Europa al completo se reúne con Ucrania este domingo en Londres a la sombra de una frase colgada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su red social Truth el viernes por la noche: «He llegado a la conclusión de que el presidente Zelenski no está listo para la paz si Estados Unidos está involucrado». En otras palabras: Estados Unidos está dispuesto a dejar de ayudar militarmente a Ucrania. y, sin la ayuda de Estados Unidos, Ucrania no resistirá militarmente a Rusia.
Los países europeos han entregado más equipos y material a Kiev que Washington. Pero la tecnología, los satélites, las armas más sofisticadas, la logística y, sobre todo, los números -más misiles, más cañones, más aviones- los tiene Estados Unidos o Estados Unidos tiene derecho de veto sobre ellos. Además, hay un problema de fondo más grave sobre el que la crisis de Ucrania puede actuar como catalizador: Donald Trump ha abandonado a Europa. El presidente estadounidense, en un movimiento verdaderamente sin precedentes en la Historia, se ha puesto a los pies de Rusia, un país pobre, atrasado tecnológicamente, y que necesita la ayuda de Irán, China y Corea del Norte para continuar la guerra contra Ucrania. Es como si en la España del siglo XVI Felipe II se hubiera rendido no a Francia o a Inglaterra (que tampoco lo hizo), sino al Gran Ducado de Toscana. Estados Unidos es un imperio que está cometiendo suicidio.
Así que Europa se ha visto enfrentado a su peor pesadilla: afrontar a una Rusia sin la ayuda de Estados Unidos. Y ¿qué va a hacer? El jueves que viene, la UE va a aprobar un paquete de ayuda por 20.000 millones de euros de ayuda militar a Kiev. Es una ayuda importante, que viene en un buen momento, porque, desde que Trump llegó a la Casa Blanca, Estados Unidos no aprobó, ni va a aprobar, más ayuda para Ucrania, mientras que la destrucción de la Administración Pública del país llevada a cabo por Elon Musk al servicio de Donald Trump ya ha supuesto, por ejemplo, que Washington deje de colaborar en el mantenimiento de la infraestructura eléctrica ucraniana, que es uno de los principales blancos de los misiles de Moscú.
Pero será necesario sostenerla en el tiempo para que Ucrania pueda seguir combatiendo. Y ahí está la gran cuestión de la cumbre a la que también asiste el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, a quien Trump insulta casi a diario llamándole «gobernador», para recordar que quiere anexionarse a su vecino del norte. El experto en relaciones entre grandes potencias de la Universidad de Harvard, Graham Allison, que trabajó en los Gobiernos de Ronald Reagan y Bill Clinton, apostaba este sábado en la agencia de noticias Bloomberg que «3 contra 1» que Europa será incapaz de ocupar el vacío que Estados Unidos deja en la defensa ucraniana.
Una de las líneas de acción es tratar de recomponer en la medida de lo posible la situación. El primero de ellos, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que emitió un largo comunicado antes de salir de Washington en el que claramente trataba de salvar los salvable después de la emboscada en la que cayó a manos de Donald Trump y su vicepresidente J.D. Vance en el Despacho Oval de la Casa Blanca, y que fue retransmitida en directo a toda la Tierra. «La ayuda de Estados Unidos ha sido vital para que pudiéramos sobrevivir, y quiero agradecerlo. Después del duro diálogo [del viernes] continuamos siendo socios estratégicos. Pero tenemos que ser sinceros y directos el uno con el otro para entender los objetivos que compartimos». Significativamente, Zelenski colgó su mensaje en la red social X, propiedad del hombre fuerte del Gobierno de Trump, Elon Musk, que se mantiene desde hace años en contacto telefónico regular con Vladimir Putin y que ya impidió en el pasado que Ucrania usara su red de satélites Starlink para atacar a la flota rusa del Mar Negro.
Con ese mensaje, Zelenski parece estar tratando de salvar los muebles si es que eso es posible con un Donald Trump psicológicamente tan sometido a Rusia que ha ordenado al Cíber Mando de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos dejen de monitorizar las actividades en internet de Moscú y que cancelen la consideración de ese país como una potencia hostil. La medida, que debe ser llevada a efecto inmediatamente, también incluye las operaciones del Cíber Mando en Europa y en la propia Ucrania, aunque no así las de la Agencia de Seguridad Nacional, que depende del Departamento de Defensa y se encarga de espionaje electrónico, ni de los demás servicios de espionaje de Estados Unidos. El próximo paso podría ser el restablecimiento de vuelos directos entre Estados Unidos y Rusia, suspendidos tras la invasión de Ucrania.
