza, aunque no abiertamente contra ERC: “Delante de esta [etapa], los que defendemos la independencia nos hemos de comprometer a luchar […] Dejarlo estar y acomodarse puede ser la opción de algunos, es legítimo”, señala, mirando a la cámara con cierta mirada burlona. En estas palabras, el político huido, que no pudo ser juzgado por el procés al estar fugado, al contrario que varios líderes de Esquerra y otros compañeros suyos, ataca implícitamente a sus antiguos socios.
En el vídeo, el político huido afirma, otra vez, que está en su residencia de Waterloo. Ya lo hizo este viernes sobre las nueve de la noche, cuando publicó un mensaje 36 horas después de huir de Barcelona tras dar un mitin a las puertas del Parc de la Ciutadella, donde está el Parlament. Sin embargo, durante toda la mañana del sábado no se le ha podido ver salir del inmueble ―la que él y sus seguidores llaman la Casa de la República― ni asomarse por ninguna de las ventanas, que tiene las cortinas echadas.
Sobre esa huida, con la que el expresidente catalán ha incumplido su compromiso de estar presente en la sesión de investidura, ha tratado de justificarla hablando de que “desde primera hora de la mañana el departamento de Interior [de la Generalitat] había organizado un dispositivo policial” que no le iba a dejar entrar al Parlament. “Es decir, para intentar impedirme que yo pudiera ejercer mis derechos políticos, que son derechos fundamentales”, ha atacado, en línea con las duras críticas que había lanzado horas antes contra el todavía consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, y el comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent.
Haber intentado entrar en el Parlament en esas condiciones, explica Puigdemont, “hubiera supuesto una detención segura”. “Nunca he tenido intención de entregarme a una autoridad judicial que no es competente para perseguirnos por defender el derecho de autodeterminación y organizar el referéndum de independencia del 1 de octubre de 2017, ni, por otra parte, tiene ningún interés en hacer justicia. Lo que pretende es hacer política, cosa que en un Estado de derecho es inaceptable”, ha recalcado.
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La alocución continúa con más ajustes de cuentas con ERC y el Gobierno catalán saliente. Después de justiciar que él no iba a aceptar una detención sin más, dice estar sorprendido porque “en la estrategia de rebelión judicial, la colaboración, a veces entusiasta, al que ya se le había acabado el tiempo”.