Sobre el terrible intento de asesinato de Vidal-Quadras hay una serie de medias-verdades que él mismo difunde y que los medios de comunicación replican, siendo quizás la más peligrosa de ellas el retrato de lo que él llama «la oposición iraní». Según su relato, Irán habría querido acabar con su vida por sus vínculos con esa «oposición iraní». Todo por defender la democracia, la libertad y los Derechos Humanos, al estilo Gandhi o Martin Luther King. La realidad es que Vidal-Quadras no ha trabajado con «la oposición iraní», en sentido amplio, sino con un grupo muy concreto que es odiado por toda la oposición iraní (desde la reformista hasta la monárquica) y que tiene poco de democracia, libertad y Derechos Humanos. Se trata del MEK, sigla de los «Muyahidines del Pueblo», un grupo proveniente del terrorismo que se ha reciclado en secta destructiva y grupo de presión irregular.
Vidal-Quadras miente cuando dice que el MEK es la oposición más veterana y antigua. De hecho, empezaron siendo cómplices del Ayatolá Jomeini en la Revolución Islámica de 1979. En términos del gran escritor Ali Shariati (uno de los inspiradores del MEK), Jomeini representaba el «chiísmo negro» (por el color de las sotanas, es decir, el poder clerical) y el MEK el «chiísmo rojo» (un islamismo cercano a ideas socialistas y marxistas de justicia social). Pese a las diferencias, ambos luchaban contra la monarquía del Shá de Persia, cuyo nieto Reza Pahlaví lidera todavía hoy la que sí es la oposición a los ayatolás más veterana: el Consejo Nacional de Irán. Y la opinión de Pahlaví sobre el MEK es clara: «si tenemos que elegir entre el régimen y el MEK, los iraníes probablemente escogerán a los ayatolás«. Pero ¿cuál es el origen de este odio?
El MEK y Jomeini rompieron en 1981, en parte porque la radicalidad anti-occidental de los primeros superaba incluso la del segundo: cuando el ayatolá ordenó liberar a los rehenes estadounidenses de la embajada de Teherán para mejorar su relación con Occidente, fue el MEK quien se opuso. Apartados del poder, un MEK frustrado se revuelve contra el gobierno y lanza una campaña de atentados que se cobró la vida de decenas de personas, tanto de civiles como de altos cargos, llegando a paralizar de por vida el brazo derecho de un joven: el actual ayatolá Jamenei (sucesor de Jomeini). Buena parte del pueblo iraní (incluso los que discrepaban con el ayatolá) sintieron un gran rechazo hacia el MEK por un giro terrorista que además estaba motivado por el despecho en su ambición de poder. Este es el primer motivo del odio. Pero la cosa fue a peor.
Cuando el régimen los reprimió a sangre y fuego, el «líder carismático» del MEK, Masud Rayavi, tomó una fatídica decisión: trasladar su grupo al Irak de Sadam Huseín, que por entonces era el enemigo mortal de Irán en una guerra existencial en lo religioso (suníes contra chiíes) y lo étnico (árabes contra persas). El MEK creyó que era una ocasión para derribar el gobierno de los ayatolás y se alió con Huseín para tomar las armas contra sus propios compatriotas iraníes. Lucharon contra un ejército iraní que no era «la guardia revolucionaria de Jomeini», sino reclutas obligatorios (es decir, padres, hermanos e hijos del pueblo iraní) y además lo hicieron recurriendo a los medios más viles (desde el gas nervioso hasta los niños soldado) y de las formas más rastreras (como una misión suicida 6 días después de haberse firmado el alto el fuego de 1988). Por si fuera poco, tras su fracaso bélico se mantuvieron en Irak colaborando con Huseín en la represión violenta de kurdos y chiíes (para horror de los ciudadanos de Irán).
«Le necesitaban como parte de una operación de propaganda y lavado de cara para presentar a MEK como una oposición respetable en Bruselas y Washington»
Ese es el segundo gran motivo del odio que hacia el MEK profesa no solo el gobierno de Irán, sino la inmensa mayoría de su pueblo, de la oposición y del exilio iraní en medio mundo. Por eso es también mentira otra afirmación de Vidal-Quadras de que sean «la oposición más potente y eficaz». Todo lo contrario: no solamente es nula su presencia y su apoyo en Irán, sino que intentar promover al MEK desde Occidente resulta contraproducente para la verdadera oposición. Así lo ha denunciado, por ejemplo, Mehdí Karrubí, líder reformista del Movimiento Verde iraní que en 2009 se enfrentó al régimen movilizando a millones de personas (porque el MEK tampoco es «la oposición más numerosa», como dice Vidal-Quadras). Karrubí (y la oposición progresista) siempre ha condenado al MEK, distanciándose de él y de sus intentos de capitalizar las protestas en Irán y de atribuirse una falsa participación en ellas. Y esto es nocivo para la oposición, porque el régimen iraní aprovecha el odio generalizado al MEK para deslegitimar las protestas y reprimirlas, asegurando falsamente que «efectivamente, es el MEK quien está detrás». El MEK le sirve al régimen iraní a modo «conjura judeo-masónica».
