Todos los caminos en Galicia acaban en el licor caf

La Fisterra ms atvica en la Fisterra ms moderna

Un cementerio sin muertos

Escuchen, escuchen: ya s que un camposanto no parece el destino ideal para empezar una escapada, pero aqu hay historia. Cuando el arquitecto Csar Portela dise su cementerio, la idea era que los muertos disfrutaran de buenas vistas, aunque no fuesen nunca ms a abrir los ojos. As levant 14 grandes bloques de hormign en la ladera sur del cabo Fisterra, 14 cubos grisceos que miran al mar, integrados en la tierra, el ocano y el cielo. Que se sepa, no hay ni un nicho ocupado. Cuenta la leyenda que nadie quiere enterrarse all por cosas del descanso eterno corrompido en un cementerio tan moderno. La nica verdad, y seguramente causa de su desuso, es que tiene un acceso complicado. El cementerio es bellsimamente salvaje. Y una vez el muerto al hoyo, el vivo, al boyo: coman en Casa da Vila. Hay que pedir la tosta de pan de broa, mousse de algas y sardina ahumada; su tortilla de erizo y los tacos de churrasco. Albario para mojarse bien y siguiente plan.

El Olimpo de los celtas

La ruta de los dioses

La cascada del zaro es la nica de Europa que desemboca en el mar -insistimos con chovinismo disfrutn-. Clsico lugar turstico, a su lado se erige provocadoramente divertido el Monte Pindo, un parque natural estupendo, de belleza grantica de cuarzo y rosa. Uno de los Olimpos del pueblo celta. Es divertido y provocador porque con sus escasos 627 metros de altitud invita a subir a todo quisqui, pero no se fen: ya ha engaado a senderistas que, osaditos, lo han conquistado en das de niebla, y, perdidos entre la magia que all se evapora, acabaron llamando a salvamento. Preparen su ruta… en un da claro. Desde arriba uno se siente como Messi en el Bara o, lo que es lo mismo, como Dios ante la creacin. En esa cima, Vicente Risco y Otero Pedrayo escribieron: Os duros dentes do granito morden, / deixando s ceibe e viva a alma / que danza e voa cal bolboreta. / Na lonxana a soidade do ocano, / as nubes viaxeiras, cruzando o ceo. / No noso cerebro o Marxismo ania, / tecendo o futuro da Humanidade. / Mais en chegando a noite, co canto das estrelas / ata o Marxismo ten de acougar co solpor. Hasta el marxismo desaparece. Los druidas, por cierto, moldearon las rocas, pero no tenan ni idea de comer. Al bajar, vayan a Casa da Crega, en el pueblo vecino de Caldebarcos. Y asegrense de que ese da haya pulpo con almejas.

El museo del alemn de Camelle

Obra y muerte de un anacoreta

Si usted le pregunta a cualquier paisano de bien de la Costa da Morte dnde est la casa de Manfred Gndinger, le responder si se ha pasado con el licor caf o si tiene un empacho de percebes del Roncudo, el mejor percebe del mundo. Seguramente nadie lo conozca, como por ese nombre no se acabara conociendo ni el pobre Manfred, que perdera la cabeza por lo de siempre: muerte y amor, juntos en su caso. Prueben mejor por la Casa de Man, el alemn de Camelle. Aterrizado en el pueblo costero en los aos 60, este hombre, que haba sido pastelero, deform poco a poco en un anacoreta que se desplazaba en taparrabos, entregado a la contemplacin y al cuidado de su casa-jardn-museo, que construy en armona con la naturaleza. Dicen que tras la marea negra del Prestige, Man muri de melancola, ahogado en su propio grito de Munch.

Ni Galifornia ni gaitas

(Pero s que es tierra de surf)

En el patio trasero de la marinera Muxa, escondida en la pequeaja Ra de Lires, nace la playa de Nemia. A esta parroquia, en el siglo XIX acuda a caballo Eduardo Pondal, autor del himno gallego. Pondal iba a aprender latn con el prroco, como era costumbre de las familias ricas del rural gallego, siempre acompaado por su criado, Farruco da Bouza. Doscientos aos despus, el latn suena a chino y a Nemia a lo que se va es a aprender a surfear. En las diferentes escuelas que se han ido implantando no hay curas, pero tambin realizan bautismos… de surf. Dicen los que saben -aqu slo escribe un humilde escolar de por vida- que el mejor mar de fondo ofrece picos variables y maniobrables con secciones tuberas. En cristiano: un escenario seguro y entretenido. Como tanto deporte les va a dejar exhaustos, he aqu el mejor plan de todos: reservar en el restaurante As Eiras. Cocina tradicional -de kilmetro cero, que diran los modernitos de Galifornia-. Despus de comer su chuletn de vaca vieja, podr surfear siete das (y siete noches).