Pongamos que las máquinas alimentadas por la inteligencia artificial, tan buenas como son trabajando con patrones, terminen siendo capaces de aprender, como los humanos, que aspectos de la vida como la compasión o el sentimiento son necesarias para la supervivencia, que adquieran capacidades que hasta ahora se han considerado genuinamente humanas. «Esto es ciencia ficción», todavía, advierte el físico e historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron , pero es que la ciencia hace tiempo que superó la ciencia ficción… Y con esto de la inteligencia artificial «cada día hay posibilidades que uno no sospechaba». Si las máquinas ya han aprendido a jugar al go por sí solas, ganando a su campeón mundial sin dificultades, y no solo a replicar jugadas almacenadas de manera más o menos ordenada como en tiempos del ajedrecista Kasparov, ¿por qué no van a terminar asimilando también el concepto de la novedad? Pongamos que la inteligencia artificial dé con la fórmula de la creatividad. «Hoy por hoy, los cuadros o escritos que produce la inteligencia artificial son muy dependientes de los bancos de datos, que obedecen a estilos artísticos o literarios ya establecidos. Pero imagino que no será muy difícil, no será imposible, que se implanten en estas máquinas códigos como la novedad, que favorezcan crear cosas nuevas, que se combinen el azar y la necesidad. Imagino que podría ocurrir perfectamente, sobre todo en pintura y en música, no tanto en literatura. En literatura, al fin y al cabo, las reglas son siempre las mismas, es una gramática y luego a inventar», apunta Sánchez Ron. «Nuevas formas de vida no lo sé, porque en última instancia podría ser una guerra entre los humanos y las máquinas, pero puede que sí estemos construyendo, creando, una nueva forma de conocimiento».Noticia Relacionada TECNOLOGÍA reportaje Si Ya no es ciencia ficción: la inteligencia artificial, un terremoto en la cultura Jaime G. Mora Los avances creativos de la IA parecen infinitos. Con ChatGPT podemos escribir cuentos, novelas y hasta sonetos. Con DALL-E2 podemos crear cuadros, fotos… Pero ¿qué valor tienen esas ‘creaciones’? ¿Se acabaron el arte y la literatura tal y como los entendemos?Si algo ha enseñado la historia de la ciencia es que las posibilidades son infinitas, y que por cada pregunta respondida surgen nuevas incógnitas. «Cuando yo estudiaba física y empecé a hacer mi tesis doctoral, yo pensaba que los agujeros negros eran ficciones matemáticas». También era inimaginable, hace no tanto tiempo, que un artilugio que cabe en el bolsillo de una pantalón fuera capaz de conectarnos con alguien situado en la otra punta del mundo. «No existen transistores en la naturaleza. Fueron tres físicos que trabajaban en un laboratorio industrial los que lo construyeron. Sin el transistor no habría teléfonos móviles ni ordenadores, y eso ha producido una industria espectacular que está dominando nuestras vidas», apunta. Dice Carrère que un escritor no tiene derecho a creer en lo que cuenta, porque menuda confusión si ocurriera lo contrario… resulta que los científicos sí lo hacen. Para poner negro sobre blanco en esta enorme confusión, Sánchez Ron acaba de escribir ‘El canon oculto’ (Crítica), donde selecciona cien libros capitales para la historia de la ciencia. «No digo que todo el mundo tenga que leerlos, pero sí saber de su existencia. Explico su contexto, su contenido, también en ocasiones el proceso editorial, y con un lenguaje que no asuste. Empiezo con el ‘Corpus Hipocrático’ y termino con un libro de Mandelbrot, pero ahí aparecen desde luego Platón, Plinio, Galileo, Copérnico, Newton, Darwin, Cuvier… Me parece que son obras que merecen ser conocidas». Por ello esta ‘nueva biblioteca de Alejandría para la ciencia’, la segunda parte de una trilogía que comenzó con ‘Querido Isaac, querido Albert’ , con el punto de partida de que el conocimiento científico es una rama más de la cultura.«La investigación científica no debería escaparse de las manos de los poderes públicos, se puede desbocar»«Se puede decir que la ciencia está más presente en la sociedad, sobre todo a través de reflexiones o temores de cómo nos puede afectar la inteligencia artificial, o en lo que se refiere al cambio climático. Pero no detecto un interés en las instituciones culturales o científicas por fomentar la cultura científica, la ciencia en el sentido de cultura. No identifico mucho interés comparado a cómo se celebran exposiciones o aniversarios de pintores o literatos. Yo no sé si un Ministerio de Cultura realmente es muy eficaz en el sentido de la cultura en general, pero suponiendo que lo fuera, creo que los responsables de ese ministerio no han demostrado mucho interés o conocimientos en lo que se refiere a la ciencia. Entre los políticos que tienen formación, si es que la tienen aparte de ser ya desde jovencitos