Después de siete años en el Gobierno de la nación española ya sabemos que a Sánchez le gusta más andar por otros países del mundo que por España, porque hay fundadas sospechas de que vaya donde vaya aquí va a ser abucheado. Pues bien, en esos países tiene la oportunidad de saludar y hablar con innumerables primeros ministros y, sin miedo a equivocarnos, podemos afirmar que ninguno de ellos tiene una relación con la corrupción tan intensa y estrecha como la suya.
Más aún, hasta donde nos da la memoria no encontramos en ningún país democrático desde la II Guerra Mundial a un presidente del Gobierno que tenga investigados por la Justicia a su mujer, a su hermano –y menos mal que sólo tiene uno–, a su fiscal general y a los dos que han sido sus hombres de la máxima confianza durante los últimos 11 años. Y no sólo eso, lo que vamos conociendo de estos dos secretarios de Organización del PSOE es tan escandaloso y siniestro que parece increíble y más propio de la imaginación de un guionista de una película que quisiera desprestigiar al PSOE y a su líder.
En definitiva, en cualquier país democrático un primer ministro que estuviera en la situación de Sánchez hace ya mucho tiempo que habría dimitido. No hay más que recordar cómo su correligionario –aunque ya tengo dudas de qué religión comparten–, el socialista portugués António Costa dimitió en noviembre de 2023 tras verse envuelto en un caso de corrupción en proyectos energéticos, por el que fue detenido su jefe de Gabinete y un empresario amigo. Costa declaró entonces que ser investigado es «incompatible con la dignidad del cargo».
Más aún, señaló que «la dignidad del cargo es incompatible con la apertura de una investigación» por el Supremo porque «mi obligación es también preservar la dignidad de las instituciones democráticas». Y eso que siempre defendió que no tenía nada que ver con aquel asunto de corrupción, como acabó decretando la Justicia portuguesa. No se olvide que Costa ha terminado siendo, desde diciembre de 2024, presidente del Consejo Europeo.
Pero Sánchez no dimite, por el contrario, se aferra al cargo con el increíble argumento de que tener de números dos a dos presuntos delincuentes es una simple anécdota que no puede frenar la labor que está llevando a cabo.
«Cuanto más le debiliten los escándalos de corrupción que le asedian, con más fuerza le apoyarán todos los que forman Frankenstein»
Pero la realidad es que si, en un rasgo impensable de dignidad, se le ocurriera abandonar la Moncloa, sus socios no van a dejarle irse de ninguna manera. No hay ni uno solo de los 179 diputados que le hicieron presidente que esté dispuesto a dejarle caer. Los socialistas, porque les va el sueldo en ello, y los comunistas, independentistas y filoterroristas porque nunca, ni en sus momentos más optimistas, podían haber pensado que iban a tener un presidente del Gobierno tan a sus órdenes.
Y cuanto más le debiliten los escándalos de corrupción que le asedian, con más fuerza le apoyarán todos los que forman Frankenstein. Claro que todos saben que tendría que irse, incluso hay algunos que son conscientes de la indignidad de mantenerle, pero, al final, tener un presidente que obedece a todo lo que se le manda es un lujo que no van a abandonar. Rufián se ha atrevido a expresarlo sin complejos: «Hay que aprovechar el tiempo que quede». Pues eso.
Y lo peor es que con el apoyo de todos ellos, no va a parar de dar pasos para acabar con nuestra democracia y, si se lo exigen, con nuestra patria, España. A las dos leyes que privan a los jueces de la instrucción para encargársela a los fiscales, lo que implica que la UCO pasaría a depender de la Fiscalía, y la que cambia el modo de acceder a la Judicatura, se unió el lunes, según El Confidencial, la decisión de ascender a general al coronel que hoy está al mando de la UCO para sustituirlo por uno más afín. Si todo esto se aprueba, Dios quiera que no, podría resultar que en España solamente se instruirían las causas penales que quisiera Sánchez.
«Sabe que desde los filoetarras a Junts, pasando por los bolivarianos, el PNV, ERC y el BNG, le van a apoyar pase lo que pase»
Y debería avergonzarle la diligencia obediente del Tribunal Constitucional para decretar constitucional la amnistía que le llevó a él al poder, desde el que está al servicio de los golpistas de 2017. El lunes Santiago Abascal ha pedido a los magistrados que ha llamado «decentes» que se abstengan de acudir a las sesiones para que, al no haber quórum no se pueda declarar constitucional la amnistía.
Por eso, porque al sentirse débil, según los cánones de los países democráticos, nota un apoyo cada vez más grande de sus socios, puede manifestarse arrogante y desafiar a Feijóo a presentar una moción de censura, porque sabe que sus auténticos jefes, que son desde los filoetarras a los de Junts, pasando por los bolivarianos, los peneuvistas, los de ERC y el del BNG, le van a apoyar pase lo que pase y haga lo que haga.
Mientras escribo estas líneas, recuerdo que la moción de censura paraliza toda la actividad legislativa. No digo más. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
