Es bien conocido que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es un tipo con suerte. Consiguió hacerse con el control del PSOE en su segunda intentona, después de haber sido defenestrado, alcanzó el Palacio de la Moncloa sin haber ganado las elecciones y lleva en el poder ya va para siete años sin tener una mayoría social en la calle. Arte para el trapicheo tiene, pero la flor en el trasero también la lleva endosada.
Su último golpe de fortuna se está produciendo estos días. Cuando más desahuciado estaba, cuando peor le pintaban las encuestas, cuando más le acorralaba la corrupción… ha llegado Trump y se le ha aparecido en plan virgen salvadora.
La victoria del estadounidense podía haber sido la tumba definitiva de Sánchez, pero sus primeras semanas en la Casa Blanca apuntan en la dirección opuesta. El presidente español tuvo claro desde el principio que había que ir al choque con Washington… y los hechos le están dando la razón. Las disparatadas ideas de Trump sobre el conflicto de Gaza o la guerra de Ucrania obligan a cualquier europeo sensato a tomar distancia con el presidente de Estados Unidos y, como consecuencia de ello, se da la paradoja de que, siendo Sánchez por sus actos el alumno más aventajado del líder republicano, su figura está saliendo reforzada al haberse erigido desde el primer día en una supuesta némesis del americano. Y mucho más desde este domingo, pues el español se queda como único gran referente de la izquierda en el seno de la UE.
Por mucho aire fresco que Trump pueda aportar desde el punto de vista ideológico, arrasando con la agenda ‘woke’, si sigue dando el cante en política exterior las cosas se ponen realmente de cara para Sánchez. Veamos tres ejemplos de ello:
1.- Cambio en la agenda informativa. Desde que Trump tomó posesión, los medios de comunicación españoles no han parado, y con razón, de informar profusamente de todos sus pasos y decisiones. La política internacional copa como nunca los telediarios y ello tiene una consecuencia clara: cuanto más se habla de los líos del presidente de EEUU, menos se abordan nuestras corruptelas patrias. Y eso solo favorece a Sánchez, porque si Trump sigue haciendo de las suyas, el Partido Popular no va a poder confrontar con el PSOE y va a tener que apoyarle, aunque sea indirectamente y dando la callada por respuesta. Si la crisis mundial escala, nuestras cuitas internas nos parecerán minucias ante problemas mucho más graves y globales.
2.- El respaldo de Washington a Vox. Tanto Trump como Elon Musk acaban de decir que apoyan a Vox en España. Eso, en teoría, no tendría por qué favorecer a Sánchez, pero en la medida en que la nueva administración americana siga tensando la cuerda con la UE va a ser muy complicado que una parte importante de la sociedad española pueda simpatizar con ello. Seguro que Vox saca algún rédito electoral de ese apoyo, pero cada excentricidad de Trump aleja aún más la posibilidad de que el PP pueda plantearse en el futuro un acuerdo con los de Abascal tras unas hipotéticas elecciones. Y lo que ha pasado en Alemania lo demuestra: quizás hace un mes sí que hubiera sido posible una coalición entre los democristianos (CDU) y la derecha radical (AFD), pero ahora, tras destaparse la extraña coincidencia de intereses entre Trump y Putin con respecto a Ucrania, es casi imposible ese escenario. Por tanto, cuanto más apoye Trump a Vox, cuanto más claro se perciba que es su caballo de Troya en nuestro país, más difícil va a ser para el PP gobernar, porque además en España, a diferencia de Alemania, la izquierda no es tan generosa como para dar su apoyo al partido que gana las elecciones, como ya hemos visto en el pasado.
3.- Nuevas prioridades. El giro estratégico de Trump obliga a la UE a reorientar sus prioridades. Todo indica que los europeos hemos perdido a nuestro principal aliado internacional y eso supone, de entrada, que va a haber que invertir mucho más en defensa, no solo porque lo exige EEUU, sino porque tenemos que ganar autonomía militar con urgencia para disuadir a Putin (y a otros) de futuras injerencias en nuestro territorio. Curiosamente, esa mayor inversión en armamento es también un salvavidas para Sánchez, porque la Comisión Europea ya está diciendo que, para poder afrontarla, vamos a tener que olvidarnos otros cuantos años de aplicar las reglas de contención presupuestaria. Es decir, que el líder más manirroto de la UE, que ha tenido la fortuna de beneficiarse de la amnistía ‘postcovid’ decretada en Bruselas desde 2020, se frota de nuevo las manos porque nadie le va a pedir cuentas sobre la deuda y el déficit públicos. Así pues, podrá seguir gastando sin límite en ayudas, subvenciones, subidas de salarios para funcionarios y pensionistas… y ya de paso si eso también algo en defensa.
Por tanto, todo se le pone de cara a Sánchez (como empiezan a atestiguar las últimas encuestas), que piensa seguir agitando los espantajos de Franco y Trump hasta que le salgan las cuentas para convocar elecciones con ciertas garantías de repetir la carambola de julio de 2023. Y si no, pues a aguantar hasta 2027 aunque sea sin haber aprobado unos Presupuestos en toda la legislatura. Qué más dará, si aquí nadie le pide cuentas por nada. O Trump se calma pronto y se concentra en su política interior, o tenemos Sánchez para rato.