Silvia Bronchalo, la madre de Daniel Sancho, no apareci el martes por la corte provincial de la isla tailandesa de Koh Samui para asistir a la apertura del juicio contra su hijo. Delante del tribunal, algunos de los periodistas espaoles desplazados que cubren el caso para los programas de televisin, extraados de su ausencia, empezaron a divagar sobre que la mujer podra tener problemas de salud.
Dando vueltas en moto por Samui, un paraso tropical que se recorre a dos ruedas de punta a punta en poco ms de una hora, estaban dos paparazzi buscando a Bronchalo. Encontraron el hotel donde se aloja. El martes por la noche, en una de sus persecuciones en moto, la siguieron por un callejn que llegaba a una playa, donde Bronchalo, en medio de un ataque de ansiedad, sac el mvil para grabar a los fotgrafos y as tener pruebas del acoso que est sufriendo. «Os voy a denunciar. Os suplico que me dejis en paz», les implor la mujer.
El mircoles, Bronchalo s que apareci a primera hora de la maana por la sala del tribunal donde un juez puede condenar a su hijo a la pena de muerte por el presunto asesinato premeditado del cirujano colombiano Edwin Arrieta. Al medioda, en el receso que hay para comer en cada sesin del juicio, cuando la madre sali y se mont en un coche, los paparazzi se subieron de rpido a las motos y comenzaron a perseguirla de nuevo.
Bronchalo, que llevaba gafas de sol, hizo un esfuerzo para pedir, delante de las cmaras, que la dejaran tranquila. «Aqu nadie ha ganado, todos hemos perdido», dijo. Tambin habl, visiblemente mucho ms enfadado que el da anterior, el padre del acusado, Rodolfo Sancho.
«Yo os trato con educacin y respeto y espero lo mismo de vosotros, as que por favor no me cerris el paso, dejadme pasar, no me empujis y no me pongis zancadillas», solt mientras intentaba abrirse paso ante los periodistas para salir del tribunal. «En este pas est prohibido grabar a la gente en pblico y hacerle fotografas. No tengamos un problema, de acuerdo?», advirti el actor, que pidi tambin que dejaran de perseguirlo. Nada ms subirse al coche, otro paparazzi arranc rpido la moto y comenz otra nueva persecucin.
Rodolfo Sancho se sent en la segunda fila de la sala del tribunal, justo detrs de su hijo. Bronchalo lo hizo en la ltima. La pareja se divorci hace dos dcadas.
Segunda sesin del juicio
La segunda sesin del juicio fue bastante ms corta que la del martes. Intervinieron cuatro testigos citados por la Fiscala. Sancho, con permiso del juez, pudo interactuar con ellos, haciendo preguntas a la trabajadora del supermercado que le vendi los cuchillos con los que descuartiz a Arrieta o a la que compr un kayak por 1.000 dlares para adentrarse en el mar y deshacerse de algunos restos.
A diferencia del da anterior y del comienzo de la jornada del mircoles, el cocinero de 29 aos estuvo luego ms sosegado, evitando gritar un «no paran de mentir!» como hizo en la primera sesin en algn momento que no le gust lo que estaba escuchando.
Al terminar el juicio, el letrado espaol que representa a la familia Arrieta, Juan Gonzalo Ospina, explic que el juez haba vuelto a insistir en la gran polmica que ocup los titulares el da anterior: la prohibicin a los presentes en la sala de contar lo que sucede all dentro. Ospina subray que el magistrado haba «elevando el tono de sus advertencias» sobre que no se puede informar bajo pena de crcel.
El cerrojo a la prensa decretado por un juez del que ni siquiera ha transcendido su nombre, supone que circulen varias versiones sobre la actitud de Sancho durante el proceso. Por un lado, est la del despiadado asesino sobrio y desafiante, el que se encara con los testigos. Luego, hay otras fuentes desde dentro que hablan del joven con sus grilletes, tanto en las manos como en los pies, que est muy nervioso e inseguro.
«Estamos haciendo lo correcto, no tenemos nada de lo que estar preocupados, estamos luchando por la verdad», asegur Apichart Srinuai, el abogado tailands de Sancho, que se aferra a que la muerte de Arrieta fue un accidente, pero que, al no hablar espaol ni ingls, su papel diario delante de las cmaras se limita a unas breves declaraciones con algn periodista local delante que luego las traduce.
Una exposicin meditica totalmente opuesta a la del equipo legal de la vctima encabezado por Ospina, quien se desenvuelve con frescura delante de los micrfonos y prepara al detalle sus intervenciones, controlando la escena en todo momento.