Una canción dice: “No hagas caso a tus amigos, solo son testigos de la otra mitad”. Para tomar las mejores decisiones debemos tener la mayor cantidad de informaciones del caso. Debemos que tratar de “armar bien el muñeco”.
A la hora de dar consejos casi nunca contamos con todas las informaciones. Pero somos bastante buenos en decidirnos a darlos. Digo ‘buenos en decidirnos a darlos’ porque otra cosa es que sean buenos consejos. Lo que lamentablemente no evita que muchos sean profesionales para dar consejos.
¿Quién es que mejor me conoce? O tiene más informaciones sobre lo que me está pasando. Creo que el que debe ser mi mejor amigo y consejero: Migomismo.
En una época que pensar nos aburre, se ha convertido en un grave problema obtener consejos buenos de Migomismo. Es que tenemos un déficit de autoconversación. Desde que tenemos unos segundos libres buscamos qué hacer. Nuestro compañero apantallado nos sirve para no aburrirnos. Pero tampoco nos deja conversar con nuestro mejor amigo.
Hoy nos ocupamos más de la vida de otros que de la nuestra. No hablamos con nuestro yo interno. Es imposible planificar una meta y trazar un camino, si ni siquiera nos tomamos el tiempo de vernos en el futuro.
Admiro a mi hijo mayor que al levantarse se sienta con un café y una libreta, va anotando sus pensamientos mientras observa las plantas, pajaritos, nubes y otros objetos. Llena libretas y libretas.
Por otro lado, cuidado. La misma canción que mencioné antes en otro párrafo dice: “Y aunque adviertan al soldado, si está enamorado, en guerra morirá”. Esto lo conocemos muy bien. O lo hemos vivido en carne propia, o vimos a alguien muy cercano vivirlo.
Podemos sacar una conclusión, no siempre somos nuestros mejores consejeros. Pero el que nos aconseja estando enamorados, pierde su tiempo.
Utilizar tiempo para hablar con Migomismo no es perderlo. Es una forma de conocernos y prepararnos. Ser mi mejor amigo es una gran ventaja. Me puedo aconsejar porque conozco por completo la situación. Puedo evaluar y valorar mejor los consejos externos. Y al final, decidir con consciencia. ¿Conversas hoy un rato contigo?