«Nos dejaron vendidos». Es la frase que repiten, en conversación con THE OBJECTIVE, decenas de los agentes antidisturbios que integraron el pasado sábado el dispositivo de seguridad en la multitudinaria protesta contra la gestión de la catástrofe de la DANA por parte de la Generalitat Valenciana. Según denuncian, los graves incidentes registrados en el centro de la capital del Turia durante la manifestación, con múltiples destrozos, cuatro personas detenidas y 38 policías heridos fueron el resultado de una «falta total» de planificación por parte de la Policía Nacional. Y, en concreto, el resultado de impedir el uso de material antidisturbios.
Aquella tarde la orden que recibieron los agentes, relatan a THE OBJECTIVE fuentes policiales, fue la de «aguantar al máximo». Ser «lo más light posible». Y evitar a toda costa el uso de las polémicas pelotas de goma, habida cuenta de la delicada situación en la que se convocaba la protesta y de quienes la integraban, en muchos casos afectados por la tragedia. Los cálculos de los mandos, sin embargo, fallaron y en el transcurso de la misma un grupúsculo de manifestantes comenzó a protagonizar altercados en la calle y, poco después, contra los siete grupos de las Unidades de Intervención Policial (UIP) desplegados sobre el terreno, unos 300 efectivos.
Los antidisturbios estaban desprovistos incluso de chalecos antitrauma. Varios de estos agentes relatan que ante ese escenario solicitaron sin éxito poder cargar en varias ocasiones contra los citados manifestantes, todos ellos pertenecientes a organizaciones de extrema izquierda. Finalmente, el mando del operativo dio autorización pero siempre con la premisa de no emplear las pelotas de goma. Esto obligó a los agentes a entrar en el cuerpo a cuerpo contra los violentos para despejar la zona, con el uso de las defensas reglamentarias. «Se nos autorizó prácticamente cuando ya estaban encima de nosotros y había que defenderse», señala un agente.
Lluvia de piedras y vallas contra los policías
La acción policial provocó que muchos de los violentos se alejasen del dispositivo de agentes en un primer momento. Pero la imposibilidad de disuadirlos totalmente con el uso del material antidisturbios hizo que pronto regresaran, esta vez provistos de todo un arsenal urbano. «Nos empezaron a atacar con vallas, botellas, piedras… El agente que más suerte tuvo fue el que pudo coger un escudo. En ese momento, ya no teníamos posibilidad de tener las pelotas de goma a mano porque estábamos aislados y solo teníamos las defensas», revela otro agente.
En una situación ya completamente descontrolada y con decenas de agentes actuando en el cuerpo a cuerpo contra los grupos violentos, los responsables del operativo pudieron acceder a las salvas, que provocan un fuerte ruido pero no tienen ninguna otra función. Y, finalmente, a las pelotas de goma, cuando más de una treintena de agentes ya habían resultado heridos. Tras esta intervención, cuatro de ellos se encuentran de baja médica y posiblemente este número aumente en los próximos días, señalan a este periódico fuentes de la UIP.
Mayor exposición
Cabe destacar que la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana con la que el Gobierno prevé la «eliminación progresiva» de las pelotas de goma como material antidisturbios no ha sido todavía aprobada en el Congreso. No obstante, advierten fuentes policiales, lo que ocurrió en Valencia da buena muestra de lo que implica no usarlas cuando los agentes deben contener grandes concentraciones. «Entorpece la capacidad de reacción y provoca, como se ha podido ver, que se registren más heridos», señalan.
Desde las Unidades de Intervención Policial (UIP) insisten en que se trata de un método disuasorio muy necesario porque de esa forma no «se trabaja con el cuerpo a cuerpo». «No somos tantos agentes como, por ejemplo, en Alemania. Aquí, si hay 2.000 manifestantes violentos, nosotros somos 200. Las pelotas disuaden, la gente huye y eso nos permite restablecer la normalidad. No hay un agente para cada violento».
Sin ese material antidisturbios, resaltan varios agentes, «habrá más heridos». «Al final, el cuerpo a cuerpo, o el uso de las porras, es mucho más lesivo a la hora de la reducción», señalan. «No solo para el ciudadano, sino también para los agentes, que padecemos a diario la pérdida de autoridad que sufre el cuerpo», advierte un antidisturbios. «Todo es una muestra de que no hay líneas rojas para este Gobierno. Se llenan la boca con nuestro trabajo, pero son incapaces de no someter a negociación política cuestiones que afectan a nuestra seguridad y a nuestra vida», denuncian.