Robert Francis Prevost Martínez (Chicago, 1955) no es solo el primer Papa estadounidense, es también el primer agustino y el segundo pontífice latino, con sangre española por la vía materna (Mildred Martínez). En su primera aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro, quiso dedicarle incluso unas palabras en español a su «querida diócesis de Chiclayo en Perú», su país adoptivo el cabo de 30 años como misionero (hasta el punto de acabar adoptando la doble nacionalidad estadounidense-peruana).
Antes de consagrarse como «el Papa de la paz» por sus constantes referencias en su primer mensaje, Prevost ejercía de hecho como presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, lo que le convertía en uno de los candidatos a la «continuidad» de Francisco, a quien le dedicó unas emotivas palabras en su discurso.
Más moderado y pragmático que su predecesor, su dimensión pastoral le hizo subir enteros entre los cardenales, entre los que era también muy conocido como prefecto del Dicasterio para los Obispos. Su experiencia como pastor y su bagaje filosófico y teológico (con sus años de rigor en Roma) sirvieron para realzar su perfil, así como su condición de políglota (habla seis idiomas) y de ciudadano global (su padre, Louis Marius Prevost, era de ascendencia francesa e italiana).
«Soy hijo de San Agustín. Soy cristiano y obispo. Podemos caminar juntos hacia esa patria para la que nos ha preparado Dios», dijo el nuevo Papa a modo de presentación, ante miles de fieles para los que era un perfecto desconocido (pese a figurar de principio a fin en las apuestas de papables).
Nacido en Chicago, completó sus estudios en el seminario menor del Padres Agustinos. Su vocación religiosa avanzó en paralelo con su interés por la Filosofía y por las Matemáticas. Su primera licenciatura en 1973 fue precisamente en Ciencias Matemáticas en la Universidad Villanova. Estudió después la Unión Teológica Católica en su ciudad natal, antes de dar el salto a Roma para licenciarse en Derecho canónico en la Universidad Angelicum y presentar una tesis titulada «El rol del prior local en la Orden de San Agustín».
Agustiniano desde 1977, empezó su camino pastoral en Saint Louis y, tiempo después, fue destinado a la misión de Chulucanas en Perú, aprovechando sus vínculos con su país natal para lograr para las misiones. Acabó recalando precisamente en la misión de Trujillos, donde fue prior de la comunidad y desempeñó también una intensa labor docentes como diorector del proyecto de formación de agustinos.
Fue fundador y párroco durante siete años de la Parroquia de Nuestra Señora de Monserrat, antes de volver a su ciudad natal como prior. Durante una década ejerció también como prior general de la Orden de San Agustín. Curiosamente, su vida ha estado marcada por sus saltos entre Chicago y Chiclayo, con esa resonancia especial que él quiso destacar en su primer discurso como León XIV.
El Papa Francisco reconoció precisamente su labor al nombrándole como obispo de Chiclayo en el 2015, el mismo año en el que obtuvo la nacionalidad peruana. Su consagración llegó en el año 2023, cuando el pontífice argentino decidió ponerle simultáneamente al frente de la Pontificia Comisión para América Latina y del Dicasterio para los Obispos, y poco después decidió nombrarle cardenal.
Unido a Francisco por una larga amistad y una afinidad cultural, León XIV comparte también su visión social y reformadora de la Iglesia. Su nombre elegido como pontífice es hecho un homenaje directo a León XIII, artífice de la Rerum Novarum.
Robert Prevost figuró de hecho entre los favoritos a la sucesión de Francisco desde los primeros momentos, aunque su nombre había pasado a segundo plano ante el impulso de secretario de Estado Pietro Parolin (considerado el favorito en el arranque del cónclave) y de los cardenales Pizzaballa, Zuppi, Aveline y Tagle, entre otros. Su candidatura volvió sin embargo a cobrar fuerza en el arranque del cónclave junto a la del filipino Pablo Virgilio David.
Su elección ha sido celebrada con júbilo en América latina, donde se le considera como «uno de los nuestros». En Perú, decenas de parroquias se sumaron a la algarabía global con unas campanadas que rivalizaron con las de la basílica de San Pedro durante la proclamación del Habemus Papam.
«La paz sea con vosotros» fueron sus primeras palabras y con la que aspira a impulsar su pontificado. Los vaticanistas han recalcado el poder simbólico con el que el Vaticano ha querido revestir su nombramiento, en un período histórico marcado por las guerras y por las turbulencias. No han faltado analistas que insinúan una doble intencionalidad como contrapunto al presidente Trump, que la semana pasada rebotó en las redes su imagen generada por IA como Papa y que ahora considera como «un gran honor» tener a un compatriota en el Vaticano.
Provost ha destacado por su acercamiento a los pobres, en la línea de Francisco, y por su defensa de los inmigrantes, aunque se espera que tenga una aproximación menos política que la de Francisco, en una especie de «renovación de la continuidad». Sus referencias constantes a su predecesor no deja sin embargo lugar a dudas sobre su intención de seguir adelante con el compromiso social de su predecesor jesuita, aunque con un lema agustiniano que insertó entre líneas en su primer mensaje agustiniano -«Anima una et cor unum in Deum» («Un solo corazón y una sola alma en Dios).