El actual director de los Mossos, y hasta hace apenas unos meses, su major, el máximo rango que existe en el cuerpo policial, Josep Lluís Trapero, se ha sentado ante los micrófonos de la SER. En una entrevista personal, Trapero, al que la Fiscalía le llegó a pedir 10 años de cárcel por el referéndum del 1 de octubre, ha recordado como vivió el proceso. “Sentí que estaba la cárcel, la olía en la terraza de mi casa”, ha contado en Hora 25. En casi una hora de entrevista, ha criticado que la Fiscalía haya archivado su denuncia contra la policía patriótica, ha acusado al anterior departamento de Interior, liderado por Joan Ignasi Elena (ERC), de un comportamiento “no muy honesto” en su proceso de cese, y ha admitido que la fuga de Carles Puigdemont el pasado agosto supuso un mazazo “para la imagen del cuerpo”.
Apartado de la primera línea operativa por ERC, Trapero ha vuelto a dirigir la policía catalana de la mano del PSC, pero en esta ocasión como director, un cargo político. El actual presidente catalán, Salvador Illa, le ofreció de nuevo liderar los Mossos, en lo que sería una especie de tercer mandato (ha mandado operativamente el cuerpo en dos ocasiones), pero esta vez “en otro nivel”, político. Al final Trapero aceptó, con la condición de aplicar su mirada sobre lo que debe ser la policía: “De todos, sin partidismo, donde la policía judicial no entre en la política, y se la respete técnicamente”.
Durante los 45 minutos, posiblemente el único policía reconocible para la mayoría de la ciudadanía ha repasado su trayectoria. Desde ser un mando policial absolutamente desconocido cuando accede a la dirección de los Mossos, en 2013, hasta ascender a héroe inesperado en 2017, durante los atentados terroristas de La Rambla y Cambrils. “Se nos había puesto en duda constantemente. Fue un momento de reconocimiento para el cuerpo, que se agradeciese a la policía el trabajo y se vivió con orgullo”, ha dicho sobre esos días. “En lo personal, como duró poco… Después de ser el héroe, pasé a ser el traidor y a estar procesado por sedicioso”, ha recordado.
El director ha admitido que las cosas se pudieron “hacer mejor, pero por parte de todos” el 1 de octubre. “No solo nosotros cometimos errores”, ha insistido, y ha asegurado que los Mossos sirvieron para “tapar otros errores”. Una vez más, ha defendido la forma de actuar de la policía catalana durante aquella jornada, también avalada por la sentencia de la Audiencia Nacional que le absolvió. “La policía a veces lo único que puede hacer es estropear las cosas”, ha dicho, en referencia al uso de la fuerza “con dos millones de personas en la calle”. “Lo único que puedes hacer es crear un problema grave de orden público”, ha esgrimido.
Sobre su relación con el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, designado por el Gobierno de Mariano Rajoy para coordinar la respuesta policial al referéndum ilegalizado, Trapero ha negado una animadversión personal, y ha circunscrito su mala relación en aquel periodo a una “confrontación de dos modelos de policía”. Pero sí le ha reprochado que le acusase de buscar una “excusa para permitir una votación” mediante la defensa de un uso prudencial de la fuerza. “Que se me diga que es una estrategia para permitir votar es algo ofensivo para mí, como policía”, ha criticado.
Después llegó un duro proceso judicial, que ni siquiera se esperaba inicialmente, en el que le tocó rendir cuentas de la actuación de los Mossos d’Esquadra. Y lo vivió en dos fases. Primero “con mucho dolor. Y mucho es mucho”, ha subrayado al periodista Aimar Bretos. “Me sentí muy ultrajado. Se me insultaba cada día. Se creó un personaje que no era yo”, ha ahondado. Y a partir de ese momento, se convenció de que su vida iba a ser “una larga procesión por los juzgados”. Hasta que en el “ámbito personal, eso cambia, y todo lo que tiene que ver con el juicio, pasa a tener otro valor”, ha confesado, sobre un episodio al que no suele hacer referencia públicamente. “Tuvo una hija”, le ha comentado el periodista. “Tuve una hija, tuvo un problema, una enfermedad, y que acabó superando bien”, ha detallado Trapero.
