Hay pequeñas batallas judiciales que constituyen auténticos hitos para la sociedad. Historias anónimas que construyen precedentes sobre los que se cimienta ese estado del bienestar que tan en riesgo se pone. La lucha del individuo que hace avanzar a todo un grupo humano. Uno de … esos logros que se obtienen en la fría sala de un tribunal de provincias, pero que acaban entrando por la puerta grande de los libros de Derecho.
Les pongo en antecedentes sobre una de esas pequeñas pero épicas historias que a esta plumilla le gusta contar. María, por ponerle un nombre aunque sea ficticio, es una guardia civil con destino en Huelva. Hace unos años fue madre. Pero de esas que tienen que enfrentarse de golpe y porrazo a una empinada cuesta para sacar adelante a su hijo, que traía bajo el brazo no un pan sino una enfermedad rara de difícil pronóstico.
María supo que tendría que dedicarse en cuerpo y alma a su pequeño. Una faceta de cuidadora que la obligaba a aparcar por completo y sine die su carrera profesional como guardia civil. Acogiéndose a la ley, solicitó una reducción del 99% de su jornada dada la gravedad de la enfermedad de su hijo. Un derecho, doloroso, pero que está plasmado en España en una norma básica como el Estatuto de los Trabajadores.
Su solicitud fue rechazada por el entonces jefe de la Comandancia; lo que empujó de manera inexorable a esta agente a recurrir a los tribunales sin poder al mismo tiempo parar el reloj biológico de su hijo, quien seguía y sigue demandando cuidados de manera constante. Ponerse en la piel de esta madre en aquellos momentos debió ser como vestirse de equilibrista pero no de circo sino de la conciliación.
La Justicia le dio la razón. Pero no fue suficiente para que entraran en razón. El mismo coronel que había desestimado su petición, ordenaba recurrir el fallo judicial y un abogado del Estado se puso manos a la obra. Curioso que todo esto haya ocurrido durante el Gobierno más «progresista» y «feminista» de la historia del mundo mundial.
Hace unas semanas, el TSJA volvía a darle la razón a esta guardia civil que lleva demasiado tiempo restando energías al cuidado de su hijo en un pleito que nunca debió haberse alargado, por sentido común y por simple empatía. En el fallo judicial que se acaba de conocer, el tribunal subraya que esa reducción de jornada no es sólo un derecho a favor de la conciliación familiar sino que contribuye a garantizar una protección al menor que está consagrada por la Constitución. María se ha dejado tres años en esta batalla. No sólo ha ganado ella sino toda la sociedad. Gracias María.