Pedro Sánchez viaja este miércoles a Barcelona para verse con Pere Aragonés, presidente de la Generalitat en funciones, en plena semana decisiva para la negociación de la investidura de Salvador Illa. En las últimas semanas, la secretaria general de los republicanos, Marta Rovira, había exigido al PSC y al PSOE gestos políticos para que la negociación pudiera avanzar, y este viaje, adelantado por La Vanguardia y que fuentes de ambos Gobiernos confirman a este diario, es uno de los más relevantes. Los dos presidentes firmarán el convenio del traspaso a la Generalitat del Ingreso Mínimo Vital, uno de los puntos que reclamaba ERC. En la firma estará también la ministra de Inclusión, Elma Sáiz, y el conseller Carles Campuzano.
Antes de este gesto del máximo nivel vino el compromiso político y económico para cumplir una parte de lo pactado con el traspaso de Rodalies, que se concretó la semana pasada y este lunes. Esto no quiere decir que el acuerdo esté cerrado, porque falta la parte más delicada, la financiación, pero todos los movimientos indican que se está caminando hacia un pacto que después tendrán que refrendar las bases de ERC, un paso también muy complejo. Los dos presidentes tienen previsto firmar algunos acuerdos de cuestiones pendientes entre ambos ejecutivos como gesto de confianza, según fuentes de la negociación. De hecho, la portavoz de la Generalitat, Patrícia Plaja, ha afirmado este martes que la reunión “no es un encuentro para negociarla investidura de nadie”.
Esta semana será decisiva: los tiempos marcados por ERC llevan a acelerar la negociación para alcanzar un acuerdo antes de que termine julio, de forma que puedan luego votar sus bases con la vista puesta en una investidura rápida en la primera semana de agosto, en lugar de agotar el plazo legal del día 26. Tras su llegada a Cataluña, hace dos semanas, Rovira no tardó en pedir una reunión de “alto nivel” con los socialistas. “Con la presencialidad ganaremos y tengo muchas ganas de explicarle a Sánchez que aún se ha de mover más por Cataluña”, aseguró la secretaria general en una entrevista a Nació Digital. Esa petición no tuvo eco real, si bien el pasado lunes la líder de ERC se reunió con Lluïsa Moret, número dos del PSC y coordinadora de las negociaciones. Desde el minuto uno de sentarse a la mesa, los republicanos se lanzaron a intentar comprometer al presidente del Gobierno en las negociaciones, si bien fuentes del partido independentista aseguran que no habrá un encuentro entre Rovira y Sánchez y tampoco hay previsión de una reunión con Salvador Illa.
Además de esa reunión, Rovira también llevaba semanas poniendo el foco en la necesidad de que los gestos también incluyeran avances y calendarización de compromisos anteriores que no habían avanzado. No es casualidad que esta semana se haya dado un paso decisivo entre el ministerio de Transportes y la Generalitat en algo que se acordó sobre el traspaso de Rodalies, los Cercanías catalanes. Este trámite se ha acelerado precisamente como gesto hacia ERC. Se está trabajando en otros gestos, aunque algunos tienen complicaciones técnicas; por ejemplo, la condonación del crédito del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA). Son 15.000 millones para Cataluña, un 20% del total que debía, y otros tantos para las demás autonomías; especialmente la Comunidad Valenciana, la más endeudada con este fondo estatal. Hay otras cuestiones pactadas en la investidura de Sánchez en marcha, como el traspaso pleno de la competencia de investigación y desarrollo que está en el Estatut, con 150 millones de euros anuales, sobre la que también se está trabajando.
Hay muchos puntos en marcha y acuerdos nuevos, que serán compromisos de la legislatura de Illa, pero la madre de todas las batallas, el corazón de la negociación y lo que puede decantar la balanza hacia un lado u otro, es la fórmula para la llamada “financiación singular” de Cataluña, un término que ha utilizado abiertamente el propio Pedro Sánchez, en un gesto claro. En la mesa no están sentados representantes del Gobierno, la lleva el PSC con ERC, directamente en Barcelona. La distancia entre el Consorcio Tributario que ofrece el PSC -una figura que emana del Estatut y permitiría recaudar impuestos- y el concierto económico solicitado por ERC -en la línea del vasco, pero con una aportación de solidaridad interterritorial- es abismal.
Según las fuentes consultadas, aún no se ha encontrado la fórmula que satisfaga a las dos partes, pero la están buscando. ERC está apretando fuerte porque sabe que en el mundo independentista hay mucha presión para que no haga president a Illa, con Carles Puigdemont y Junts moviéndose para hacer descabalgar el acuerdo, y además necesita que sus bases vean bien el pacto o todo se iría al traste en la votación prevista. Al contrario, el PSOE asume que el PP saldrá en tromba contra el acuerdo de la financiación singular con ERC, si se logra alcanzar. Pero en La Moncloa confían en que puede acabar pasando lo mismo que sucedió con el pacto de investidura de Sánchez, cuando se anunció la condonación de los 15.000 millones del FLA. Ese acuerdo era “extensible a todas las autonomías”. El PP lo criticó duramente como un privilegio para Cataluña, pero después sus gobiernos están reclamándolo y van a obtener también esa condonación.
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En el Gobierno asumen que, si hay pacto con ERC, habrá mucho ruido, y algunos barones del PSOE también lo criticarán, pero confían en que al final lo que quedará es una cierta estabilización de la legislatura —a la espera de la reacción de Junts, siempre imprevisible— y la posibilidad de abrir la puerta a los Presupuestos de 2025. Pero para eso faltan dos pasos muy difíciles: encontrar el pacto en financiación y que los militantes de ERC apoyen el acuerdo.