Más directo que Zelenski fue el secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte que, según explicó este sábado a la BBC, habló en dos ocasiones con Zelenski para decirle que «debe encontrar una manera de recomponer su relación con Trump» y que «respete todo lo que ha hecho por Ucrania». Rutte elogió incluso al presidente estadounidense por «romper el bloqueo» de la guerra con la negociación de paz, en lo que parece claramente un intento de evitar que Washington se retire de la OTAN, algo que, según el ex consejero de Seguridad Nacional en la primera presidencia de Trump, John Bolton, es sólo cuestión de tiempo. En todo caso, tal y como recordó el secretario general de la Alianza, Estados Unidos «supone la mitad» de la OTAN.
Con sus palabras, Rutte ponía de manifiesto la realidad de que Europa no tiene capacidad para defender a Ucrania. Tras el linchamiento verbal del presidente de ese país por parte del presidente y del vicepresidente estadounidense -y hasta del novio de la congresista neofascista Marjorie Taylor Greene, que le preguntó a Zelenski sobre por qué no llevaba corbata en el Despacho Oval-, las palabras de solidaridad de los líderes europeos a Ucrania se han multiplicado. El problema es que los tuits no ganan guerras.
El propio primer ministro británico, Keir Starmer, que se reunió este sábado con el presidente ucraniano en Downing Street, en preparación de la cumbre de este domingo, lanzó el pertinente «usted tiene el pleno apoyo de todo el Reino Unido» y un «estaremos contigo hasta el final», que además va acompañado por un acuerdo de cien años de amistad entre los dos países, firmado hace un mes y medio. Pero más allá de eso no está claro qué más puede ofrecer Reino Unido a Ucrania. Starmer, al igual que el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha reunido con Trump en la Casa Blanca esta semana.
Ninguno de los dos ha sido capaz de lograr que el estadounidense no sólo diera garantías de seguridad a Ucrania, sino que ni siquiera que se comprometiera a colaborar con las fuerzas de paz que Europa tendría que desplegar en Ucrania para garantizar la paz. Londres y París sólo quieren que Washington comparta información de sus satélites y dé cobertura aérea a esos soldados. Pero Trump se niega incluso a eso.
Además, Estados Unidos es uno, pero Europa son casi dos docenas y media. Y ahí cada uno va por su cuenta. Macron tiene una retórica muy muy beligerante, pero ya se ha apresurado a decir que Francia no enviará soldados a Ucrania, con lo que mina la posición europea. Starmer, por su parte, no tiene mucho margen de maniobra. Reino Unido depende de la cooperación militar de Estados Unidos para ser una potencia militar global y no caer en la situación de Francia, cuya defensa nuclear no tiene credibilidad en parte por falta de fondos y que para bombardear a los islamistas en Mali necesitaba que aviones estadounidenses basados en Rota reabastecieran en vuelta a sus cazabombarderos. Además, en su visita del jueves a Washington, el primer ministro británico logró que Estados Unidos acepte la negociación de un acuerdo comercial sobre tecnología e Inteligencia Artificial (IA). El establecimiento de acuerdos de libre comercio es una de las promesas inalcanzables del Brexit, y Starmer no va a dejar pasar la oportunidad de lograr uno con Estados Unidos.
Los prorrusos del continente -el presidente húngaro e inspiración de Trump, Viktor Orban, y el de Eslovaquia, Robert Fico– quieren que la UE haga como Estados Unidos y empiece a negociar un alto al fuego en la guerra directamente con Moscú, ignorando directamente al país agredido, es decir, Ucrania, algo que Starmer rechazó este sábado, aunque sin nombrarlos. Fico incluso ha añadido la exigencia de que este domingo la UE decida obligar a Ucrania a reinstaurar el paso del gas ruso a través de su territorio, cancelado el 31 de diciembre, en lo que supondría una vuelta a la dependencia europea de esa fuente de energía rusa que Moscú ha usado como arma económica. Orban, que se ha erigido en la práctica como dictador de Hungría, declaró este sábado que las diferencias dentro de la UE en relación a Ucrania «son insalvables».