militantes de un partido, con formación científica deben de ser pocos».Si algún político ha llegado hasta aquí, que tome nota. Antes de la Wikipedia, en el siglo XVIII, Diderot y D’Alembert alumbraron una ‘Enciclopedia’ que reunió todo el saber y el conocimiento de la época. «Nuestra enciclopedia actual es Wikipedia. Por mucho que tenga defectos, los que habitualmente se señalan y puedas encontrar, es una enciclopedia en constante crecimiento y perfeccionamiento, y además tiene la ventaja de que cualquier puede acceder a ella. La ‘Enciclopedia’ de Diderot y D’Alembert era muy cara y en algunos países por ejemplo estaba prohibida. A diferencia de la Wikipedia, que es anónima, los artículos de la ‘Enciclopedia’ iban firmados. Los Voltaire y los Diderot de esta época hay que buscarlos en sus libros o en los artículos que publican en los periódicos».«Yo imagino que las primeras colonias permanentes de Marte no serán de humanos, pero sí de robots»Más lecciones científico-culturales, para políticos y para profanos: Freud tiene en su legado haber influido también en la escritura literaria. «A mí a veces me critican por incluir a Freud en cánones como este. Es muy dudoso que las soluciones que dio Freud estén vigentes, o completamente vigentes, pero para mí la ciencia es abrir campos a la integración científica, y Freud lo hizo. En los primeros trabajos él trataba de explorar el subconsciente en base a la fisiología del cerebro, pero lo que pasa es que no estaba suficientemente desarrollado. Y luego desarrolló un mundo con aspiraciones científicas de explicar los sueños y algunas patologías producidas por el cerebro con un lenguaje literario esplendoroso». Por eso Freud también es un clásico, si entendemos como tal aquellos libros que, «aunque sus contenidos hayan sido superados, influyó poderosamente en su época y que todavía al leerlos nos enseñan mucho de ese tiempo y de lo que era».¿Siguen teniendo valor literario los libros cuyas teorías han sido superadas? «Sí», responde Sánchez Ron. El ‘Timeo’, con su visión del mundo con la tierra en el centro, está superado, pero Platón figura incluso entre los cánones de la literatura. La ciencia nos enseña a trascendernos, ayuda a ir más allá de las intuiciones o ideas primarias. Nos enseña mucho de nuestra cultura, de cómo pensábamos». La filosofía, veinticuatro siglos después, «sigue reflexionando sobre las posibilidades que abre la ciencia», como el debate sobre la ingeniería genética. «Es evidente que en un momento del siglo XIX y sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, los poderes públicos, militares y económicos se dieron cuenta de lo que la ciencia permite y posibilita. Pero la ciencia en el sentido de buscar explicaciones continúa igual de viva. La exploración del espacio no es solo enviar satélites o lo que dice Elon Musk de establecer colonias permanentes en Marte. Ha permitido confirmar la radiación gravitacional, una de las predicciones de la relatividad general».Musk, el dueño de SpaceX, tenía que salir en la entrevista. ¿Ocupan ahora los empresarios el papel de mecenas que en su momento tuvo Alfonso X, el rey científico? «A mí me preocupa mucho el protagonismo de estos personajes. La NASA externaliza ya servicios, no construye cohetes, los contrata a SpaceX. Bezos [Amazon] ya está en el turismo espacial. Neuralink ha implantado chips en el cerebro… Yo comprendo que la investigación científica cada vez es más cara, pero las necesidades sociales en educación o en sanidad son muy grandes. La investigación científica no debería escaparse de las manos de los poderes públicos, de un Estado democrático, porque se puede desbocar. A mí me parece escandaloso que se esté permitiendo el turismo espacial. El espacio ya está colmado de satélites y basura, y el turismo es una nueva forma de división social. Debe haber límites a ese neoliberalismo-capitalismo desbocado», sostiene Sánchez Ron. MÁS INFORMACIÓN noticia No Tu voz va a ser clonada en ‘TikTok’ en segundos: así es la función en la que trabaja la plataforma con inteligencia artificial noticia No Urtasun expresa la «firme determinación» del Gobierno en defensa de la propiedad intelectual¿A dónde podemos llegar? «Yo imagino que las primeras colonias permanentes de Marte no serán de humanos, no pueden ser humanos porque es muy duro sobrevivir ahí, pero sí de robots, y que además puedan establecer colonias, que se puedan reproducir, etcétera. Esto no es ficción, yo creo que ocurrirá, lo que pasa es que yo no lo veré». La ciencia ya ha superado la ciencia ficción, afirma el académico. «Lo maravilloso de la ciencia es que podemos descubrir cosas que no imaginábamos».
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Sánchez Ron: «Puede que estemos creando una nueva forma de conocimiento con la IA»>
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