En ese tiempo, se llegó “a preparar” para ir a la cárcel: “Desde cuestiones económicas caseras, o gente que se prestaba, amigos que iban preparando ese escenario”. Hasta buscar ayuda psicológica: “Un largo proceso, de 190 sesiones”. “No me avergüenza decirlo”, ha reivindicado, después de dar las gracias en antena a quién fue su terapeuta.
Todo acabó el 20 de octubre de 2020, cuando la periodista Patrícia Plaja -persona de su total confianza, y exportavoz del Govern de ERC- le llamó para decirle que sintonizase la cadena SER. “Estaba con mi mujer, en la terraza. Se oyeron algunos gritos. Se acercó mi niña…”, ha recordado, sobre el momento que escuchó a la actual directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, entonces presentadora del Hoy por Hoy, informar en directo de que había sido absuelto. Trapero y su familia recibieron la noticia “llorando y gritando”. Desde entonces, se ha encontrado con algunas de las personas que le investigaron, como el coronel de la Guardia Civil Daniel Baena. “Le doy los buenos días, las buenas tardes, pero no voy a tener una conversación que vaya mucho más allá”, ha dicho y ha añadido que no siente rencor. Incluso ha hablado con uno de los dos fiscales que pidieron su ingreso en prisión.
A su absolución le siguió su rehabilitación como jefe de los Mossos por parte Junts, pero no duró mucho. El consejero de Interior de ERC, Joan Ignasi Elena, lo destituyó las Navidades de 2021. Trapero ha lamentado que el proceso hasta su cese fue “francamente mejorable”. “Fui sometido durante un tiempo a un proceso de desgaste, incluso con publicación de cosas que no eran ciertas. Todos tenemos relaciones… y una parte eran achacables a la propia estructura del departamento. Eso no es muy honesto”, ha reprochado. Y ha asegurado que “este tipo de prácticas” no se van a hacer bajo su mandato.
Trapero ha hablado también de las cloacas del estado, y de su fama de tener mala relación con el resto de cuerpos policiales, que él ha negado. “Otra cosa es con algunas de sus cúpulas, cuando se ha visto la trayectoria de los personajes, eso ha ayudado a entender…”, ha indicado, en referencia a cómo la policía patriótica intentó ponerle piedras en el camino, después de que investigase en 2007 una trama corrupta con mandos de la Policía Nacional implicados para evitar inspecciones en los prostíbulos Riviera y Saratoga. Pasado un tiempo, se olvidaron de él, pero “eso vuelve a surgir cuando empieza el procés, y hay un nuevo intento de desprestigio”, ha recapitulado.
El director de los Mossos resumió en un largo escrito todo lo sufrido, y presentó una denuncia ante la Fiscalía. Pero el proceso ha sido archivado, según ha explicado en la SER. “Eran unas cuantas páginas, y no suelo decir nada que no pueda demostrar”, ha lamentado el mayor, sobre el carpetazo que la Fiscalía anticorrupción ha dado al asunto. “Yo he sido procesado… Si decimos que a las víctimas, que tenemos que esmerarnos…”, se ha quejado. “Me hubiese gustado tener el mismo trato que tuve en la otra condición. Si cuando he sido procesado he estado aquí, he dado la cara y he dado explicaciones, me gustaría que la misma Fiscalía hubiese tenido otro mismo de esto conmigo”, ha concluido.
Finalmente, el mando político de los Mossos ha intentado no valorar el operativo fallido para detener al expresidente catalán, Carles Puigdemont, el pasado mes de agosto, todavía bajo la dirección de ERC en el Govern, con el comisario Eduard Sallent como jefe de los Mossos. “No me toca a mí”, ha dicho. “No le voy a decir que lo viva con desinterés, pero no me corresponde inmiscuirme en eso”, en referencia a una actuación de los Mossos como policía judicial. “¿Fue un mazazo para la imagen del cuerpo?”, le ha repreguntado el periodista. “Sí. También para la vivencia de los mossos y mossas que trabajan con mucha profesionalidad cada día”, ha admitido el director.