Resopla de alivio Casper Ruud después de haber ganado un punto en el que desplazó a Jannik Sinner hasta los confines de la pista por tres ocasiones y aun así tuvo que sacarse una volea en extremis para a su marcador. Fue un pequeño respiro, nada más, ahogado el noruego ante el excelso juego del italiano, finalista de la Copa de Maestros como lo señalaban en todas las quinielas antes de comenzar el torneo; y en apenas 69 minutos.
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No se ha cumplido media hora y Sinner ya ha sumado el primer set con un 6-1 sin paliativos ni oposición. Es voluntarioso Ruud, buena planta y buenos golpes que pueden con un Carlos Alcaraz sin poder respirar por el enfriamiento, pero no le da para enfrentarse a uno a un nivel medio, y mucho menos a un Sinner con ganas de todo, que le sale todo, que sacude y sacude desde el fondo sin que parezca alterarle el pulso, ni la expresión ni la presión.
Es apenas un juguete este Ruud en manos de este Sinner. Convencido de sus posibilidades de culminar un año perfecto con sus dos primeros Grand Slams y cinco títulos más y con todo preparado para levantar esta Copa de Maestros como colofón. Espanta de esta manera el italiano todas las sombras que se ciernen sobre él por el positivo que dio en marzo y por una investigación sospechosa por no haber sido apartado de la competición mientras se realizaba.
Solo quiere pensar en la pista, hablar de raquetazo en raquetazo, de derecha a revés, para sacar a Ruud del torneo por la vía rápida y de levantar las nubes que lo persiguen desde marzo. Ni se inmuta cuando termina, rutinario el encuentro, aburrido porque apenas hubo juego, incapaz el noruego de hacer nada, otro día más en casa de Sinner. Son 66 triunfos este curso que va a finalizar como número 1 del mundo y anhela poner el broche este domingo ante Taylor Fritz y convertirse por fin en maestro tras quedarse en la final (ante Djokovic) el año pasado.
El italiano ha ganado los tres últimos duelos contra el estadounidense: cuartos de final de Indian Wells 2023 (6-4, 4-6 y 6-4), la final del US Open 2024 (6-3, 6-4 y 7-5), y en la fase de grupos de este mismo torneo hace apenas unps días (6-4 y 6-4). Para Fritz queda el consuelo de una victoria, la primera: en octavos de Indian Wells, en 2021, por 6-4 y 6-3. El reto es grande, pero el estadounidense también ha crecido.
Se da golpes en el pecho Taylor Fritz, 27 años y 5 del mundo, después de un intercambio de treinta golpes con Alexander Zverev, ya en el tercer set, y en un juego que alcanzó los ocho minutos de duración. Es el resumen de un partido frenético entre dos de los jugadores más en forma del final de curso y dos de los que mejor compiten en este tipo de condiciones.
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El vencedor, aunque honroso también el papel del perdedor, fue un Fritz descomunal, que da un paso de gigante en la confianza con este triunfo y con este torneo. Si había pecado de no creérselo del todo, en Turín consolida el paso hacia delante, imperial en su puesta en escena contra el alemán, que se había mostrado inexpugnable ante Alcaraz, pero parece haberle pasado factura el esfuerzo.
No fue el comienzo que esperaba Zverev, aunque se había dado una paliza grande el día anterior con Carlos Alcaraz (ya en Málaga para limpiarse de la decepción de Turín y enfocarse en la Copa Davis y la despedida de Rafa Nadal) y se entendía un poco la bajada de nivel con la que salió el encuentro. Pero también fue mérito de Fritz, que sabe la fórmula porque le ha ganado cuatro de los cinco choques de este 2024, encantado con la pista porque le permite sacar con sabe y desplegar su juego de fondo con más garantías y efectividad que en cualquier otra superficie.
Y se le nota al estadounidense que ha dado un salto de calidad en cuanto a la confianza, que en tenis vale casi más que ejecutar un buen golpe. Tanto es así que sucede lo que no había pasado en las jornadas anteriores: consigue desequilibrar el saque de Zverev, el mejor hasta el momento en este apartado porque no ha bajado la media de 220 kilómetros por hora (217 en este partido, por 206 del estadounidense, pero atiza un saque a 231 kilómetros por hora). Pero si uno logra 10 ‘aces’, Fritz suma 15, y encima percute desde el fondo: rotura que no puede levantar después el alemán. Zverev pierde un set en este torneo de maestros. Mala señal.
Le duele al alemán, 69 triunfos en este curso. Y activa el botón del compromiso y la confianza de la que adolecía no hace demasiado, cuando apuntaba alto, pero nunca conseguía alcanzar la cima. Está en el proceso. Y percute sobre Fritz que empieza a faltarle un poco el aire después de haber hecho un enorme primer set.
Tanta tensión y velocidad de piernas y de ideas, que al estadounidense le empieza a escocer el pie. Hay paso por el banquillo para cambiarse la zapatillas y airear un pie izquierdo comprimido y magullado. Pero esto sigue y el dolor se olvida.
El estadounidense, hijo de dos tenistas (su madre llegó al top ten, pero lo dejó por la exigencia del circuito), continúa en pie y acelera todavía un poco más. Con 4-3, saca los colmillos: dos bolas de rotura que Zverev salva con saque y buen revés, pero hay nervios y lo paga después con una doble falta (dos en el partido, con 34 ganadores, 39 errores no forzados). Con el corazón en la boca, levanta esta tercera bola de ‘break’ con un remate de una bola a media altura. Ahí es donde se nota que un jugador tiene o no confianza en sí mismo y en sus golpes. Y ahí está crecido este Zverev 2024, que suelta un grito al techo del Inalpi Arena para soltar la tensión cuando logra el 4-4.
Pero el alemán ya está avisado de que Fritz está con hambre (31 ganadores, 34 errores). No sufre con sus dos siguientes turnos de saque y todavía tiene opción de acabar antes de hora con otra rotura en el undécimo juego que Zverev vuelve a salvar in extremis, un revés que toca la línea por milímetros. Tiembla el alemán, que no está teniendo la consistencia de los días anteriores y no porque no quiera, sino porque no le deja un Fritz que también grita de rabia cuando por poco se le escapa una bola que manda el partido al ‘tie break’.
Se apostaba por Zverev, que ha madurado muchísimo en estos últimos meses, entrenándose después de los partidos, gane o pierda, porque no contempla que se le escape por más distancia el tren que manejan Alcaraz y Sinner, pero es Fritz el que lo gana esta vez en confianza. Le había ganado ocho de los últimos diez ‘tie breaks’ y no falló tampoco en este. No duda, no tiembla, no cede el estadounidense, que provoca un error en el alemán con su revés que lo lleva a las alturas. Para certificar que está preparado para grandes cotas el año que viene, la derecha final, abierta, cruzada y descomunal para sentenciar a Zverev, que se va de vacío después de una semana fantástica sin nadie que interrumpiera su progresión. Hasta Fritz, que ya lo dice él: «He tenido mucha confianza en lo que podía hacer y ha salido bien». Finalista de las ATP Finals, con el reto de Sinner en la pelea por la maestría en Turín.