El tercer motivo del odio al MEK es que, durante tantos años viviendo recluidos y desarraigados (primero en un campamento en Irak, luego en otro estadounidense y hoy en otro en Albania), el MEK ha ido desarrollando las características típicas de una secta. Y no es propaganda de los ayatolás, sino información recogida en informes de prestigiosas instituciones occidentales, como el Observatorio de Derechos Humanos [https://www.hrw.org/legacy/backgrounder/mena/iran0505/iran0505.pdf] o la Corporación RAND [https://apps.dtic.mil/sti/pdfs/ADA504064.pdf ]. Rituales de confesión pública, aislamiento de sus familiares, censura de la información proveniente del exterior, documentación confiscada para control de movimientos, técnicas coercitivas para prevenir la deserción e incluso torturas psicológicas y físicas, por no hablar del culto a la personalidad de Masud Rayavi, heredado por la actual lideresa Maryam Rayavi («heroica, carismática, encantadora», según Vidal-Quadras).
Pues bien, Masud ordenó a sus MEK que se divorciasen (incluyendo a mujeres con hijos) y fuesen célibes para no tener distracciones en su lucha, para después casarse él mismo con la recién divorciada exmujer de su propio lugarteniente: la tal Maryam. Pero en realidad muchas otras mujeres del grupo tuvieron que entregar sus anillos de casadas a cambio de una joya con la cara de Masud, en señal de que todas estaban casadas con él. Estas turbias acciones escandalizaron a los iraníes de todas las tendencias ideológicas, golpeando sus tabúes sexo-afectivos de la religión islámica y de la cultura persa. Y las historias de aberraciones seguían llegando: esterilizaciones forzosas, hijos arrebatados a sus padres para ser enviados a Europa bajo adopción de otros MEK, así como relaciones sexuales con Masud por parte de mujeres invitadas a ello por la propia Maryam.
En 2003 desapareció Masud (la secta MEK le identifica con Mahdi, el último imán que vivirá escondido hasta la llegada del fin del mundo). Lo que dejó tras de sí es una cúpula de mujeres de las que gustaba rodearse (en parte como harén y en parte por temor a darle poder a hombres que pudiesen derrocarle). Aunque está casi con certeza muerto, los MEK preservan el culto a la personalidad acompañando el rostro de Masud con el de Maryam (algunos en las solapas de su ropa, al estilo norcoreano de Kim Il Sung + Kim Jong Il), pero en la práctica el liderazgo es de la matriarca y sus compañeras. Figuras como Vidal-Quadras presentan esta circunstancia no como el resultado de un patriarcado coercitivo, sino como prueba del feminismo del MEK en su lucha contra «el sexismo, machismo y misoginia del régimen iraní». Otra mentira gorda: Maryam tuvo que casarse con Masud para ascender al poder debido a la estructura androcéntrica del grupo, renunciando a su propio apellido para tomar el «Rayavi» del Querido Líder, cosa que ni siquiera las mujeres iraníes suelen hacer. Y ahora se propone como oposición al Irán que segrega por sexos en la educación o la mezquita a una organización que en su campamento pintaba una raya en el suelo para separar a hombres de mujeres en cada pasillo y estancia.
Pero sí hay una afirmación de Vidal-Quadras sobre el MEK que es cierta: que sean «la oposición más influyente». Pero no sobre los iraníes, sino sobre la clase política europea y estadounidense. Y a golpe de talonario. En algún momento posterior a 1999 «captaron» al europarlamentario Alejo Vidal-Quadras para colaborar con ellos cuando todavía estaban considerados en Occidente como grupo terrorista. Le necesitaban como parte de una carísima operación de propaganda y lavado de cara para retirar al MEK de la lista de grupos terroristas y presentarlo como una oposición respetable en Bruselas y Washington. Sus servicios se agradecieron presuntamente con el pago de casi un millón de euros que acabó sirviendo para financiar a Vox, según reconoce el propio Vidal-Quadras.